𝚀𝚞é𝚍𝚊𝚝𝚎 𝚊 𝚖𝚒 𝚕𝚊𝚍𝚘 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ

𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷𝟼.

𝚉𝚎𝚔𝚎 𝙹𝚊𝚎𝚐𝚎𝚛.

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ʜᴀɴᴀʙɪ'ꜱ ᴘ.ᴏ.ᴠ.

Conectada a múltiples aparatos electrónicos, la vida de Levi Ackerman pende de un hilo.

Han elegido a los mejores médicos del país, lo primero que hicieron fue practicarle una cirugía en la columna, muchos de sus huesos fueron fracturados debido al impacto del autobús, nadie cree que pueda volver a caminar. 

Le han vendado más de la mitad del rostro y, hasta que recupere la consciencia se sabrá si ha perdido la visión en ambos o sólo del lado derecho, sus manos también sufrieron heridas, igual que algunos de sus órganos internos. 

Lo miro tras el cristal, sus labios lucen secos y su rostro más pálido de lo normal, me duele saber que, de no ser por esos aparatos, su respiración se habría detenido, porque es imposible que su cuerpo cumpla las funciones básicas por sí solo. 

Había llegado a mi departamento cuando recibí una llamada de Eren, diciendo que iban a recogerme, teníamos que viajar a Tokio de emergencia, Levi había sufrido un accidente y estaba internado de gravedad en el hospital metropolitano. 

Mi rostro palideció, mis manos perdieron todo rastro de calidez, mantengo vagos recuerdos de lo que pasó después, es como si mi cerebro hubiese activado el modo automático y no fui capaz  capaz de reaccionar hasta que mis ojos se encontraron con la agonizante imagen del profesor Ackerman a punto de morir.

¿Cómo pasó? Esa mañana bromeamos como siempre lo hacíamos, haciendo planes para un futuro que ni él ni yo teníamos en nuestras manos. 

* * *

— Debes descansar — la suave mano de Jean se posa sobre mi espalda — o comer algo. 

— No tengo hambre — murmuro. 

— Supuse que dirías eso así que te traje una malteada y galletas. 

Ambos caminamos hacia una sala frente al cuarto privado del profesor, quito el sorbete del cartoncillo y bebo un poco de la leche con chocolate, Jean me tiende una galleta de avena, y la acepto casi de mala gana. Hay situaciones donde la comida parece estancarse en la boca del estómago, nunca tuve una merienda más amarga. 

— Llevas dos días sin dormir — señala con preocupación fijando su atención en las bolsas moradas bajo mis ojos. 

— No puedo, sólo consigo tener pesadillas. 

— Los exámenes semestrales van a comenzar, es necesario volver a Kioto. 

— Lo sé pero, no quiero dejarlo solo.  

Mientras conversamos, un hombre alto de cabello claro y ojos color miel se acerca a nosotros, por su atuendo intuyo que es policía, sin embargo, no tiene el ceño fruncido como los que he conocido. 

— ¿Señorita Hanabi Lufkin? — pregunta deteniéndose frente a mí — soy el agente Colt Grice, trabajo para el señor Ackerman, tengo entendido que es su pareja, ¿Puedo hacerle algunas preguntas? 

— Claro. 

Le sigo a una recámara privada acondicionada para los visitantes, ahí podemos dejar nuestras pertenencias como bolsos, abrigos, o incluso ver televisión. Una vez entramos, cierra la puerta, sentándose en una de las sillas de madera cruzando una pierna sobre la otra, en seguida saca un bolígrafo y un cuaderno de notas.  

— Señorita Lufkin, es mi deber informarle que el accidente de Levi fue adrede, el tráiler con cargamento que se estrelló contra su coche, fue reportado como robado por la tarde de ese día, además, conducían en dirección contraria a la indicada en la carretera — comienza a explicar — está de más decir que nuestro sospechoso principal es Marti Ackerman, sin embargo, considerando que el joven Ackerman tiene una relación con una universitaria, consideramos que quizá se deba a algún acto de celos por parte de alguien relacionado con usted.