Conversación nocturna

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El tiempo había pasado y ya era invierno, además, nuestros protas ya tenían 15 años. Junto a las bajas temperaturas, también las peligrosas tormentas y la blanca nieve se habían convertido en algo común. Una gran ventisca acechaba el exterior por lo que los jóvenes que habitaban la mansión Joestar preferían quedarse protegidos dentro de su hogar con la compañía de una bebida caliente y las cálidas llamas de la chimenea. Estos se encontraban jugando la octava partida de ajedrez de la tarde, ya que Jonathan no sabía cuándo rendirse y por mucho que Dio le ganará descaradamente, este no se rendía, pidiendo la revancha al ver como el rubio engullía a su rey, el cual, a pesar de que ganar a Jonathan no le resultaba ningún desafío, seguía dándole el gusto de una nueva partido solo para poder observar como cada vez su rostro obtenía una expresión más enfadada e imponente.

Ellos hubieran seguido jugando si no fuera por qué la hora de cenar había llegado y al señor Joestar no le gustaba que estos se retrasaran, por lo que se dirigieron al comedor, donde aquel hombre les esperaba sonriente. La cena transcurrió placenteramente, con una charla bastante animada entre los tres miembros de la familia.

-Jojo, me alegra ver que tus modales en la mesa han mejorado bastante- Menciono su padre.

-¡Gracias padre! Dio me ha estado ayudando, me ha enseñado tanto que no podré terminar de agradecérselo nunca.

-No me lo agradezcas Jojo, es lo mínimo que puedo hacer después de lo mucho que me habéis ayudado los dos.- aunque mientras lo decía pensaba "¡puedes agradecérmelo dándome tu herencia!" Pero por obvias razones no lo diría en alto.

Y así pasaron la cena hasta que la hora de dormir llegó y cada uno se dirigió a sus aposentos. Pero a pesar de ya haber pasado tres horas, los dos jóvenes no conseguían conciliar el sueño, por lo que Jonathan se armó de valor y se dirigió a la habitación de Dio. El no quería molestarlo, pero realmente se aburría y quizás esta era la oportunidad para conocerse más a fondo, así que silenciosamente salió de su habitación y de puntillas fue caminando a la del rubio.

Este se encontraba ensimismado con sus pensamientos por lo que se asustó ligeramente cuando desde la parte exterior de su puerta se escucharon dos golpes. Dio, a pesar de encontrarse tumbado en su cama cómodamente, se levantó para abrir la puerta, descubriendo de que se trataba de su "amigo".

-Hola Dio, espero no haberte despertado.

-Tranquilo, no conseguía conciliar el sueño.

-Pues ya somos dos... No quiero molestarte pero...¿Te importaría si me quedara?...

Dio se sorprendió un poco antes su petición pero no paso mucho hasta que se hizo a un lado para demostrarle que permitía su entrada. El peliazul respondió con una sonrisa y con paso rápido se dirigió a la cama para lanzarse sobre ella, seguido por el contrario quién a diferencia de el, después de cerrar la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido, se dirigió sigilosamente a la cama y se sentó.

-¿Por qué has venido?

-Bueno... Ya te he dicho que no podía dormir tampoco y pensé que quizás podríamos hablar o algo...

-¿Sobre qué?

-No quiero molestarte ni nada y si no quieres dime qué no quieres hablar sobre ello... Pero tengo curiosidad, varias veces has mencionado tu vida antes de llegar aquí pero nunca has dicho cómo era... ¿Podrías contarme sobre tu antiguo hogar?

Dio no sabía que hacer, no quería hablar sobre aquel horrible lugar pero si lo hacía conseguiría aumentar la confianza que Jojo le tenía. Y para ser sinceros, nada sería más vergonzoso que haberle besado.

-No hay mucho que contar... Yo no le llamaría hogar, un hogar es un sitio que quieres... Lo único bueno que había era mi madre pero ella murió... Por culpa de ese desgraciado-musito lo último con ira- Solo de pensar que en mi corre su sangre me pone enfermo.

Dio no sabía por qué le contaba eso, estaba revelando a su enemigo sus debilidades, pero a ojos de Jonathan, el ya no era su enemigo, si no su mejor amigo y le dolía oír eso, el también perdió a su madre, pero él era un bebé y su vida siempre estuvo llena de lujos, a diferencia del rubio, quién había vivido una triste vida. Pero este a pesar de no querer seguir con su historia, decidió seguir al notar el efecto que había tenido en el contrario. Le contó de sus peleas, de lo miserable que era su padre... Hasta que no pudo más y decidió parar. Dio sentía una inmensa rabia dentro de él y lo único que quería era desahogar sus penas. El siempre recurría a la violencia en estos casos, pero está vez no se pudo contener y antes de que le diera tiempo a pararlo, sus lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas. Pero esto no hizo que se desahogara, solo lo empeoró. ¿Cómo podía ser que el, Dio, permitiera verse vulnerable delante de la persona que más odiaba? Entonces sintió como algo lo rodeaba, era Jonthan, quién al notar el estado del rubio no dudó en intentar confortarlo de la única manera en la que podía confiar, un abrazo. Jojo se sentía prepotente por no poder entender el sentimiento que Dio sentía y pronuncio las únicas palabras que se le ocurrieron.

-Tendran que andar sobre mi cadáver si quieren hacerte daño.

Esas palabras no solo hicieron el efecto que pretendían, hicieron mucho más, pero ninguno de los presentes se daría cuenta de ello aun. Y Dio por una vez se dejó consolar, se dejó llevar por la bondad del peliazul, mostrándose tal y como era, un humano que necesitaba de alguien con quien desahogarse y aveces, debes de elegir no ser un puto.

Eventualmente los dos,aún abrazados, callerón dormidos sin darse cuenta, pero ese no era su problema si no que el de los Jonathan y Dio del día siguiente. Quienes se despertaron Asustados ante la intromisión del contrario en su espacio personal.

enamorando a un Joestar (JonaDio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora