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Ruido. Demasiado ruido.

Los árboles cantaban una triste melodía y el viento cada vez era más frío, parecía que quería ir en contra de los pasos de Denna, no quería dejarla avanzar.
Denna corría sin sentido, pero por algún motivo tenía una sensación extraña en el cuerpo que la incitaba a seguir corriendo como si la vida le corriera en ello.
Sus sentidos estaban nublados, por lo que tampoco tenía mucha percepción de hacia dónde iba o se movía, ella solo sabía que corría, pero no sabía el porqué.
Sus pasos cada vez eran más veloces y le dio la sensación de estar a punto de volar, de repente se sintió viva, fuerte. Sus sentidos poco a poco se normalizaban, hasta le pareció que eran mucho más potentes. Podía sentir el viento contra su piel como si la estuviera besando, el frío ya no le afectaba tanto como antes, los rayos del sol brillaban mucho más.
Las hojas de los árboles contenían gotas de lluvia resbaladizas que cuando llegaban al final del recorrido, caían lentamente y chocaban contra la nieve produciendo una suave onda en su superficie.

El piar de los pájaros la aturdió por un segundo y un dolor aguda le recorrió la cabeza. Dejó de correr para taparse los oídos, no podía soportarlo.

-Callad.-dijo sin poder escuchar su voz, en su cabeza solo resonaba el piar molesto que provenía de todos lados.- Callad.- gritó sintiéndose agobiada.

Fue entonces cuando el silencio se impuso en su mente, lo único que escuchaba eran sus propios latidos y su agitada respiración.¿Cómo era posible que el mundo entero se hubiera silenciado?

Abrió los ojos bajando lentamente las manos. Soltó una exclamación de sorpresa al darse cuenta de la media esfera que la rodeaba, a una gran altura sobre su cabeza. Un campo de energía la protegía del exterior y estaba segura de que lo había creado ella.

-Increíble.- fue lo único que pudo articular al mismo tiempo que giraba sobre sí misma estudiando el campo. Alrededor de este traslucía una luz azulada que conseguía hipnotizar.

Una espada plateada la atravesaba, empuñada por Leonard.

Denna cerró los ojos con fuerza ante un posible recuerdo. Desde que había despertado había intentado recordar qué fue lo que sucedió, no recordaba nada de su vida pasada.

Solo sabía que al abrir los ojos se hallaba en una habitación desconocida que estaba segura de que no era la suya. Al principio le costó mover el cuerpo entero, estaba medio dormido, pero poco a poco fue recuperando la movilidad en las articulaciones y cuando ya la obtuvo completamente, echó a correr como alma que lleva el diablo.

Denna se tocó el pecho con la punta de los dedos, notando una pequeña cicatriz a través del fino camisón que llevaba como ropa. Una pulsera con una libélula rodeaba su muñeca, la acarició notando por primera vez su presencia. Desenrolló la cadena percatándose de que era un bonito collar, sonrió sin saber por qué y se lo puso temerosa de perderlo. Sentía que era algo muy especial.

-Qué hambre.- musitó escuchando atentamente su propia voz. Todo le parecía fuera de contexto, se sentía diferente, rara, fuerte, fría...

Casi sin darse cuenta, el campo que había creado a su alrededor fue desapareciendo hasta dejarla desprotegida al exterior, solo que aquella vez ya no la perturbaba. Ya no había tanto ruido como antes y ya no se sentía desorientada. Pudo apreciar la belleza de la naturaleza madre, llenándola de tranquilidad y alegría.

Una espada plateada.

Frunció el ceño ante sus propios pensamientos ¿una espada plateada? Ella no sabía nada de una espada plateada. Ella no sabía nada.

Debes acabar con el dios oscuro.

Gritó exhausta sin saber qué debía hacer o a dónde debía ir. Estaba sola en medio de la nada, con los pies descalzos y con un simple camisón empapado. Lo mas extraño de todo, es que no sentía frío, es más, la aliviaba.

Resurrección {secuestrada por un vampiro #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora