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Darling - Christian Leave . . . . .
Octubre [Domingo 16]
Bertholdt point of view:
Mis ojos estaban recorriendo cada centimetro de mi habitación para asegurarme de que esta estuviera lo más ordenada posible. Tenía preparada una tarde de películas con Cass; no es que fuera la primera vez que estaba en mi casa o en mi habitación, cuando éramos pequeños ella, Annie, Reiner y yo pasábamos mucho tiempo acá. Esta vez era diferente, yo lo sentía diferente; Cass era mi novia y quería que cada cosa con ella fuera diferente y especial. No es que pensara siempre en eso o en ella —en realidad si lo hacía— solo quería que las cosas fueran lindas cada vez que ella está conmigo.
Toda mi atención estaba analizando mi habitación, hasta que sentí unos pequeños brazos rodear mi cintura.
—Hola, Bertholdt.
Me di la vuelta encontrándome con el lindo rostro de Cass. Tenía una pequeña sonrisa en sus labios y un bonito brillo emanaba de sus ojos oscuros. Yo solo podía sonreír al verla, sintiendo como mi corazón se aceleraba de emoción.
—Hola, Cariño.
—¿Por qué mirabas con tanta concentración tu habitación?
—Quería que estuviera ordenada.
—Tu habitación jamás a estado desordenada. — soltó una pequeña risa. —Siempre has sido alguien ordenado, desde pequeños.
Tenía razón. No era alguien obsesionado con el orden, pero me gustaba que las cosas quedaran bien, más si Cass iba a estar en mi habitación. Ella si era alguien que estaba un poco obsesionada con el orden.
—¿Ese es un discman? — preguntó posando su mirada en mi escritorio.
—Sí. Papá me lo regalo para mi cumpleaños.
Cass se alejó de mi para acercarse al escritorio tomando en discman entre sus manos. Una parte de mi extrañó sentirla cerca, pero no pude evitar sonreír al ver su curiosidad; era algo muy característico de ella, y yo lo amaba. Yo caminé hasta ella y me puse a su lado.
—¿Lo usas mucho?
—Más o menos.
—Es lindo. — su mirada comenzó a inspeccionar toda mi habitación. —Ahora tienes más cosas pegadas en la pared.
—No me gusta que se vean vacío.
—Me gusta. — siguió mirando mi habitación. —Hace mucho no venía. Creo que estaba muy ocupada.
—Ahora puedes venir más. — dije rápidamente. —Bueno, cuando puedas.
—Eso me gustaría.
Ella me dio una tierna sonrisa antes de ponerse de puntas y dejar un corto beso en mi cuello. Yo le di una sonrisa un poco tímida y con el corazón ligeramente acelerado tomé, con mucha delicadeza, su rostro entre mis manos y junte mis labios con los suyos. Ella volvió a ponerse de puntas y yo tuve que agacharme debido a la diferencia de altura, pero no importaba, porque a mi realmente me gustaba besar a Cass.
