16 ¡Nunca sé lo que quiero!... (Emmett)

24 7 0
                                    

No había ido hasta aquel barrio, hasta aquel bar con ninguna intención de nada. Lo último que me apetecía era estar con alguien. Pero necesitaba beber hasta ponerme ciego, lo necesitaba, había sido un día de lo más raro y pesado. Ash estaba muerto. Sin quererlo una lágrima se derramó por mi cara y me la limpié de inmediato antes de que alguien pudiera verme. Aunque lo cierto es que estaba bastante triste. Era cierto que Ash había sido una persona muy difícil, pero había sido también una persona en la que uno podía excusarse, y en parte gracias a él ahora yo era lo que era.

Por eso había ido hasta allí, hasta uno de esos bares a los que solía escaparme para liarme con chicos sin que nadie lo supiera. Aunque esta vez solo había ido a emborracharme y a llorar mis miserias sin que nadie me molestara. A aun lugar donde nadie me conocía.

—Ponme otro Whiskey—le pedí al camarero en cuanto se acercó hasta aquella zona de la barra. Luego dejé un billete sobre la mesa y esperé.

Ya iba por mi cuarta copa doble cuando se escuchó el bullicio junto a la entrada. Era una noche tranquila, por lo que la gente que había en bar miró hacia allí. Yo agarré mi copa con una mano y también miré. Solo era un grupo de chicos, y una chica. Que entró cantando y bailando al ritmo de la música. No los conocía y eso me alivió. Aunque a uno de ellos sí que lo reconocí de inmediato. Andy... y la única chica era su hermana. ¿Qué pasaba, ahora me seguía?

Suspiré y dejé de mirarle en cuanto sus ojos se fijaron en los míos. Pero pasó de mí y se fue hacia una esquina del bar para beber y bailar con sus amigos. No me extrañaba que no me hiciera caso, había sido un capullo con él y había echo todo lo posible por alejarlo de mí. Y eso había echo él. Una parte de mí sintió alivio. Quería decir que Andy no era un pesado y que si yo le decía "hasta aquí", él iba a llegar "hasta aquí" y ya. Ni me iba a presionar. Por otra parte me ponían ansioso por que eso quería decir que no era un acosador, o sea A. Y eso quería decir que A era otra persona que también conocía mi secreto.

—Ponme otro, por favor—le pedí al camarero. Lo necesitaba, necesitaba dejar de pensar que había alguien que podía destruirme tan fácil...

— ¿No has bebido bastante ya?—Andy se puso a mi lado y levantó el brazo para llamar al camarero. Yo le miré, pero él a mí no.

—Yo decido cuando es bastante—le fulminé con la mirada, pero él seguía sin mirarme, así que relajé el rostro—. Creía que habíamos quedado en algo esta tarde.

—Yo no te sigo—suspiró—. ¿Me pones un Gin-Tonic, por favor? Gracias.

— ¿Y qué haces aquí?—le pregunté.

—Mi hermana tiene unos amigos por aquí cerca de sus clases de música—contestó—. Nos han invitado a tomar unas copas.

—Ajá.

— ¿Estás bien?—se giró con su copa en la mano y esta vez sí que me miró a la cara.

— ¿No hemos pasado por esa pregunta esta tarde ya?—alcé una ceja e incliné la cabeza para acentuar mi ironía.

—Como quieras—él chico me sonrió con desdén y luego se giró y se marchó bailando hasta que llegó junto a sus amigos.

Yo no pude dejar de mirar como se contoneaba hasta que ocupó su lugar en el centro de la pandilla ¿Por qué le gustaba llamar tanto la atención?

De repente mi pantalón vibró y yo suspiré. No quería atender a nadie, así que pasé. Pero vibró otra vez, y otra vez, y otra vez. Hasta que tuve que cogerlo sin más remedio. Lo abrí a desgana, rezando por que no fuera la persona que yo me imaginaba, pero mis súplicas no llegaron a ningún puerto. Tenía como veinte mensajes de A, y todos decían lo mismo.

MUÑECOS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora