9 Muy, muy húmedo... (Emmett)

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Después de la sesión de natación en la clase de gimnasia, me metí en las duchas y me relajé bajo el agua caliente durante diez largos minutos. Cuando escuché a los demás chicos de la clase entrar. Alargué la mano y me anudé una toalla a la cintura.

—Eh, tío—Sean Kahn me dio alcance justo enfrente de mi taquilla—. ¿Podemos reunirnos cinco minutos antes del entrenamiento de esta tarde?

—Vale—me encogí de hombros y miré a James Collins, que estaba detrás de Sean y chorreaba, por que de seguro que acababa de salirse de la piscina—. ¿Por qué?

A la mayoría les encantaba nada. A mi no. A mi me recordaba cuando Ash me había obligado a burlarme de Owen Wilde. Me había pedido gastarle una broma cuando yo estaba en primero, así que cuando él pensó que no le veía nadie, se quitó el bañador y nadó desnudo, y yo le robé la ropa. Me pilló y me dio un puñetazo. Tuve que mentir en casa, pero Ash se la pasó riendo todo el camino de vuelta, diciendo cosas como: "¡No ha sido para tanto! Ni siquiera se te pondrá morado ¡Owen la tiene pequeña!"

Cosas como esas era las que pretendía olvidar, y que Ash no estuviese, aunque no deseaba que le hubiese pasado nada malo, me ayudaba bastante. Aún me sentía mal por lo que le había pasado a su casa hacía ya un par de días.

—Tenemos que decidir los nuevos miembros del equipo—me dijo Sean—. Este año somos los superiores, nos toca ¿Recuerdas?

—Ah, sí, sí—le sonreí de nuevo—. Claro tío, cinco minutos antes, lo pillo—me giré para abrir mi taquilla—. Allí estaré.

—Eh—Sean se apoyó en la taquilla y evitó que yo pudiese vestirme de una vez por todas—. ¿Sabes? Creo que Mike Booth sería un buen fichaje, el chico no lo hace nada mal.

— ¿Mike Booth?—recelé.

—Sí, el hermano de Caleb—me dio un toquecito en la frente que me incomodó bastante—. ¡Pensilvania! ¿Recuerdas? Era amigo tuyo antes de irse. ¿Ya sabes? Antes de que desapareciera "El chico perfecto"— Sean hizo comillas con los dedos y me sonrió.

—Se quien es Caleb—fruncí el ceño—. Vale ¿Podemos hablarlo luego? Ahora tengo que vestirme para irme a clase.

—Guay—Sean dio un saltito y luego se marchó de allí.

Abrí por fin mi taquilla para vestirme. Cuando alargué la mano para coger la camiseta y los vaqueros, una nota se cayó revoloteando al suelo. Tenía mi nombre escrito en el dorso. Me agaché para cogerla y la desdoblé con intriga. En el vestuario aún se escuchaban voces de otros chicos riendo y hablando.

Hola, queridísimo Emm,

¡Debo decirte una cosa! ¡Los callejones sucios no son un buen lugar para ser mariquita! ¡Huelen a pis!

—A.

Enrosqué la nota entre mis dedos hasta que la arrugué por completo mientras contenía el aliento. Una vez que me recuperé del Shock la volví a desenliar y volví a leerla. ¿A? ¡Dios mío! Alguien me había visto... Espera, yo sabía quien me había visto. Andy.

Claro, la A era de Andy, él era quien me había mandado todos esos mensajes comprometidos, y solo él me había visto en el callejón.

Miré a mí alrededor y solo escuché silencio ya. Pero de fondo sí que se escuchaba el sonido de una ducha. Salí de allí tal y como estaba y me dispuse a darme una vuelta por el vestuario para ver si encontraba al causante de todo. Para mi buena suerte era él quien salía el último de la ducha. Lo sabía, por que siempre lo hacía. Como si le diese vergüenza que lo viesen desnudo, siempre se duchaba en último lugar.

MUÑECOS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora