𝚀𝚞é𝚍𝚊𝚝𝚎 𝚊 𝚖𝚒 𝚕𝚊𝚍𝚘 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ

𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷.

𝙻𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚊𝚟𝚎𝚛𝚊 𝚎𝚗 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌í.

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El ser humano es propenso a cuestionar todo a su alrededor, ¿Quién es Dios ¿Qué es la casualidad? ¿Cómo se creó el universo? ¿Qué es la vida? 

Cuando tenía siete años me senté en el regazo de mi padre para hacerle esta última pregunta: 

—Papá, ¿Qué es la vida? 

Me dedicó una ligera sonrisa, apartó su periódico y puso una mano sobre mis cabellos oscuros. — La vida... para mí es una recopilación de los momentos más importantes, hasta los más simples, los cuales llenan y forman parte de las memorias de un ser humano. Por eso considero que, la vida no termina precisamente cuando mueres, sino cuando dejan de recordarte. 

Deseaba escuchar algo más concreto o poético como: "Es una pluma, es la semilla de una hierba, aventada de acá para allá, que a veces se multiplica y muere en el acto y a veces asciende a los cielos."  Sólo tenía 7 años y pocas memorias que deseara atesorar. 

Sin embargo, aquella respuesta de mi padre tomó sentido para mí al cumplir 18 años, la vida es una suma de momentos importantes: como mi graduación del bachillerato o la llamada de una editorial japonesa interesada en publicar mi novela.

 A los momentos más simples: como bailar junto a Sasha en una fiesta, encontrar al amor de mi vida observando los cerezos, o llevar un pastel sorpresa a mi mejor amigo para celebrar su vigésimo cumpleaños. 

Mientras Sasha y yo atravesamos el dormitorio de chicos, dirigiéndonos a la habitación de Jean y Connie, sonrío nostálgica, ya que en preparatoria hablabamos de esto, llevarnos pasteles de cumpleaños en la universidad, ya que estaríamos lejos de nuestras familias. 

 Nuestros sueños comenzaron a realizarse antes de que fuésemos conscientes de ello. 

— Buenas — saluda la castaña a un volumen bajo. 

Niccolo, Armin, Eren y Mikasa, esperan de pie frente al dormitorio, todos vestimos pijamas, Eren lleva un par de bombas de confeti en la mano, el pastel lo sostengo yo en mis manos, es de chocolate, de tamaño pequeño, y tiene una velita apagada en el centro. 

— Ya le envié un mensaje a Connie — susurró Armin. 

A los pocos segundos, la puerta se abrió lentamente dejando ver los ojos enrojecidos del Springer, nos aguantamos la risa al ver sus pijamas rayadas como el niño de la película. La habitación estaba a oscuras, entramos en silencio y con cuidado de no tropezar. 

Niccolo hizo la cuenta regresiva en voz casi inaudible — 3,2,1... 

— ¡¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaaaaaños querido Jeaaan, feliz cumpleaaaaños a ti!! Porque es un buen compañero, porque es un buen compañero, porque es un buen compañeeeeero, y nadie lo puede negar. 

Eren y Niccolo explotaron las bombas al mismo tiempo, llenando de tiritas coloridas la cama, Sasha y yo nos avalanzamos para abrazar a Jean quien rodea con un brazo a cada una. 

— Felices veinte anciano, te adoro mi Jeanbo — digo acariciando sus cabellos, en tanto, Sasha se incorpora y  busca el encendedor para la velita.