26 Aprovechándose de ti... (Ariel)

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Theo aparcó frente a la verja de mi casa en Riverside. Apagó el motor y suspiró mientras se dejaba caer hacia atrás en el asiento. Luego giró la cabeza y me miró sonriente.

—Quiero entrar contigo—me agarró de la mano—. Quiero decirle a tu padre lo que hicimos, lo que pasó anoche. Yo no quiero que nos ocultemos, quiero enfrentar a tu padre, que sepa que soy de fiar.

—Eres muy mono—reí y le acaricié la cara—. Pero estamos en el siglo veintiuno. No es asunto de mi padre si tengo o no tengo sexo. Y no tienes que pedir mi mano. Esto es cosa nuestra.

—Ariel...

—No es un buen momento—negué—. Mi padre estará disgustado por la vuelta de Wren. No quiero hacer esto ahora. Primero tengo que solucionar otras cosas.

—Vale, pero no quiero esperar mucho—me miró serio.

Asentí y luego abrí la cremallera de mi mochila para sacar las entradas del Foxy. Se las enseñé y él las miró frunciendo el ceño con ironía y luego me miró y negó.

—Ni hablar—suspiró—. Eso es un rollo para niños pijos.

—Yo quiero ir—hice un mohín—. Por favor, será como nuestra primera cita.

—Nuestra primera cita fue en el muelle—levantó una ceja—. Y si no recuerdo mal, fue mucho más excitante e interesante que una fiesta benéfica donde los ricos faldean de quien tiene más dinero.

—Vale, iré solo—volví a guardar las entradas en la mochila. En verdad era mejor que no viniese, así no tendría que darle esquinazo cuando me marchara de la fiesta.

—Oye, no te enfades—me tocó la barbilla y me obligó a alzar la mirada—. Es que... Esas entradas cuestan más que toda la ropa que llevo.

—Y por eso las he comprado yo—sonreí—. Theo, nadie va a quitarte tu posición de macho dominante. Son solo unas entradas. Además también he pagado la de Emmett.

— ¿Emmett Fields?—preguntó y se puso serio—. ¿Tengo algo de qué preocuparme?

—Es mi mejor amigo—negué—. No pasa nada entre él y yo, ya lo sabes.

—Ya—sacudió su cabeza y me sonrió otra vez, aunque esta vez noté que era forzado—. Vale, sí, te llevaré al Foxy, tú ganas—aceptó—. Pero no pienso ponerme un traje.

—Me encanta tu chupa de cuero—dije tirando de las solapas de su chaqueta. Me incliné y le robé un beso.

—Y que sepas que yo no tengo complejo de macho dominante—puso cara de pícaro—. Es solo que me hubiese gustado invitarte yo.

—Mentiroso—reí y abrí la puerta para bajar—. Tú no quieres ir.

—Cierto, me has pillado—rió—. Lo hago por que te quiero.

Y el mundo se detuvo un instante. Me quedé paralizado junto a la puerta y tardé varios minutos en poder girarme para mirarlo por que tenías las piernas como si las tuviera hechas de gelatina.

— ¿Qué has dicho?—susurré—. ¿Es en serio?

—Claro, tonto—sonrió sin entender mi cara—. Lo hago por ti, ya lo sabes.

—No, no, lo que has dicho—suspiré—. Tú me... ¿Quieres?

Theo se arrastró por los sillones delanteros y luego se irguió de rodillas sobre el del copiloto y me agarró de la cara.

—Te quiero—repitió—. Me gustas desde primero. A pesar de que solo tenías ojos para Ash...

—No hablemos de Ash—me mordí un labio—. Yo... ¿No es un poco pronto para eso?

MUÑECOS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora