El baile del bofetón

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El timbre de la casa de Izuku sonó pasadas las 10 y media de la mañana. Izuku salió a abrir la puerta en delantal y con un paño anudado a la cabeza para evitar llenarse el pelo de polvo. Tras la puerta esperaba Ochako con una bolsa en la mano y una mochila a la espalda.

—¡Deku-kun! —exclamó con alegría al verlo.

—¡Uraraka-san, no te esperaba tan temprano! —respondió Izuku quitándose rápidamente el paño de la cabeza con las mejillas sonrojadas—. Aún estoy terminando de ordenar y limpiar la casa.

—Ya me lo imaginaba. He venido antes para echarte una mano.

Izuku se apartó para dejar entrar a su mejor amiga. Ochako se quitó los zapatos en la entrada y se puso unas zapatillas que Izuku sacó del mueble de la entrada para ella.

—No era necesario, de verdad. Me las hubiera apañado por mí mismo.

Ochako siguió a Izuku por el pasillo que conducía al salón. Izuku había alquilado un piso de una sola habitación en un edificio situado a unas pocas calles del trabajo. Era una barriada tranquila y familiar. La casa se distribuía alrededor de un salón amplio que contaba con un sofá, una televisión y una mesa alta para cuatro personas que en ese momento estaba sepultaba bajo decenas de bolsas. En realidad, todo el salón se encontraba lleno de trastos que apenas dejaban sitio para moverse.

—¿De verdad pensabas que ibas a acabar tú solo con todo esto antes de que llegáramos? —le preguntó Ochako al ver el desastre.

—Bueno, habíamos quedado dentro de tres horas. Esperaba que para entonces, la casa tuviera mejor aspecto.

—Iida-kun y Tororoki-kun llegaran sobre las 12 y media, ¿verdad?

—Sí —respondió Izuku.

—Entonces no tenemos tiempo que perder. ¿Dónde puedo dejar mis cosas?

—En mi habitación. Debe de haber sitio encima de mi cama —dijo con cierta duda en su voz—. Es la puerta que está a la izquierda.

Ochako se adentró en la casa y abrió la puerta que le había indicado Izuku. La habitación era bastante amplia, pero también estaba llena de maletas y cajas sin desempaquetar. Izuku ni siquiera había tenido tiempo se colocar los posters y las figuras de All Might que solían llenar su habitación. Ochako dejó su mochila encima de la cama y salió con cuidado. Después le pidió permiso a Izuku para dejar la bolsa que había traído en el frigorífico y se dirigió a la cocina.

—Son dulces típicos de Fujinomiya—explicó.

Ochako había sido contratada en Fujinomiya, una ciudad de la prefectura de Shizuoka, a dos horas en tren de Shinjuku. Su poder y la habilidad que había adquirido para dominarlo habían llamado mucho la atención después de que hubieran terminado sus estudios en la UA. Varias agencias de héroes habían contactado con ella y finalmente, había decidido trasladarse a la agencia de Fujinomiya por ser la que mejores condiciones y salario le ofrecía. Rápidamente, se pusieron manos a la obra. Izuku le fue indicando a Ochako dónde debía poner cada cosa. El poder de la chica era muy útil a la hora de mover muebles pesados entre tantas cajas y bolsas.

—La casa estaba amueblada —explicó Izuku—, pero me hacía falta un escritorio, una estantería y una cajonera. Así que, al final, tuve que comprar algunos muebles.

Izuku colocó todos sus libros y cómics en la estantería tan pronto como Ochako la hubo movido hasta su habitación con su quirk. Su amiga se fijó en que todavía conservaba sus cuadernos de análisis de héroes que había ido elaborando en sus años de instituto y de academia.

—En mi tiempo libre, me gusta revisarlos y añadir detalles de los que no me había dado cuenta antes —dijo Izuku—. Aunque no lo creas, son muy útiles.

El hilo rojo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora