En donde Hikaru Yoshida está enamorado de uno de sus mejores amigos...
O
En donde la ToMan sobreprotege a un omega que ni siquiera pertenece a la pandilla, aún cuando este puede llegar a ser el mismísimo diablo si se lo propone.
AU Omegaverse
Tokyo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Salí del departamento y comencé a caminar hacia la casa de la familia Sano para recoger al rubio. Toqué la puerta y a los segundos se abrió mostrando a Emma.
—¡Oh! Hika, pasa —exclamó y se hizo a un lado
—¿Cómo estás Emma-chan? —pregunté en forma de saludo con una sonrisa y ella suspiró
—Preocupada... —respondió mientras yo me cambiaba los zapatos para entrar—. Con todo lo que ha pasado... menos mal que ya pasó...
Me abrazó y correspondí.
—¿Tú estás bien...? —preguntó sin soltarme—. Lamento no haber ido al hospital a verte, Pero Mikey dijo que ya ibas a salir entonces...
Acaricie su cabeza y liberé un poco de mis feromonas para que se calmara.
—Estoy bien, todavía me mareo un poco, pero ya no duele —respondí y volteé al sentir pasos acercándose.
—¿Huh? ¿Ya llegaste, Hika-chan? —Mikey se apareció con su pijama y su manta en su mano.
—Oi, ve a cambiarte —le ordenó Emma al separarse y verlo—. ¿Y como es que estas despierto?
Yo sonreí ante la escena y alcé la mano.
—Mi culpa, lo llamé antes de venir —dije y ambos me miraron, Mikey con sueño todavía—. Ve a cambiarte.
—Tengo hambre... —se quejó el rubio yendo a la cocina.
—Pues comerás luego —dije adelantándome e impidiendo que avanzara.
La risa de Emma se escuchó y camino para entrar a la cocina, pues me moví para que entrara.
—Ya oíste Mikey, ve a cambiarte mientras yo sirvo el desayuno —ordenó y sonreí
Mikey me miró con los ojos entrecerrados y bufó, trató de entrar pero lo detuve.
—Bien, ahora sí —dije agarré al rubio de la oreja y comencé a arrastrarlo hasta su cuarto.
...Hoy no tengo mucha paciencia...
—¡Hika-chan!... Auch... Auch...¡Ya basta!... Auch... —se quejaba, al llegar a su dormitorio lo empuje hacia dentro y cerré la puerta—. ¿¡Pero que te pasa hoy!?
—¡Cámbiate! —ordené apoyándome en la puerta
Gracias al silencio a mi alrededor pude escuchar los muebles abrirse y cerrarse, además de maldiciones hacia mí.
