❝ T r e i n t a y s e i s ❞

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JiMin despertó lentamente, quejándose un poco al sentir como alguien intentaba despertarlo por medio de suaves palmadas en su hombro. Bostezó y abrió sus ojos con pereza, su vista se encontraba algo borrosa, pero en su cuerpo existía una sensación de calidez y protección que lo hizo suspirar.

 Al abrir sus párpados subió su mirada, encontrando a YoonGi observándolo divertido por alguna razón aparente. De repente JiMin pestañeó incrédulo al percatarse de la manera en que se encontraba acurrucado contra el Alfa, con su brazo rodeando la cintura del mayor y con su cabeza reposando en el hombro del mismo. Su reacción no tardó, sonrojándose mientras que se apartaba del cuerpo de YoonGi de un salto. 

Eso no había podido ser más vergonzoso.

—P-Perdone hyung. —JiMin se alejó como alma que lleva el diablo, sin saber en dónde esconderse para evitar la vergüenza que sentía. No recordaba haberse dormido de esa forma... ¿Abrazó a YoonGi estando dormido? 

El pálido abrió su boca para decir algo, no obstante, volvió a cerrarla sin decir alguna palabra. Ahora fue cuando JiMin notó que se encontraban dentro de una especie de cabaña y a través de la ventana de la habitación se veía una fuerte tormenta de nieve caer.

 Aquello era como esos momentos de su infancia en las que se dormía en el sofá y despertaba en su habitación. Pero esto era de un vehículo a una cabaña, ¿Qué había sucedido mientras dormía? O una pregunta mucho mejor ¿Por qué las cosas pasaban mientras él dormía? ¡No era justo! 

Su vista curiosa se paseó por el lugar, notando de inmediato que el mayor vestía de manera sencilla, sólo una camiseta y ajustados pantalones negros, muy lejos del caro traje que traía el Alfa cuando él se quedó dormido. JiMin admiró por segundos la pálida piel expuesta de sus brazos, quería tocarlo para saber si era tan suave como se veía.

—Tuvimos que tomar una pausa, debemos esperar a que la tormenta de nieve acabe en absoluto y que los caminos estén despejados. —JiMin susurró un "ya veo" mientras regresaba con su tarea de curiosear la habitación. —Tardará unos días, no más de cuatro.

—YoonGi... —dijo. Intentó ser valiente cuando YoonGi le miró directo a los ojos, sin embargo, le resultó imposible. Le apenaban las miradas fijas y nunca podía evitar sonrojarse. —¿Por qué estaba abrazado a ti? Es decir, yo... Perdón.

—No tienes que disculparte, no has hecho nada que se supone sea malo. —YoonGi sonrió, queriendo molestar al tímido Omega. Se encontraba de buen humor a pesar del pequeño contratiempo. —Iba a despertarte antes de venir aquí, pero como te negaste a soltarme tuve que traerte cargado.

—¡Lo siento! —gritó una vez más una disculpa, avergonzado de pies a cabeza. Era ridículo, no debió haber abrazado a Min, pero ni siquiera sabía en qué momento había abrazado a YoonGi en un principio. 

El Alfa se encontraba de espaldas, por lo que JiMin no pudo ver las silenciosas risas de éste.

 De la nada una duda le advirtió un detalle; si el pálido ya no portaba su vestimenta costosa y formal significaba lógicamente que se había cambiado para andar más cómodo. Pánico adornó cada una de sus facciones mientras bajaba la mirada, suspirando con inmenso alivio al ver que él seguía vestido de la misma forma en la que habían partido.

 Había sido sumamente incómodo el hecho de hace meses atrás, al llegar a Daegu, unas cuatro Betas le hubiesen dado un baño mientras él dormía como un bebé, viéndolo tal y como llegó al mundo. Que YoonGi no hubiera hecho lo mismo resultaba ser un gran consuelo para JiMin, ya que, si ese fuera el caso, sería la primera persona en el mundo registrada por morir debido a altas cantidades de vergüenza en su sistema. 

(••𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊••)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora