10 Vale bien leer antes de besar... (Caleb)

30 5 0
                                    


¿Le importaría esperar un momento, señor Booth?—dijo el nuevo profesor de literatura. Y aunque lo preguntó, todos los presentes sabíamos que no era una pregunta—. Los demás, ya pueden salir.

Poco a poco todos los alumnos abandonaron el aula de literatura. Yo esperé hasta que el último de ellos abandonó la clase. Luego, cuando Enzo caminó hasta la puerta para cerrarla, me puse de pie, recogí mi mochila y caminé hasta la mesa del profesor.

—Bueno, ah...—musité mientra se acercaba—. Esto es un poco chocante.

— ¿Chocante?—Enzo titubeó un momento sin saber si debía acercarse a mí o no, como si de repente tuviese la peste o algo. Se apartó un mechón de pelo de la cara y me miró—. ¡Eres mi alumno! ¡Dios, que cagada!

—No...—me rasqué un poco la nuca con nerviosismo—. No creo que sea buena idea que gritemos en este lugar.

—Evidentemente—él suspiró y se apoyó en el filo de la mesa, lejos de mí—. Perdona.

—Supongo que es raro ¿no?—titubeé un poco mientras me paraba frente a él. Él agarró su pluma de la mesa y pegó su mano al pecho, como si intentara que eso lo separase de mí o quisiera evitar que se la robasen—. Pero sí a ti te da igual, a mí también. No me importa que seas mi profesor.

De repente él bajó la cabeza y se formó un silencio incómodo. Pude escuchar hasta el minutero de la pared.

—No me parece una buena idea—no me miró—. Mira, Caleb, eres un chico increíble y en otras circunstancias...—entonces sí me miró—. Pero no es posible. Soy tú profesor y si se supiera que me he acostado con un alumno me podría meter en un lío. Dijiste que eras mayor.

—En realidad no—repliqué. Él me miró y alzó una ceja—. Nunca te dije los años que tenía.

— ¿Y lo de los estudios?—alzó una mano.

—Es cierto—me encogí—. Pero tampoco dije que ahora mismo estudiara literatura. Dije que es algo que me gustaba.

—No dijiste que seguías en el instituto—zanjó—. Pensé que eras mayor y no lo eres. Eres un alumno, así que no puede ser.

En ese momento, como si quisiera consolarme por estar rompiendo conmigo, alargó la mano y tocó la mía—su tacto era cálido, suave y reconfortante—, pero enseguida la volvió a retirar.

—No tendría por que saberlo nadie—susurré débilmente, intentando no llorar ante el nuevo profesor de literatura. Aunque no pude evitar recordad que mis palabras no eran ciertas, por que ya lo sabía alguien. Lo sabía A, fuera Ash u otra persona—. Por favor.

—Lo siento—se giró y me dio la espalda. Comenzó a borrar la pizarra con nerviosismo—. Ya puedes salir. Eso es todo.

Durante un momento me quedé allí parado, sintiéndome rechazado e infantil. Él era un hombre joven, guapo, maduro, listo... Y yo... tan solo un crío de diecisiete años. Sabía que todo nos impedía estar juntos, pero me había encaprichado, y estaba decepcionado y triste.

—Por favor, vete—se giró y me suplicó con la mirada que no le diera problemas.

—Claro—susurré mientras me acercaba a la puerta, lentamente, como si me pesaran las piernas por llevar botas militares.

Salí y cerré la puerta. Los alumnos murmullaban cosas en el pasillo, mientras se dirigían a toda prisa a su siguiente clase. Me paré frente a mi taquilla y suspiré un par de veces para tragarme el disgusto. Tampoco era para tanto, solo un tío bueno había pasado de mí. Pero es que Enzo me gustaba muchísimo. Era tan diferente a los chicos prefabricados de Maryland...

MUÑECOS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora