¿Podrías Amarme?

XXIII

Daniel se despertó con un cuerpo encima del suyo

Buenos días, gruñó, inmediatamente abrazando a Phani contra su pecho. Ella se había puesto encima de él y ahora estaba acariciando su cuello adormilado

Buenos días, le susurró en respuesta y Daniel no quería nada más que encontrar el botón de pausa y congelar el cuadro del momento en el tiempo para siempre.
Es domingo por la mañana, la luz del sol entraba por las cortinas, el susurro de las sábanas, el ritmo constante del corazón de Phani contra el pecho de Daniel, la piel cálida y los toques suaves. Era una especie de cielo que Daniel nunca había alcanzado antes, un sentimiento fugaz de euforia que no estaba seguro de poder encontrar de nuevo

Deberíamos levantarnos, murmuró Daniel

¿Por qué? Es domingo, no estoy trabajando. Tú tampoco lo estas —susurró ella

"Phani".

Bien, bien, bien, voy al baño, gruñó Phani. Se apoyó en un codo y luego rozó sus nudillos contra la mejilla de Daniel y lo besó suavemente con una pequeña sonrisa, que solo se sintió como un martillo en el corazón. Daniel giró la cabeza hacia un lado y vio a Phani ir al baño y cerrar la puerta, oyó correr el agua en el fregadero, oyó a Phani cantar para sí misma

Solo hazlo, hazlo rápido, estará bien, estará bien, solo hazlo...

Sintiéndose entumecido, Daniel apartó las mantas y se sentó en el borde de la cama, sintiendo los dolores y molestias residuales en su cuerpo, probablemente el resultado de un sueño mediocre. La puerta del baño se abrió y el brazo de Phani sobresalió con un cepillo de dientes y pasta sobre él.

Daniel silenciosamente se acercó y lo aceptó y la puerta se cerró de nuevo. Daniel se cepilló los dientes en un silencio aturdido, se escabulló al baño de invitados para enjuagarse la boca y luego regresó silenciosamente al dormitorio y se sentó en la cama nuevamente, con la sangre como hielo en las venas

¿Querías hacer algo hoy? Phani salió del baño y abrió el cajón superior de la cómoda, sacando una blusa y un par de jeans, se puso los jeans sin decir una palabra, pero luego se giró y se dio cuenta de que Daniel no respondía. ¿Dan?

"Sí."

¿Qué pasa? Preguntó, poniéndose la blusa, Daniel se quedó sentado en el borde de la cama, sintiéndose repentinamente enfermo del estómago

-Ya no podemos hacer esto, tenemos que parar-

¿Qué? Phani se quedó clavada en el suelo y miró fijamente a Daniel, pero él no podía mirar a ningún lado más que al suelo, tratando de evitar sentirse enfermo
Tenemos que parar, repitió Daniel, sin apenas reconocer su propia voz. Yo no... no me di cuenta... no me di cuenta hasta anoche de lo lejos que lo habíamos llegado, fue muy lejos. No podemos hacer esto

Daniel -dijo con voz temblorosa- Phani se alejó unos pasos del baño y se paró directamente frente a él en tono de confrontación y fue entonces cuando la miró. El rostro de ella se veía pálido, el ceño fruncido por la preocupación, pero sus ojos estaban en llamas, lo cual era una señal peligrosa, Daniel tragó saliva

-Tenía que hacer esto-

Sabes que lo hicimos, dijo él de manera uniforme. Y no quiero que te quedes ahí y trates de justificarlo, porque no puedes. Cruzamos cada maldita línea que existía