❝ S e s e n t a y s e i s ❞

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—Su pareja sólo ha sufrido de algunos malestares estomacales. El té que el sirviente traerá calmará sus náuseas y sus vómitos. —el médico explicaba tranquilamente. Para sus años de experiencia, aquello no era nada nuevo.

—De acuerdo. —YoonGi no mostró ningún signo de expresión cuando recibió la noticia, cosa que atrajo la atención del viejo Alfa. Siendo un médico que durante años cuidó de Omegas en cinta y anunció incontables embarazos a distintas familias, estaba acostumbrado a ver las expresiones de decepción en el rostro de hombres y mujeres Alfas que se enteraban de que la causa de los síntomas de sus parejas eran malestares y no un cachorro.

Tanto para Alfas como para Omegas, era casi prioritario tener descendencia. Sus instintos lo exigían, a diferencia de los Betas cuyos lobos se centraban más en servir a la manada, protegiendo el territorio, cuidando de los cachorros o cazando para la manada.

—Si las náuseas siguen presentándose y el té de manzanilla no funciona, puede llamarme de nuevo, líder Min. —el médico ofreció, distinguió de reojo que el sirviente Beta aparecía con el té y pasaba por detrás de ellos sosteniendo el té, tal cual se le ordenó. —Sin nada más que decir, debería retirarm...-

Antes de que el médico pudiese concluir la oración, ambos Alfas se sobresaltaron al oír el inconfundible ruido de algo caer y quebrarse hasta limitarse a ser pequeños trozos dispersos. YoonGi observó al sirviente bastante asustado, seguramente temiendo perder su empleo por haber roto la taza de porcelana.

—¿Qué ocurre? —preguntó YoonGi mientras se aproximaba al sirviente, percatándose de que la puerta de la habitación se encontraba entreabierta. En el mismo instante en que quiso preguntarle al empleado el porqué de no contestarle, escuchó un chillido calar en lo más profundo de su cuerpo.

Aquello ocasionó un fuerte efecto sobre él, doblegándolo, afectando a su lobo y al mismo tiempo negándole la posibilidad de controlarse. Su animal interno alzó la cabeza y gruñó, cada parte de su estructura física se tensó y lo impulso a moverse. Sus pies avanzaron por sí solos rápidamente, sin importarle que sus acciones desconcertaran al sirviente y al médico.

Un Alfa era incapaz de resistirse al llamado de su Omega. La impetuosa necesidad de proteger era inevitable, algo que cegaba a un Alfa en ira, un instinto que ninguna fuerza cercana podría suprimir.

Sus ojos brillaron con el intenso color carmesí que advertía a los otros, haciéndoles saber que sus instintos eran quienes determinarían si alguien era o no un intruso. En ese estado era irrelevante de quién se tratará, si asustaba, intimidaba o dañaba a su Omega, él no pensaría razonablemente y atacaría.

Ignoró la taza rota y al té desparramado frente a la puerta, atravesando la pequeña distancia para ir hasta JiMin. Cuando lo vio, sentado en la cama, apreció el brillante color azul celeste en sus ojos; que el color de ojos de un Omega cambiara era algo inusual ya que sólo sucedía cuando éste era totalmente manejado por su lado lobuno, sin lugar para el lado racional humano. Los Omegas tendían a no ser tan instintivos como los Alfas y sus lobos se conformaban con compartir su sentir, pero no con tomar el dominio.

Pese a su estado, JiMin reconoció a YoonGi sin problemas. Al hacerlo, el color azul se desvaneció a través de sus pupilas hasta dar paso a su habitual color de ojos. Min también sintió a su lobo retroceder cuando no visualizó ninguna amenaza dentro del dormitorio, aunque eso no pudo evitar que YoonGi fuese hacia JiMin para cerciorarse de que se encontraba bien.

—¿Qué te asustó? —cuestionó de pronto. —¿Fue el sirviente?

—No lo sé. —JiMin arrugó su entrecejo. —Yo... No quería ver al sirviente dentro de nuestra habitación. —el menor decía confundido. —Me espanté al verlo entrar y lo asusté cuando gruñí... Ni siquiera sé la razón por la que lo hice, mi lobo se descontroló y no podía calmarlo.

(••𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊••)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora