Conoce a tu doppelgänger.

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Las piernas de Stiles comenzaron a temblar. En un segundo, su trasero golpeó el césped húmedo. ¿Qué. Acababa. De. Pasar? La lluvia se había intensificado y ahora estaba empapado de pies a cabeza, su cabello pegado a la frente.
«Lo hiciste» la voz de la mujer había dicho ¿Acaso... él había apagado el fuego? No. No podía ser, lo que empezó con la pared en llamas se había convertido en una llamarada gigante ¿Cómo un chico puede apagar dicha atrocidad sin siquiera usar una gota de agua? Era la calumnia más grande que se había creído.
Por un momento pensó que él, de hecho, sí lo había conseguido y exterminado el fuego; pero parecía una opción muy surrealista.
Una mano apretó su hombro. Volteó y Derek estaba parado a su lado, sonriendo. —Buen trabajo. —dio unas palmadas en su espalda y se sentó junto a Stiles. Derek también estaba mojado.
— ¿Qué haces aquí? Deberías estar encerrado en mi habitación ¿Cómo lograste salir?—las palabras de Stiles sonaron más ácidas de lo normal.
Derek apretó los labios—Hmm... Parrish rompió la línea de ceniza. Es inmune a quemaduras y cosas así.
Ciertamente lo era, pero aún nadie sabía qué clase de criatura era Parrish, exactamente. Una pregunta surgió en la cabeza de Stiles. Miró a Derek—Espera un segundo: ¿Cómo Parrish supo que tú...?
Derek lo interrumpió—Salí de tu cuarto ¿Ok? Eso es lo que importa—esperó un segundo—A no ser que tú me quieras ahí más tiempo...
Acercó su rostro al de él, Stiles podía sentir su respiración contra la piel. Se alejó. Esto sobrepasaba lo extraño.
—Bien, bien. ¿Y a qué viniste, concretamente?
—Quise pasear por el bosque—Derek volteó su mirada al camino— ¿Sabes? Es muy tranquilizador. Luego te vi, saltando del jeep, apagando esa enorme bola de fuego, incluso...
Ahora fue el turno de Stiles para interrumpir—Aguanta. Yo... yo no apagué el fuego. Fue cosa de la lluvia.
Incluso la mentira sonaba increíble en su cabeza.
—No lo fue. ¡Apagaste el fuego! Yo te vi. Estabas tan concentrado tú...
—Ya basta. No fue así.
—Por supuesto que sí—Derek parecía bastante... emocionado—Observé cada segundo. ¡Incluso hiciste que lloviera! Cuando llegué, el cielo estaba despejado. Demasiado. Una nube tan grande no aparece de la nada.
Stiles quedó atónito: consideró la teoría del fuego cómo una opción, pero ¿Incluso hacer que lloviera? Eso ni siquiera lo había pensado.
— ¿Viste... todo?
La misma expresión que vio en la cara de Scott durante la mañana apareció en el rostro de Derek—Cada segundo—afirmó luego de un momento.
Stiles suspiró—Es sólo que todo me parece tan... imposible. Estaba ésta mujer y ella me hablaba pero yo... 
— ¿Qué mujer?
—Olvídalo. No es importante.
—Creo saber qué es lo que pasó. Eh visto esto antes—Derek se levantó y le tendió su mano a Stiles—Acompáñame a la biblioteca. Tal vez ahí descubramos algo.
Stiles lo miró a los ojos: estaba sonriendo y todo su cuerpo desprendía esperanza. Éste no era el lobo amargado que conoció hace unos años en éstos bosques; era todo lo opuesto. Agarró su mano y se levantó.
—Aún tengo que ir a clases.
Derek miró los restos incinerados del jeep en el camino—Creo que no tienes opción.
Involuntariamente, sonrió ante el comentario. Emprendieron su camino por el bosque; tal vez Derek se estaba portando diferente, y sí, era algo fuera de lo común, pero Stiles debía admitir que le gustaba.

El auto de Kira se estacionó frente a una propiedad colorida en Groove Hill. Malia observó que un vehículo negro estaba estacionado en el aparcamiento interior. Al menos, uno de los dueños debía estar en casa.
—Pensé que Hill era un Groove de Virginia—dijo al momento que abría la puerta.
El aire olía a tierra húmeda—Existe uno en Virginia, sí. Y también aquí en California—Liam respondió mientras que se adelantaba hasta la entrada de la casa.
Jueves después de clases, ella, Liam, Kira y Stiles habían llegado al hogar de los Thomas para indagar sobre el hombre lobo.
—¿Creen que sea una buena idea?—Stiles dijo y se posó junto a ella. Trató de tomar su mano, pero Malia se apartó.
Desde ayer había sentido una sensación extraña en Stiles. Parecía diferente: usaba esos extraños lentes y además no desprendia ese embriagador aroma suyo, el mismo que ella no se cansaba de oler todos los días. Hoy, incluso se había inscrito en el comité de La bola de hielo (Un baile anual que la escuela organizaba y celebraba el primer día de diciembre) cuyo tema era el invierno y la nieve. Era algo nuevo: a Stiles no le gustaba ese tipo de cosas.
Kira se acercó a la verja negra y abrió la puerta—Es la única manera ¿No?—los cuatro subieron unos pequeños peldaños y pararon frente a la entrada—Nadie en Beacon Hills sabe sobre Stephen.
Golpeó la puerta tres veces. Esperaron unos segundos antes de que la puerta se abriera y una mujer joven apareciera en el umbral. Levantó la vista y sus ojos se iluminaron, su boca formó una O y sus manos comenzaron a temblar.
—¿Thomas?—preguntó con un hilo de voz.
Malia tardó un segundo en percartarse de que la mujer miraba a Stiles. Se acercó a él y envolvió sus brazos amrededor de su cintura. Stiles se tensó.
—¿Señora Thomas?—Malia preguntó.
—Dios Santo. Pensé que no volvería a verte.—la mujer comenzó a llorar.
Malia miró a Kira, cómo si el hecho de sólo mirarla hiciera que una respuesta se le ocurriera.
—Señora—Stiles la apartó—Me está confundiendo. Mi nombre es Stiles y vengo a... venimos—se corrigió—hablar sobre su hijo.
La mujer parecía desconcertada—¿Qué?
—Le explicaremos—Liam intervino—¿Podemos entrar?
Los ojos de la mujer se habían apagado—Claro, claro. Adelante.
Entró en la casa y los demás la siguieron. El interior era acogedor, nada de el frío exterior se filtraba, todo estaba a una temperatura perfecta. Las paredes eran de un color azul marino y habían un montón de objetos de madera por todas partes (Muebles, estantes, repisas). La señora Thomas los guió hasta una habitación con tres muebles de terciopelo azul.
Kira, Liam y ella se sentaron en el más grande, Stiles en uno más pequeño a su derecha y la señora Thomas se mantenía de pié. Malia observó que algunos de sus cabellos se estaban tornando plateados y habían arrugas mínimas a los costados de sus ojos. Ya no parecía tan joven.
— ¿Les puedo ofrecer algo?—preguntó.
—Estamos bien. Gracias—respondió Stiles con un tono de voz apresurado. Eso molestó a Malia: la verdad, moría por un vaso de agua desde que entraron en el auto; pero guardó silencio. Primero lo más importante.
—Señora Thomas, nosotros...—Liam empezó.
—Por favor, dime Paige—Intervino la mujer al tiempo que tomaba asiento en uno de los muebles.
Por alguna razón, el nombre le parecía muy familiar.
Liam siguió—Paige. Bien, queríamos hablar sobre su hijo Stephen. Tenemos noticias sobre él.
Paige tenía la mirada perdida—A Stephen no lo gustaba que lo llamara por su nombre. Él prefería que le dijera Thomas.
Kira parecía incómoda—Sí, la cuestión es...—parecía estar pensando muy bien las palabras. Ésta no era la clase de noticia que reciben las personas por parte de adolescentes desconocidos.
—Está muerto—Stiles cortó.
— ¿Qué?—Paige miró directamente a Malia. Sintió un escalofrío.
— ¡Stiles!—Kira regañó, muy horrorizada.
Los ojos de Paige se cristalizaron. Lágrimas aparecieron en ellos. Malia caminó hasta ella y la abrazó con fuerza.
—Lo lamento mucho.
Mientras frotaba su espalda, Paige se levantó. Su expresión era dura—No. No lo sientes. Ni siquiera lo conocías ¡Mentirosa!
Malia retrocedió. Kira y Liam se levantaron—Señora Thomas, déjenos explicarle—Liam intentó calmarla.
— ¡No! ¿Quiénes son ustedes para venir a mi casa y decir que mi hijo murió? Todos ustedes mienten. ¡Mentirosos! ¡Fuera de mi casa!
Ésta vez, Stiles se levantó—Escuche vieja loca. Solo queríamos...
— ¡Dije que largo!—agarró una de las fotos en la mesa junto al mueble y se la arrojó a Stiles. Él la esquivó y ésta se estrelló contra la pared.
La fotografía se deslizó fuera del marco. Stiles la recogió y se quedó observándola.
—Será mejor que nos vayamos—Liam finalmente dijo. Paige respiraba agitadamente. Una vena casi se salía de su frente y tenía la cara roja de furia. —Gusto en conocerla, Señora Thomas.
Ella no respondió.
Todos se dirigieron a la salida, Paige siguiéndolos. Afuera, Malia se acercó a Stiles—Devuelve eso—le arrebató la fotografía.
Mostraba a una mujer joven y fresca, un hombre bastante cuidado, y a un chico con los mismos rasgos faciales de Stiles. Era, aparentemente, la familia Thomas. Malia le tendió la foto a Paige y ésta se la arrancó. Pensó en decir algo, disculparse, pero la mujer azotó la puerta cerrándola en su cara.

Mi reflejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora