31.

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Leonard abrió los ojos, notaba cierto vacío a su alrededor.
Buscó a Denna encontrándola junto a la ventana. Su cuerpo quedaba cubierto por una manta fina que se pegaba a sus curvas. La poca luz que entraba por la ventana perfilaba sus rasgos. Leonard soltó un suspiro, estaba viendo a un ángel.

-Es el momento.- dijo sin girarse para mirarlo. Había cierta crudeza en su voz. Leonard sabía que debía marcharse de ahí.

-Tenemos que hablar.- intentó acercarse a ella, pero Denna se giró rápidamente y le señaló que se quedara en su sitio. Los ánimos de Leonard cayeron por los suelos. Nada había cambiado entre ellos dos.- ¿Te arrepientes?.- a pesar de formular la pregunta, no era capaz de escuchar la respuesta.

Denna bajó la mirada sin saber qué contestar a esa pregunta ¿se arrepentía? Ella sabía que no, pero no le daría el gusto a Leonard de escucharlo. Todavía sentía cierto resentimiento por lo que le había hecho. Quizás no era capaz de perdonárselo nunca.

-Puede ser.- dijo con poca voz. Estaba siendo una mala persona.- Fue un error. No volverá a ocurrir.

Leonard asintió dolorido, aquella afirmación lo estaba destruyendo poco a poco. Denna tenía todo el derecho de hacerlo sentir de aquella manera, es más, se lo tenía bien merecido.

-Está bien.- susurró temerario de romperse en cualquier momento.- Te dejaré tranquila.- fue lo único que dijo antes de marcharse por la puerta, sin girarse en ningún momento para observar si Denna se arrepentía.

La joven dejó escapar un suspiro que mostraba su debilidad por aquel vampiro. Le dolió más a ella decirle esas cosas que a él. Pero era lo mejor para ambos. Los dos se habían hecho tanto daño que no merecía la pena intentar reparar los escombros de una relación imposible. Decidió ponerle fin y centrarse en lo que realmente importaba, salvar la vida de todos los que dependían de ella y acabar con una guerra absurda. Una guerra que solo había comenzado por avaricia y poder. Miró una vez más la salida del sol, aquella mañana brillaba con un resplandor especial, uno lleno de esperanza.

Se vistió rápidamente con unos vaqueros negros, una camiseta escarlata y unas botas largas que le llegaban hasta la rodilla. Agarró la chaqueta de cuero que colgaba de la puerta, y antes de salir al mundo exterior, miró su reflejo una vez más en el espejo.
Su piel blanquecina estaba radiante, su pelo había crecido algo desde la última vez que se lo cortó y sus ojos resplandecían como dos esferas de luz azulada. Denna estaba cambiando, el poder que contenía en su interior estaba creciendo y con ello saneando sus heridas. Sonrió a su propio reflejo, estaba observando a una chica completamente diferente a lo que era.

-Venga, hay que salir y disfrutar de la vida, que es corta y nunca se sabe.- su compañera de laboratorio no paraba de sacudirla por el hombro como si aquello hiciera que cambiara de opinión.

-Sabes que hoy no puedo, el lunes tengo un parcial eliminatorio que me quita la mitad de la materia. Pero no creas que no me apetece una cerveza bien fría.

-¿Chicas, vais a ir a la fiesta de Lucía?- dos chicos de su clase, Carlos e Iván, acentuaron las ganas de Sara de ir de fiesta. Esta miró acusatoriamente
a Denna.

Denna suspiró antes de contestar.

-Está bien, pero solo un ratito.- rió al ver la cara de felicidad de su amiga.

Ojalá volver a aquellos tiempos en los que su mayor preocupación eran los exámenes finales. Ojalá nunca hubiera conocido aquel mundo de cazadores, vampiros y dioses egoístas.

Y pensar que todo había empezado por culpa del amor verdadero entre un vampiro y una cazadora, sus padres. Por un amor y un odio al mismo tiempo.
Al final sí que era cierto eso de que entre el amor y el odio, hay una sola línea fina, Denna diría que finísima.

Resurrección {secuestrada por un vampiro #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora