Capítulo 21

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— ¿Vas a arrestarme? Encerrarme como un animal es lo que más deseas — Dijo el chico sentándose en la mesa del comedor y relajándose sobre el espaldar de la silla. Hablaba sobre el trato de animal que le daban los policías y sobre lo poco que le importaba, después de todo, hace mucho que inició a considerar esas palabras como un halago.

— ¿Vas a rendirte tan fácil? — El oficial se sentó en una de las sillas frente al chico y puso las esposas sobre la mesa — Es mejor así, hagámoslo rápido

— ¿Entregarme? Claro que no — Dijo el chico marcando una sonrisa sobre su rostro — Mi chica me acaba de dejar, solo déjame relajarme un poco para no enloquecer

Ambos permanecieron en silencio por unos minutos. El chico lo miró detenidamente y suspiró.

— ¿No estás cansado de ser el policía bueno o como se diga? Deberías probar el mal, es más divertido que el bien, quizá y con un poco de esfuerzo dejes de ser un imbécil y te transformes en alguien interesante, útil o al menos en alguien al que no ignoren sus propios colegas de trabajo. Debe ser tan vergonzoso ser tú, ¿Por qué no te conviertes en un animal igual que yo? Es ofensivo al principio, pero luego te sientes halagado, es más divertido de lo que parece — El chico conversaba con el oficial como si este fuera su amigo más íntimo

— Tienes razón — Habló el oficial mientras acariciaba las esposas con sus pulgares — En la actualidad, ser bueno es sinónimo de ser tonto, esa idea nunca me atrajo, pero era lo que exigía mi trabajo — El oficial llevó su vista a los ojos del chico — Es momento de que me rebele, ¿No crees?

— Parece que al fin lo entendiste ¿Dejarás de ser un idiota ahora? ¡Felicidades! — El chico aplaudía con una sonrisa marcada en el rostro en forma de burla

— Oye, no sonrías

— ¿Qué? — Preguntó el chico confundido

El oficial tomó las esposas con su mano izquierda y con la derecha alcanzó la cabeza del chico para golpearla contra las mismas. Ante el impacto, el chico no se pudo sostener; su cabeza rebotó y su cuerpo cayó al suelo, poniendo una de sus manos sobre la mesa para no caer completamente mientras que sobaba su frente con la otra.

El oficial se levantó de su silla y se acercó a él, lo observó de pie, viendo como el golpe lo había dejado aturdido. El policía permanecía serio y cuando el chico se dio la vuelta para verlo, el oficial habló.

— Tu sonrisa... Es tan molesta

El chico al notarse tirado en el suelo frente a la persona que lo acababa de golpear, empezó a... reír. Así es, el chico comenzó a reírse desenfrenadamente.

— No me digas que por fin te crecieron los huevos para atacarme — El chico continuaba riéndose, agotando la paciencia del oficial una vez más, en ese momento debió aplicar su propio consejo "Si estás en desventaja, no actúes imprudentemente"

El oficial alargó su garrote y lo empuñó como si este fuera una espada.

— Te dije que te borraría esa sonrisa a golpes — Habló el oficial al dar el primer golpe, el primero de muchos.

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