❝ C u a r e n t a y c u a t r o ❞

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YoonGi no se dignó siquiera a abrir sus ojos cuando sintió una cómoda calidez rodearle.

El día anterior, después de conseguir supresores para JiMin en compañía de HoSeok, su ceño se había fruncido con severidad más de una vez a causa de que su subconsciente le replicó repentinamente que para lograr que JiMin estuviese cómodo en su primer celo fuera de Busan no sólo necesitaría supresores. HoSeok se río de él cuando apareció con una caja de chocolates, mencionando que sólo le faltaba un detalle: comprar una tarjeta en la cual escribir lo locamente enamorado que estaba.

YoonGi, ya acostumbrado a las repetidas burlas de su hermano, no le prestó ni la más mínima atención.

Luego, Min se dirigió a una conferencia obligatoria donde tratarían sobre el aumento de la seguridad en los pequeños pueblos cercanos a los límites de su territorio. Durante la conferencia YoonGi no paró de intentar hundir al ministro BonHwa, ese que en dos ocasiones había molestado a JiMin, burlándose de algunas cosas que decía y disfrutando de las muecas de molestia que hacía el hombre apenas todos los demás se reían de las bromas "inocentes" que hacía el líder hacia él. Era una completa inmadurez, pero deseaba verlo en ridículo sin recurrir a una discusión o un desafío.

El hombre no le daba buena espina y varias veces llegó a considerar retirarle de su puesto como ministro del Alto Mando en nombre de Daegu. Pero, lamentablemente, no podría hacer eso hasta que encontrara alguien apto con quien reemplazarlo.

Y por último, tras un agitado día, se había dedicado a observar el cielo nocturno durante horas desde el balcón de su habitación, esperando que el sueño llegase a él. Sin poder evitarlo, pensó en esa semana que le había pedido a JiMin, semana de la cual ya habían trascurrido cuatro días; cinco esa misma mañana. Aún no era del todo conocedor de lo que sentía, pero no era tan idiota como para no notar que el latido de su corazón se agitaba cuando el Omega sonreía, o que debido a sus deberes como Alfa al mando a veces tenía que ir sin JiMin y se percataba de la falta que el menor le hacía. Todo, su voz, sus risas, su presencia. Más de una vez tuvo que corregir los errores que cometía debido a que se distraía, ya sea por escuchar hablar a JiMin o porque, en su defecto, estaba pensando en JiMin.

YoonGi se preguntaba si de verdad estaba enamorado, o si tan sólo había desarrollado una clase de afecto por JiMin enteramente fraternal.

Debía pensarlo bien, pero la presión de saber que su tiempo comenzaba a agotarse le preocupaba.

Ahora, al notar que no dormiría más a pesar de que así lo quería, abrió perezosamente sus ojos, frunciendo el ceño al sentir que no podía moverse en su totalidad. En seguida se encontró mirando al Omega que dormía calmadamente a su lado, con una respiración pausada y con sus cabellos alborotados.

No supo cuánto, pero Min fue completamente consciente de que durante un largo tiempo su vista no pudo despegarse de JiMin.

También descubrió la razón por la que le era difícil moverse con libertad. JiMin mantenía su rostro hundido en su pecho, acurrucado a un lado de su cuerpo y siendo rodeado por los propios de YoonGi. El brazo de JiMin a su vez se aferraba a su espalda, sosteniendo en su puño la camisa de pijama. El Alfa sintió que su respiración se cortaba de repente, de forma brusca; nunca antes habían traspasado la separación que habían impuesto en esa misma cama, jamás habían invadido hacia el lado del otro.

El dulce y también fuerte aroma de JiMin le aturdió, quizás debiéndose a la cercanía que tenía con el Omega, a su próximo celo, o su olfato había vuelto a la normalidad, pero podía sentir su olor natural tan claramente que le embriagaba. Era tan dulce, pero no le desagradaba en absoluto, ni le empalagaba, como lo había hecho el aroma de TaeHyung hace días atrás.

(••𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊••)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora