En donde Hikaru Yoshida está enamorado de uno de sus mejores amigos...
O
En donde la ToMan sobreprotege a un omega que ni siquiera pertenece a la pandilla, aún cuando este puede llegar a ser el mismísimo diablo si se lo propone.
AU Omegaverse
Tokyo...
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Claro que, como nada sale como uno planea, terminé perdiéndome y vagando por ahí.
E iban a ser las 9 de la noche.
Sí, se me fue el tiempo.
Estaba por darme por vencido y llamar a papá, pero a lo lejos logré ver algo conocido, más bien alguien.
Mark, el imbécil.
Estaba entrando a un edificio que parecía ser una discoteca acompañado de dos chicos casi de su altura y una chica bajita.
Negué mirando detalladamente el lugar y guardando todo en mi memoria para alguna ocasión.
Podría haberlo seguido, pero tengo una mochila en la espalda, con una serpiente dentro y no estoy vestido para la ocasión.
El viento era frío y fuerte, así que miraba en todas las direcciones en busca de una estación de taxis.
—Oh, tú eres Hikaru —dijo alguien a mis espaldas.
El aroma a rosas me inundó y volteé al saber que era un omega.
—¿Un Haitani? —pregunté confundido al verlo—. ¿No eres de Roppongi?
—Eso no me impide estar en otro lugar —dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa y señaló detrás de él—. Mi hermano está por allá, ¿Vienes?
Enarqué una ceja confundido.
—¿Cómo por qué? —pregunté mirando al hermano mayor
—Estás perdido, y Yuki seguro se preocuparía por tí —respondió sorprendiéndome
—¿Conoces a mi hermano? —cuestioné comenzando a avanzar junto a él
—Sí, aunque él no lo recuerda muy bien —respondió dejándome confundido—. Te lo explicaré, ven...
Decidí seguirlo, era una opción algo interesante, además...
...¿Cómo conoce a mi hermano?...
Llegamos hasta un auto estacionado en una esquina y Ran dió unos golpecitos en la ventana del copiloto, a los segundos esta bajó y el otro hermano, Rindou, se asomó.
Parecía que quiso decirle algo, pero se detuvo al mirarme.
—Hola... —saludé nervioso al de lentes, que frunció el ceño y miró a su hermano de una manera extraña.
Como si pudieran entenderse sin tener que hablar.
A los segundos Ran sonrió y su hermano bufó volviendo la mirada al frente y subiendo la ventana.
