Capítulo 8

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En la televisión se transmitía uno de esos programas de preguntas y respuestas – Preguntas estúpidas para gente estúpida y ni así pueden contestarlas bien – Eso es lo que se le pasaba por la mente al chico mientras observaba el programa.

En un momento dado quiso ver a su mujer, admirar su belleza o simplemente ver lo que era suyo, a todos nos gusta ver lo que nos pertenece para sentirnos orgullosos de poseerlo, así se sentía el chico mientras observaba a la chica, hasta que se dio cuenta de algo... La chica mantenía una atención fija hacia la televisión, ¿Cómo podía gustarle un programa tan malo? ¿Es ella estúpida o está viendo algo más?

El chico volvió su mirada hacia la televisión, el presentador tenía la palabra y su rostro estaba en toda la pantalla, tenía un traje negro y una corbata roja, además presumía de una buena presentación, ¿Qué más podría estar viendo si su cara es lo único que hay en pantalla? Es imposible comprender lo descarada que se atrevía a ser al mirar a otro hombre en frente del suyo.

– ¿Te parece muy guapo o qué? – El chico observó a su novia con el resplandor del enojo apoderándose de cada una de sus líneas de expresión, su respiración se veía acelerada a simple vista y su seño una vez más estaba fruncido a causa de su chica.

– No... Claro que no...Tú eres más guapo... Solo veía el programa... Por favor... Por favor no te enojes... Por favor – La chica empezaba a suplicar y dar excusas para calmar al chico, lo cual fue en vano

– ¡¡ERES UNA ZORRA!! – El chico tira el control de la televisión con fuerza hacia el suelo arruinándolo por completo. Su ira lo había consumido, ¿Cómo es que su mujer era capaz de desear a otro hombre en frente de él? Era obvio que el chico necesitaba imponer más respeto, debía demostrar cual era el lugar de cada quien.

– Yo... Yo – Intentaba hablar pero las palabras no salían de su boca

El chico no pudo contenerse, la tomó del cabello y la arrastró hasta la puerta aun cerrada de la habitación maloliente, su fuerza fue descomedida al arrojarla y dejarla caer sobre la misma. El sonido del golpe fue impactante y aturdidor, cualquiera se asustaría con ello y pararía, pero él no, ¿Por qué habría de parar? La culpa era de la chica descarada que aún no aprendía a valorar el amor desmedido que su dueño tenía por ella.

– Tú... ¡¿Tú qué?! ¡¡Di algo de una maldita vez!! – El chico levantó su mano y la chica escondió su rostro, él se detuvo esperando una respuesta, pero ella no decía nada – ¿No piensas disculparte? Si quieres que te perdone tienes que pedir perdón antes ¡¿Por qué no dices nada?! – El chico empezaba a perder la cordura

– Lo... Lo siento – La chica lloraba desconsoladamente y pedía disculpas con la esperanza de calmar aquella bestia que gruñía de enojo

El chico vio lo asustada que ella estaba, así que "entró en razón". Salió de la cabaña y dejó a la chica allí tumbada en el suelo con la respiración entrecortada y sus lágrimas esparcidas por todo el rostro. La chica intentaba levantarse, pero su cuerpo temblaba a tal modo que le fue imposible hacerlo, luego, como una corriente eléctrica, la chica sintió un terrible dolor en su cabeza, con su mano se tocó y revisó. El golpe que había recibido al caer la había hecho sangrar. 

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