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Can't Take My Eyes Off You - Craymer, AIIVAWN . . . . .
Junio [Sábado 25]
Cassandra point of view:
Diez de la mañana y yo estaba más nerviosa que nunca, después de la salida al parque, Bertholdt y yo habíamos quedado en que este sábado iba a ser nuestra cita, bueno, nuestra salida. Yo estaba en mi habitación, acostada en mi cama, esperando un mensaje en el que dijera que ya estaba aquí.
Mi corazón estaba acelerado, había estado hablando mucho con Bertholdt a través de mensajes, pero no pudimos vernos en la semana. Y durante todos estos días lo que más ocupaba mi mente era el beso, o mas bien, los besos.
Tomé mi pequeño peluche de oso, lo abracé y me quedé mirando hacia el techo. Mi mente solo podía recordar la sensación de los labios de Bertholdt junto a los míos. Era dulce y suave.
Ojalá pudiera besarlo otra vez.
Un sonrojo intenso apareció en mi rostro, aún ni había llegado y yo quería besarlo. No podía ser tan ansiosa.
—Cass, hija, Bertholdt ya está aquí. — la voz de mi mamá y los pequeños golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos.
—Bajo de inmediato.
Okey, este era el momento en que quería desaparecer de los nervios, no porque no quisiera ver a Bertholdt, es decir, ¿quién demonios no quiere ver a Bertholdt?, solo que él hacía que mi corazón se acelerará muchísimo y me ponía demasiado nerviosa a veces.
Me levante de la cama y me puse mi chaleco de lana rojo, tomé mi mochila, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Una vez en la entrada me encontré con Gabi parada en la puerta teniendo una pequeña charla con el pelinegro.
—Más te vale tratar muy bien a mi hermana, quiero que la traigas a casa temprano, ¿entiendes? — ella lo apuntó con su dedo. —Los sábados son nuestros días de películas, así que más te vale que no lleguen muy tarde.
—Tranquila, Gabi. — sonrió de forma calmada. —No vamos a volver tan tarde. Te lo prometo.
—Más te vale.
—Ya déjalo tranquilo, Gabi. — me acerqué a ellos. —No lo agobies.
—Pero yo solo...
—Gabi, hija, por favor, deja a tu hermana tranquila. — mamá apareció por el pasillo y puso sus manos en los hombros de Gabi. —Diviértanse, chicos.
Mamá se llevó a Gabi, dejándome al fin a solas con Bertholdt. El extendió su mano hacia mí, con una linda y tierna sonrisa en su rostro. Llevaba puesta una camisa a cuadros y uno de sus típicos chalecos de lana.
Yo solo podía preguntarme ¿Cómo es que Bertholdt podía ser tan lindo?
Tomé su mano, cerré la puerta y ambos empezamos a caminar con nuestras manos unidas.
