Rosas Blancas

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Después de la noche en que George Joestar fue enterrado, Jonathan ya no se veía tan destrozado. Esto alegro al rubio que a la mañana siguiente vio a su pareja mucho mas animada. Ahora ya no tenía que obligarle a comer, ni tener que mandarlo a patadas a la universidad, aunque aún se veía muy desanimado. Eso era buena, pensó el. Si estuviera feliz eso ya sería preocupante, pero aún así le daba mucha curiosidad saber que había causado ese repentino cambio. Pensó en que quizás se trataba de que después del mal rato de saber que su padre había muerto, se había dado cuenta de que por lo menos ya no estaba sufriendo más y por fin descansaba o quizás le animaba el pensar que después de tantos años se había reunido con su esposa en el cielo. El chico decidió no preguntar y solo disfrutó esa tranquilidad de que el día brindaba, aun manchado por la tristeza colectiva de la perdida de una vida. Aquel día por suerte ninguno de los dos tenían clases y Jonathan decidió aprovechar la mañana para ponerse al día con sus estudios en la biblioteca.

Día tras día poco a poco fueron volviendo a la normalidad, teniendo aún en sus corazones el recuerdo de George Joestar pero mirando hacia el presente y el futuro, no al pasado. Semana tras semana Jonathan se recomponía, permitiéndose a veces soltar lágrimas de dolor para que así pudiera tener más espacio para las de felicidad. Los chicos volvieron a su ajetreada vida de estudiantes, y sobre todo el peliazul se esforzaba más que nunca pues estaba en el último semestre de su carrera. Era normal que fuera un momento estresante para el y era por eso que su novio no se preocupaba por lo nervioso y desconectado que se veia últimamente.

-No me puedo creer que estés a punto de terminar tu carrera Jojo!- Dijo ilusionada la rubia.

La pareja había invitado a cenar a la rubia, pues desde el funeral casi no se veían y quería asegurarse ella misma que todo estaba bien, cosa que pudo asegurar al momento al ver como el brillo en los ojos de su amigo había vuelto.

-Si, no me puedo creer que ya no tenga que estudiar más después de todos estos años...

-No digas eso enfrente de Dio Jojo! A el aún le falta un año más jaja!

-Ja, ja muy graciosa Erina.

-No te enfades Dio, la culpa es tuya por elegir una carrera tan difícil ¿Por qué la elegiste?

-Los abogados trabajan en sitios cerrados, eso me conviene. Y para ser abogado necesitas ser bueno convenciendo a los demás y ser bueno manteniendo la calma. Se me dará de maravilla.

-Lo puedo ver si, Dio Joestar vuelve a ganar un juicio imposible, ni siquiera el acusado tenía fe en salir victorioso. -Dijo la chica ablando como si se tratara de la última noticia.

-¿Dio Joestar?

-¡Claro! ¡¡Me niego a que no os caséis!! Y no pasará nada, a los ojos de la sociedad solo seréis hermanos muy unidos, nadie sospechara.

Los dos chicos se pusieron muy rojos al escuchar eso, pero no hubo tiempo de replicar pues de la sorpresa el peliazul se había atragantado con el filete y el rubio tuvo que levantarse a ayudarle para que no se muriera, mientras la chica se reía. Después de eso los dos chicos no quisieron hablar del tema y la cena siguió con otros temas triviales. Al terminar, Jonathan acompaño a la chica a la entrada. El quería acompañarla hasta su casa como el buen caballero que era, pero la chica se negó rotundamente. Aunque Dio empezó a pensar que le había convencido por lo mucho que tardaba en volver. Después de diez minutos el chico volvió y muy nervioso por cierto.

-Que estabas haciendo Jojo? Has tardado demasiado para una simple despedida.

El chico se puso rojo.- N-no nada... ya conoces a Erina, es muy habladora...

-Bueno... si tu lo dices.

En el ultimo mes de su carrera, el Joestar empezó a actuar mucho mas nervioso y no solo el, también Erina. Estaba ocurriendo algo y el único que no entendía que ocurría era el rubio que por esto mismo estaba de un muy mal humor. Lo que mas le enfadaba era que el peliazul salia muchas veces y en periodos demasiando largos ¿Que demonios estaba haciendo? ¿Que le estaban ocultando todo el mundo? A pesar de todo, intentaba no pensar en lo peor. No podría nunca creerse que su querido Jonathan fuera a romperle el corazón, seguramente le estaba haciendo una sorpresa. Pero al mismo tiempo el chico no quería pensar de manera tan positiva, ¿que pasaba si después de todo si es algo malo? El golpe seria el doble de duro. Decidió solo mantenerse neutral y dejar que lo que fuera pasara y ya cuando pase decidiría si estar feliz o furioso. Por desgracia esa situación seguía al avanzar los meses hasta que finalmente el peliazul se graduó. Todos los estudiantes de geología que también habían terminado sus estudios iban ha hacer una fiesta y obviamente el también estaba invitado, pero el chico decidió celebrarlo de manera más privada junto a Erina y Dio. Los dos para celebrarlo le hicieron un gran pastel de chocolate, que para ellos fue una experiencia horrible pues no dejaban de discutir de como había que elaborar la receta. Al verlo el chico abrazo a los dos a la vez y casi termina asfixiando a la pobre Erina.

Después de muchas horas de festejo Erina se despidió de los chicos y como la otra vez Jonathan la acompañó a la puerta, pero está vez no tardó tanto en volver. El rubio le pidió a los sirvientes que recogieran y estaba por dirigirse a la segunda planta, cuando el contrario le paró.

-Necesito hablarte sobre algo muy serio antes...

Al escuchar esas palabras, en lo primero que pensó el rubio fue que al fin sabría que le ocurría a Jonathan durante todos esos meses, y el no saber de qué se tratara le ponía muy nervioso. Por esto, se mantuvo sin darse la vuelta, para evitar que Dio notará su inquietud.

-Que pasa?

-Bueno... Sabes, ya llevamos 7 años de relación y en serio que desde que apareciste en mi vida todo se ha vuelto un caos, mi vida era bastante normal, pero entonces apareciste tu y aunque empezamos con un muy mal pie, no cambiaría los años que hemos pasado juntos por nada...

"¿A que demonios quieres llegar Jonathan? ¿Vas a hacer lo que pienso que vas a hacer?" Pensó Dio.

-Porque le has dado un nuevo sentido a mi vida y junto a ti, siento que ha pesar de todo, estaré bien. Es por eso que quiero dar un nuevo paso en nuestra relación y espero que sepas a qué me refiero.

Dio se giró rápidamente y se encontró con su amado peliazul arrodillado con un reluciente anillo entre sus dedos.

-¿Quieres casarte conmigo?
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La ceremonia estaba por empezar, Jonathan estaba muy nervioso y no dejaba de acomodarse su traje mientras esperaba en el pedestal por su futuro esposo

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La ceremonia estaba por empezar, Jonathan estaba muy nervioso y no dejaba de acomodarse su traje mientras esperaba en el pedestal por su futuro esposo. Recordaba con cariño cuando le pidió la mano a su amado y este le dijo que no rompiéndole el corazón, pero ni dos segundos pasaron cuando esté se abalanzó sobre el, hecho un mar de lágrimas, repitiendo que si, que claro que se casaría con el.

Era una ceremonia muy pequeña donde solo los novios, Erina, Robert, William y los sirvientes estaban presentes. No querían la gente se enterará pues por obvias razones era una boda clandestina, donde por no poder tener un sacerdote real, William hiba a ser quien oficiara la boda. Este último y el chico de la cicatriz, al leer la carta donde les contaban que se habían prometido, no duraron en subir al primer barco que se dirigía a Inglaterra para poder asistir a la ceremonia. Todos se sorprendieron pues no avisaron sobre su llegada, además de que se presentaron como pareja y no solo eso, el chico de la cicatriz les habló sobre cómo encontraron petróleo en América y estaban consiguiendo mucho dinero gracias a esto. Erina se enteró sobre el compromiso al siguiente día, pues desde aquella cena tres meses antes, el peliazul le contó que quería pedirle matrimonio al rubio y también le contó minutos antes de hacerlo que el momento había llegado. Por eso no pudo casi dormir esa noche y se dirigió a primera hora de la mañana para saber la respuesta, aunque ya sabía que hiba a ser afirmativa,por supuesto.

No hubo tipo de pensar en más pues Robert empezó a caminar por el pasillo echando pétalos de rosas blancas, ya que aparte de ser el padrino, la chica le obligó a ser el chico de las flores. Por detrás llegaba el rubio sujetado del brazo por Erina quien desde el primer momento se autoproclamó dama de honor. Jonathan no pudo evitar llorar al verlo vestido con aquel traje blanco y esto le causó una gran ternura al rubio, a quien el corazón también le palpitaba con emoción. El resto de la ceremonia transcurrió como debía, Willian dijo todo lo que debía decir, los dos novios se pusieron los anillos que Jonathan y Erina habían comprado a escondidas del rubio y finalmente se besaron con amor mientras todos aplaudían conmocionados. Sin duda uno delos días más felices para ellos.

Felicidades por la boda señores Joestar

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QUE HERMOSOOO POR DIOOOOOOS casi lloro al escribirlo, solo tengo que añadir que seguido de este cap he subido el siguiente. Me gustaría decir que lo disfrutéis pero no lo vais ha hacer XD

enamorando a un Joestar (JonaDio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora