Jughead.
— Entonces señor Jones...— el abogado Nate, se llevó unas donas a su boca y luego se lamió los dedos que quedaron con un poco de glaseado.— el depósito se hará cada mes y la suma será la que usted decida.
— Dije que no iba a aceptar nada si no tengo la seguridad y la palabra de Betty de que veré a Maddie siempre que quiera y pueda.— advertí.
El hombre era grande, calvo y muy sudoroso, había gastado todas las servilletas de la mesa para limpiar el sudor de su cara y en un momento noté que se había puesto un paño en el cuello para atajar un poco más las gotas de sudor. No estaba funcionando.
— Ya le dije que eso es por medio de un juicio.
— No me mienta, es mi derecho, yo soy el padre y sé muy bien que el acuerdo no necesita llegar al punto de ser un trato judicial.
Los recuerdos de mi madre y mi padre haciendo tateti entre quien se quedaba con que hijo vinieron a mi cabeza. No habían recurrido a ningún tipo de ley.
— Bien, hablaremos luego de que yo me ponga en contacto con la señora Cooper. Ella tiene la palabra después de todo.— asentí no muy seguro. Si ella no cooperaba, estaba dispuesto a llegar con un juez.
— Lo veo luego, señor Nate.— me levanté como para irme.
— ¿No va a pagar la cuenta Señor Jones?— lo miré indignado. Yo no había comido nada y el se la pasó comiendo cosas, no iba a pagar todo eso sin yo haber probado bocado. Sobretodo por los pasteles que Cheryl hacia en estos días, ya no había probado otros desde entonces.
— Yo no comí.— saqué de mi bolsillo un billete de un dólar y lo tiré a la mesa.— pero le ayudaré con la propina.
Manejé hasta la casa un tanto enojado y apenas llegué, todo el malhumor se disipó y me inundó una felicidad inexplicable.
Verónica Lodge llevaba un delantal y harina por todo su pelo, manteca en su ropa y azúcar en sus dedos. Sonreí. Ella estaba intentando darle forma a una galleta con Levana y Anthony.
— Levie por Dios, no me sale la forma de mariposa, mejor busquemos algo más.— pidió Vero.
La punta de la nariz de Levana se arrugó en desacuerdo y negó con la cabeza, era tan obstinada como Verónica.
— La quiero de esa forma, por favor.— suplicó. Anthony sólo las miraba mientras formaba un pequeño auto con su masa.
— ¿Por qué tarda tanto tu mamá?— le preguntó a Anthony.— Dile que necesito las bandejas para meterlas al horno, por favor.— pidió.
— Ok, Tía Ronnie.— contestó Anthony antes de dejar de lado su galleta en forma de auto y caminar hacia donde estaba su mamá.
— Levana quiero que vayas a la despensa y me traigas el pote de levadura, creo que la masa está un poco...— Vero hizo un gesto raro y Levie asintió, despejado el lugar, fue mi hora de entrar.
Bordeé la sala de estar y caminé detrás de ella para abrazarla de espaldas.
— ¿Jughead?— rió.
— Si algún otro se atreviera a agarrarte así podría llegar a convertirme en un asesino.— besé su hombro.— y sería tu culpa.— terminé.
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Maybe.
Любовные романыCon una última mirada a la cabaña, nos dirigimos nuevamente al coche para tomar un rumbo definitivo en nuestras vidas. - Forsythe Pendleton Jones. - Verónica Cecilia Lodge. - Un placer.- sonrió. - El placer es todo mío, milady.- besé sus nudillos...