13.

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Denna se acercó al cuerpo decidida a dar el paso definitivo. No sabía qué era lo que le esperaría, pero tampoco es que tuviera escapatoria. Despertaría a su otra mitad y acabaría de una vez por todas con el caos que se estaba instalando en el mundo, tanta destrucción y tanta maldad no deberían existir, sobretodo ante los ojos humanos.

Cerró los ojos y dejó que su mente divagara por los rincones más oscuros de la inconsciencia, el subconsciente era el único que conocía los secretos más profundos de su alma. Poco a poco estableció un lazo imaginario con su otra doble, formándose lentamente hasta que este fue lo suficientemente fuerte para que Denna notara el poder que emanaba de esa unión.

Dejó que se le escapara un suspiro de sorpresa por lo bien que se sentía, por lo poderosa que se estaba volviendo.

-Ya era hora, amiga.- abrió los ojos de golpe al escuchar su propia voz a su lado. Su otra mitad la observaba impasible, con una sonrisa de triunfo en el rostro. Sus ojos, a diferencia de los de ella, eran de un gris blanquecino muy irreal.-Dame la mano.- dijo después de un buen rato en silencio.

-¿Por qué?- preguntó Denna con cierta desconfianza. La energía negativa que desprendía aquella parte de ella, era suficiente para que se echara atrás.

-Para establecer la unión, ¿por qué si no?- bufó con exasperación.- Dame la mano ya, no hay mucho tiempo.

Denna se quedó quieta observando la mano que le ofrecía su otra mitad, preguntándose si estaba haciendo lo correcto en dejar que aquél ser despertara en ella. Si lo pensaba bien, ese ser era ella misma, y queriendo no admitirlo, se sentía completa cuando la observaba. Era la parte que le faltaba para ser ella misma.

Denna tomó la mano en un segundo, antes de arrepentirse de sus acciones y abandonar su escapatoria de aquél agujero. En el momento en el que lo hizo una extraña corriente le recorrió todo el antebrazo hasta que esa sensación se hubo apoderado de todo su cuerpo. Sintió como la fuerza en su interior iba creciendo, como se estaba volviendo poderosa. Todo a su alrededor parecía estar girando, pero cuando abrió los ojos, todo seguía exactamente igual. La única que había cambiado era ella, y eso se podía apreciar en sus ojos bicolores. Uno era de un azul claro como el cielo en primavera, y el otro, de un gris parecido a la nieve cuando se ensuciaba. Una sonrisa se dibujó en su rostro, sin darse cuenta de que sus sentimientos ya no seguían ahí.

(...)

Sieon permanecía quieto en un rincón junto a la chimenea, con las piernas cruzadas y la mirada fija en el exterior. Siempre que tenía un rato libre y en soledad, se sentaba junto a la ventana y admiraba el paisaje que se extendía ante sus propias narices, era una costumbre que tenía desde niño. Le encantaba apreciar las pequeñas cosas de la naturaleza, como cuando los rayos del sol  se filtraban a través de las hojas marchitas de los árboles o cuando los copos de nieve relucían bajo la luz de la luna.

En aquél momento, a pesar de que sus ojos intentaban encontrar algo maravilloso entre la naturaleza, su mente no podía dejar de divagar entre los recuerdos de su niñez. Recordaba a sus hermanas, todas ellas con el pelo negro y lacio y los ojos mucho más oscuros que la noche. Recordaba el sonido de sus risas, y también como poco a poco fueron muriéndose en sus brazos, mientras que él lo único que podía hacer, era mirar.

-Sieon, juguemos a algo, me aburro.- había dicho su hermana pequeña con un puchero y los ojos fruncidos.- Y tengo mucha hambre.

-Lo sé.- contestó con cierto cansancio y lástima en la voz. Se agachó a la altura de Mirska y le acarició con delicadeza la mejilla, fría a su contacto.- Iré a buscar algo de comer, tú ve y entra en casa. Hace mucho frío para jugar ahora.

Resurrección {secuestrada por un vampiro #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora