❝ V e i n t e ❞

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En la habitación se instaló un silencio sepulcral luego de que el centinela anunciara el regreso de un supuesto Alfa. JiMin miró a YoonGi, pero éste sólo permanecía callado al igual que el centinela. Un nudo se formó en su garganta ¿Alfa traído de Busan? ¿Muchas cosas que contar? ¿Qué estaba sucediendo?

—¿Dónde se encuentra? —Preguntó YoonGi, tan firme como siempre. El centinela, de raza Beta, tan erguido y recto como podía, dio un paso al frente.

—Está abajo, líder. Las sirvientas están atendiéndolo ahora mismo. —Con un poco de temor, el centinela agregó: —Está agotado. Dijo que después de espiar a Jeon, un lobo desconocido luchó con él. Tuvo suerte de ganar y ser auxiliado por una familia cercana.

Un inaudible jadeo de sorpresa escapó de los labios de JiMin, no podía estar hablando de ese Jeon, debía ser una coincidencia ¿cierto? Era imposible. De inmediato, al no poder tranquilizarse, JiMin cayó sentado en la cama sintiendo que sus piernas temblorosas ya no podrían sostener su peso un minuto más.

Rápidamente la atención de YoonGi y la del centinela se dirigieron a JiMin, sobre todo, miradas preocupadas. El de tez pálida se acercó, tocando su hombro izquierdo e intentando, Inconscientemente, consolarlo por algo que él desconocía. El Omega tembló ante su toque y cuando subió su rostro, YoonGi pudo ver el pánico instalado en la mirada del menor.

—¿JiMin, qué sucede? —Cuestionó suavemente, no queriendo asustarlo. No parecía estar teniendo un ataque, solamente podía divisar a JiMin estar asustado.

El centinela, preocupado, decidió hablar. —¿Quiere que llame a un médico? ¿Al Omega Cría de su pareja?

—JiMin no está enfermo. —Le dijo. Min hizo una seña y el centinela la entendió al instante, saliendo de la habitación y cerrando la puerta a su vez.

—¿Qué sucede?

—¿JungKook vendrá? ¿L-Lo trajeron? —YoonGi miró angustiado el brillo de temor en los ojos de JiMin. El mayor hizo un gran esfuerzo por no preocupar más al Omega, ya que podría empeorar su estado si se mostraba angustiado ante él. —¿Vino por mí?... —Con esa pregunta, la voz de JiMin se quebró. 

Entonces, las feromonas de temor que JiMin emanaba llenaron la habitación. No sólo JiMin estaba asustado, sino también su lobo.

—JungKook no está aquí, nadie lo ha traído. —Decía, queriendo sonar amable y calmado para tranquilizarlo. —Tienes que calmarte, pequeño roba pasteles.

JiMin respiró, haciendo el esfuerzo de calmarse. YoonGi en ningún momento se alejó y eso lo hizo sentir seguro de alguna forma. Pronto, luego de unos cinco minutos, su respiración volvió a la normalidad, al igual que el latido de su corazón. —¿No está, verdad?

—No JiMin, JungKook no está aquí. Ya te lo he dicho.

—Lo siento, mi l-lobo se asustó y no pude...-

—Ya lo sé, tu aroma a miedo inundó la habitación. —YoonGi sabía que las emociones de los lados lobunos eran fuertes. Cuando la parte lobuna de un cambia formas sentía mucho miedo o mucha furia, era imposible para el lado humano controlarse. —Tú quieres volver a Busan, pero la mención del apellido Jeon te asusta hasta los calcetines ¿Qué tramas, roba pasteles? ¿Eh?—Bromeó.

—Deje de decirme así, el robo de tu pastel sólo fue un desliz. —JiMin miró al Alfa con ojos de cachorro regañado. —Tenía hambre y ese postre estaba allí, susurrándome "cómeme, soy delicioso". —El Omega rió débilmente, sintiéndose mejor al estar calmado. —Cuando dije que regresaría a Busan... Nunca dije que volvería con JungKook.

—¿Entonces por qué te preocupa tanto el anillo de bodas que te une a JungKook? —Preguntó, curioso. JiMin no supo si el estremecimiento de su cuerpo fue por la pregunta hecha o por la voz grave que le preguntaba. —¿Por qué insistes en estar aún casado con él?

Y como si por arte magia el universo comprendiera su situación, alguien llamó a la puerta, salvándolo de un inminente interrogatorio por parte del Alfa Líder.


. . .


—¡Que suerte que ya llegó el magnate de Daegu! —Exclamó animadamente el alto Alfa mientras que tomaba la refrescante bebida que una de las sirvientas le dio en su llegada. —Tengo muchas cosas que contarle.

—Ya estoy aquí, puedes decírmelo ahora. Sabes que no soy tolerante con las personas que no van al grano. —Espetó.

—Hola, soy...-

—Dije que directo al grano. —Le Interrumpió YoonGi.

—Sólo quería presentarme con su Omega, señor Min. —Suspiró el joven, sentándose en el sofá. YoonGi no dejó de mirarlo estrictamente y el Alfa suspiró nuevamente. —Bien. Espié por un tiempo el hogar de Jeon JungKook y realmente no vi nada extraño.

—¿Entonces cuáles son las importantes noticias que debías darme?

—No sea impaciente, querido señor Min, déjeme terminar. —El Alfa rió. —Pero fue hace unos cinco días que noté un cambio en la rutina general de Jeon. Primero, se presentaron un hombre y una mujer regularmente en la casa.

—¿Sabes quiénes son? —Cuestionó.

—Sí, después de unos dos días supe que eran sus padres. En un principio creí que sería una de esas típicas visitas hechas por cariñosos y preocupados padres, pero eso cambió cuando a través de la ventana los vi hablando mientras leían unos documentos de los cuales desconozco su contenido. No se veía como una visita familiar feliz, me percaté de ello al verlos tan serios. Aparte ¿Quién hace esas cosas con sus hijos a medianoche?

—¿Algo más? —Inquirió YoonGi. Mientras ambos discutían, JiMin permanecía sentado en la silla del escritorio de YoonGi jugando con sus dedos. El asunto le daba curiosidad, pero también lo ponía ansioso y un poco nervioso.

—Esta es la cereza del pastel, Min. —El simpático Alfa que no había parado de bromear al principio, ahora permanecía serio. —En mi último día vigilándolos, vi como Jeon contraía matrimonio con un Omega y éste lo aceptaba frente a los padres de JungKook.

JiMin sintió que, por un segundo, su corazón dejó de latir. En ese momento, todo, absolutamente todo, su mente y sus pensamientos, se quedaron en blanco.

«Te odio, Jeon JungKook»

Antes de que preguntaran, JiMin se puso de pie y sin decir una sola palabra corrió fuera del despacho. Escuchó a YoonGi llamarlo, pero JiMin lo ignoró. No iba a llorar otra vez, JungKook no merecía sus lágrimas.

Por primera vez en su vida sintió la ira correr como fuego ardiente por sus venas, corriendo por los pasillos, sin importarle las curiosas y confundidas miradas de sirvientas y guardias... Sólo una cosa rondaba por su mente en ese instante.

Entró furioso a la habitación que él y YoonGi llevaban semanas compartiendo, abriendo con brusquedad la puerta. Buscó en el pequeño estante donde el pálido le había dicho que dejó su anillo de bodas. En el segundo en el que su mano tocó el frío aro de plata, lo tomó, apresándolo en su puño.

Todos los Alfas, todas las personas con poder... —Pensaba, ardiendo en furia. Sus ojos se encontraban cristalizados, sin embargo, no, se negaba rotundamente a llorar. —Son seres horrendos que no merecen nada y a nadie. No merecen ser felices, son unos monstruos. Los odio.

Abrió molesto la puerta de cristal que daba hacia el balcón. JiMin observó la resplandeciente Luna, y en un último arranque de furia, lanzó el anillo, arrojándolo a la nada y viéndolo perderse entre la oscuridad.

Y después, lentamente, cayó. Sus rodillas tocaron el frío mármol y miró nuevamente a la Luna, esa que sus antepasados adoraron y consideraron una diosa en su momento.

—Si mi vida será tan asquerosa y miserable, mátame. —Escupió, respirando agitado. —¡Mátame! ¡No quiero sufrir más! ¡Si sólo planeas una vida llena de traiciones y dolor para mí, hazme morir! —Gritaba, con todo lo que sus pulmones le permitían hacerlo.

En su cuerpo, ya no cabía más lo que guardó por tantos años.

Dejó que sus lágrimas fluyeran, esta vez, sólo para aliviar su corazón y dejar salir todo lo que hasta ese momento tuvo que callar. Ya había aprendido la lección

(••𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊••)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora