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Algunos años atrás....

Christopher despierta con un terrible de dolor de cabeza, observa una aspirina y un vaso de agua en la mesita de luz a lado de la cama.

Toma la pastilla y la lleva a su boca, bebé un sorbo de agua y pasa la pastilla. Observa el ordenado cuarto celeste de Alan, un gruñido hace que voltee encontrándose con Yoandri dormido en el otro lado de la cama.

Busca su teléfono pero no lo encuentra en ningún sitio, suspira y se levanta cuidadosamente de la cama para no despertar al pelinegro.

Camina hasta el baño, lava su cara y enjuaga su boca. Acomoda su cabello y sale del baño, camina unos cuantos pasos y baja las escaleras.

El aroma a café recién hecho llega sus fosas nasales y camina contento hasta la cocina donde Alan y Johann lo saludan.

—Creíamos que ibas a dormir más tiempo.

—¿Que bebí anoche?—pregunta mientras recibe su taza con café.

—Creo que la pregunta seria, ¿que no bebiste anoche?

—¿Tan así?—pregunta sorprendido.

Alan y Johann asienten, el más alto sale de la cocina con rumbo hacia la habitación de Alan para poder despertar a su novio.

—Chris, tu teléfono no paraba de sonar—comenta el menor y apunta hacia la mesa del comedor donde se encuentra su teléfono y  el de Yoandri.

El castaño deja la taza de café en la mesa y toma si teléfono, observa las llamadas perdidas de Zabdiel.

Decide llamarlo y en el segundo tono el boricua le contesta.

—Christopher Bryant Vélez Muñoz.

—Hola Zabdi—murmura—. Lamento no  haber contestado pero acabo de despertar y..

—Christopher.

—¿Si?

—¿Dónde estás? Te busque en casa de Yoandri pero..

—En la casa de Alan.

—¿Te paso a buscar?

—Esta bien Zabdi.

—Te quiero Chris.

—Te quiero mucho más Zab—sonríe y cuelga la llamada. Guarda su teléfono en el bolsillo de su pantalón, toma su taza y regresa a la cocina.

Yoandri se encuentra sentado en el regazo de Johann mientras que el más alto acaricia la espalda de su novio.

—¿Tu policía va a venir?

—Si, necesitamos hablar.

—¿Ocurrió algo?—pregunta preocupado el cubano.

Christopher niega rápidamente—. Lo noté bastante preocupado.

—Dijimos que iba a ser algo tranquilo pero terminamos demasiado ebrios—Christopher ríe.

El sonido del timbre hace que los cuarto amigos se miren entre sí, Alan camina hasta la puerta donde observa a un hombre bastante alto, de cabello rubio, ojos color café y vestido con uniforme de policía.

—Buenos días, ¿se le ofrece algo oficial...?

—De Jesús—contesta el rubio—. Busco a Christopher.

Alan asiente, se hace a un lado y deja pasar al policía, ambos caminan hacia la cocina donde Christopher se lanza a los brazos del rubio apenas lo ve.

—¡Zabdi!

Sobrepasar los límites Donde viven las historias. Descúbrelo ahora