7 Sí, bésame, porfa... (Ariel)

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Caleb y yo caminamos juntos por la orilla de la playa. Yo le miraba de vez en cuando de reojo y él a mí de la misma manera. En un momento rompió a reír y yo le imité.

—Menudo par—suscitó él—. Ni siquiera somos capaces de mantener una conversación ¿Cuándo se ha vuelto esto tan difícil?

—Bueno, te marchaste—le dije, no como un reproche, si no como una obviedad. Él me miró triste, así que creo que se lo tomó como lo primero—. No es un reproche, por favor, no te lo tomes así. Pero es cierto—me encogí de hombros—. Supongo que han cambiado muchas cosas en ti y también en nosotros.

—Sí, Emmett está impresionante—dijo él mientras se detenía un momento para admirar la luna a lo lejos.

—Ahora es el chico más popular—le dije—. Ya sabes, como lo fue Ash antes de desaparecer, solo que en plan guay.

Me miró sin entender a que me refería, aunque creo que una parte de él sí que sabía a que hacía alusión.

—Yo quería a Ash, era mi mejor amigo antes de Emm—continué—. Pero ambos sabíamos lo cruel y borde que podía ser cuando se lo proponía. Emm no, él es un buen chico. Y ahora todos le siguen y le quieren, como a él.

—Pero en plan guay—repitió él con una sonrisa—. Que bien, me alegro por él.

—Y es mi único amigo—confesé—. ¿Recuerdas como era yo antes de ser amigo vuestro?

—Apenas—confesó él.

—No te culpo—solté una risita estúpida de desilusión—. Nadie se paraba a mirarme, era como inexistente. Bien, pues soy de nuevo esa persona. Solo está Emmett.

— ¿Por eso te has alegrado tanto de verme?—me preguntó.

Por un momento me sentí mal, por que en realidad me había alegrado de verle, pero no por egoísmo propio, si no por que le había echado de menos.

—De verdad me he alegrado de verte—me paré y le hice frente—. Pero puedes elegir. Todos hemos cambiado en estos dos años, no tienes que sentirte obligado a ser nuestro amigo ahora que has vuelto.

—No, yo quiero ser tu amigo—me agarró de una mano—. No como antes, claro, yo tampoco soy esa persona ya. Pero ahora la gente me mira raro por que he vuelto. Me gustaría recuperar nuestra amistad.

—Guay—di un saltito de alegría—. Bueno, cuentéame algo ¿Muchas chicas en Pensilvania?—le guiñé un ojo.

—No—dejó de mirarme algo incómodo y se rascó la nuca mientras volvía a mirar hacia el mar—. Yo... —se giró y sonrió—. Bueno te vas a enterar antes o después. A mi no me gustan las chicas, Ariel, soy gay.

Dudé un momento, y recordé nuestro pasado. Pero en ningún momento recordé que el diera algún indicio de que le gustasen los chicos.

— ¿Te parece raro?—me preguntó.

—Nunca lo imaginé—me encogí de hombros, con sinceridad—. Pero ¿Qué más da? A mi también me gustan los chicos. Todo el mundo lo sabe. Aunque eso no es un problema por que nadie se fija en mí.

— ¡Vaya! Menudo par ¿Eh?—él rió, y yo reí con él.

—Sí—coincidí y tiré de él para continuar caminando—. Me gustaría saber cosas de ti, de tu vida en Pensilvania. Esto es muy aburrido desde... bueno, desde lo que pasó. Cuéntame, por favor.

Caleb sonrió y ya estaba dispuesto a contarme cosas, cuando unos pasos y una voz nos interrumpieron.

— ¡Ariel! ¡Ey, Ariel!—nos girarnos para ver a Theo caminar hacia el inicio del muelle. Cuando lo miramos corrió hasta nosotros—. Ey, te has escapado, creí que volverías. Te he estado buscando un buen rato.

MUÑECOS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora