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Leonard estaba cegado por la ira y el dolor, en su mente permanecía la imagen de un cuerpo sin vida y, sobre todo, el remordimiento de no haber obtenido el perdón de quien en tiempos pasados había sido su mejor amigo. ¿Cómo habían llegado a esa situación?

¿Cuándo se había complicado todo?

Todo era su culpa.

Tendría que haber dejado a Denna seguir con su vida, acabar sus estudios y ser feliz siendo una joven normal, pero se había dejado llevar por un impulso estúpido y egoísta y acabó destruyéndola.

Nadie habría sabido de su existencia y nadie habría acabado herido.

Leonard sintió cómo el pecho le ardía de rabia y se centró en dirigirla hacia los reclutados que se acercaban hacia él. Mataba sin remordimientos , no le importaba nada más que acabar con aquello. Sintió un intenso escozor en el hombro, uno de los reclutados logró rozarle y abrirle una herida profunda en la piel.

El brazo le quemaba, pero no dejó que ese dolor lo distrajera, sino que lo fortaleció muchísimo más en cuanto a sentamientos negativos. Cuando Alejandra logró posicionarse a su lado, Leonard ya se había librado de la mayor parte de los reclutados.

El rubio buscó con la mirada a su alma gemela, empezó a desesperarse cuando no daba con su paradero.

-Tranquilo principito, sabe lo que hace.- Alejandra intentó que el vampiro no entrara en pánico y se volviera loco. Rápidamente señaló la dirección en la que se encontraban Graciela y Denna luchando codo a codo.  Alejandra tenía razón, sabía lo que hacía.

Aprovechó ese breve momento para observar a su alrededor, hasta entonces no se había dado cuenta de la masacre que se estaba llevando acabo en aquél lugar. Observó aterrorizado los miles de cuerpos en el suelo, las manchas rojizas sobre el verde reciente del campo y la derrota que estaban sufriendo los suyos.

Denna cruzó la mirada con la de él conociendo sus pensamientos, sintiendo lo que él sentía. A pesar de todo, ellos dos seguían unidos por un hilo invisible y siempre lo estarían.

Leonard no sabía cuánto tiempo permanecieron observándose  sin ninguna expresión en el rostro, pero en aquél momento sólo existían ellos dos y nadie más. La chica le dedicó una dulce sonrisa y acto seguido avanzó con rapidez y determinación hacia Carla, la bruja con el dios encerrado en su cuerpo. Leonard frunció el ceño conociendo sus intenciones, intentó correr hacia ella antes de que fuera demasiado tarde.

Alejandra se fijó en la carrera de esos dos, cada uno intentando alcanzar una meta diferente. Denna corría para salvar a todos, Leonard corría para salvarla a ella.

-¡Alejandra!- Dack gritó a todo pulmón cuando se dio cuenta del peligro en el que se encontraba su amiga. Una flecha envenenada se acercaba hacia ella a toda prisa, Alejandra observó la punta negra dándose cuenta de que era demasiado tarde para correr. Se quedó esperando a que todo aquello terminara, por fin tendría descanso. Decidió aceptar su destino y cerró los ojos a la espera del dolor punzante de una flecha negra. El dolor nunca llegó.

Abrió los ojos encontrándose con la espalda de su padre , este se giró poco a poco dejando entrever el comienzo de la flecha que iba hacia ella.
Cuando la joven se dio cuenta de lo que aquello significaba, grabó sus ojos en el rostro de su padre e inmediatamente se le aguaron. Daniel intentó sonreír, pero una mancha oscura sustituyó aquel gesto.

Daniel cayó de rodillas al piso y antes de que cediera ante el peso de su propio cuerpo, su  hija lo agarró entre sus brazos.
Ambos temblaban de impotencia y dolor.

-Papá, vas a estar bien.- repetía una y otra vez mientras lo acunaba. Sostenía su rostro entre sus pequeñas manos sin atreverse a mirarlo directamente a los ojos.- Papá...- la voz se le quebró. Ya no podía aguantar más.

Resurrección {secuestrada por un vampiro #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora