Capítulo 18

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Tres meses habían pasado, tantos bellos momentos habían transcurrido. El chico se sentía maravillado con la vida que llevaba al lado de la mujer que amaba, pues tenía una vida sexualmente activa y su mujer lo disfrutaba al igual que él sin quejarse como al inicio, aunque era una pena, ya que le apasionaban sus juegos de resistirse.

El chico se sentía un poco mal al tener que encerrarla, pero la confianza que le tenía se había esfumado el día en que intentó huir, pues estaba seguro de que a pesar del tiempo, su ignorante esposa aún no comprendía su propio bienestar, ¿Por qué querría huir de él? Jamás encontraría a alguien mejor, si hubiese escapado ese día se estaría arrepintiendo ahora, así que de cierto modo, ella le debe un favor.

El chico recordaba el día en que su amigo falleció, ese día en que por primera vez cortó la garganta de un hombre y pudo sentir la anhelada sensación de traspasar un cuchillo por la piel humana, había deseado tanto llegar a sentirlo que el día en que por fin cumplió su sueño se convirtió en uno de los mejores días de su vida, un día que lo marcó por completo. Por obviedad, el chico sentía la necesidad de repetir aquel acto que lo hizo tan feliz y le dio tanto placer, pero se desanimaba al recordar todo el trabajo que tendría que hacer después. No volvió a asesinar a nadie, pensaba en lo cansado que era deshacerse de un cuerpo y más si tenía que encontrar a la víctima perfecta. Todo sería más fácil si su chica no fuera una cobarde, pues así le sería de utilidad.

El chico es considerado, tiene que soportar a una mujer inútil y débil tanto física como mentalmente y aun con todas esas imperfecciones, amarla y aceptarla como tal. Era mucho lo que esa chica le debía, pero seguía sin esforzarse, continuaba siendo la misma persona inservible que ni si siquiera era capaz de preparar una cena decente. Él todavía tenía que malgastar sus fuerzas para hacerla entender que debía atenderlo como él lo merecía, pero por muchos golpes que le diera, su estéril cerebro no avanzaba o evolucionaba.

El chico estaba sentado en el sillón observando algunos de los programas que se transmitían en el momento. Mientras tanto, la chica preparaba unos pocos pasabocas en la cocina sin pensar en la noticia que impactaría mucho más su vida.  De pronto y de la nada, el chico obtuvo una idea que lo emocionó y luego lo obligó a concentrar sus pensamientos, pues aquello en lo que cavilaba era tan importante que cambiaría su vida de golpe.

La chica se sentó al lado del chico en el sillón, acomodó un tazón con pasabocas en la mesa frente a ellos, misma que retuvo la mirada del joven pensativo que, tras mucho analizar, acabó tomando una decisión. 

— Tengamos un hijo — El chico miró a la chica mientras sonreía con emoción en sus ojos — Seremos una hermosa familia completa. Nuestro bebé será muy atractivo, el género que tenga no importa, lo importante es que será nuestro — Hablaba con tanta emoción que deseaba tenerlo en sus brazos en ese instante — Así que ya no tomes las pastillas anticonceptivas, empezaremos a formar nuestra propia familia — El chico iluminó sus ojos ante el aviso que acababa de hacer

La chica sintió como su cuerpo se estremecía, no podía ni imaginar la aberración que saldría de su vientre, ni muchos menos podía siquiera pensar en querer ese hijo que no podía negarse a tener, ¿Cómo querer a un hijo si sabes la forma en que nacerá? Tampoco sería justo para él, nacer en una cabaña apestosa con un lunático como padre, pero ¿Qué podía hacer? Para el chico una mujer no tiene el derecho de opinar, así que mucho menos la dejaría tomar una decisión, ¿Qué hará ahora? ... ¿Cuántas veces se ha hecho esa pregunta desde que está con él? ¿Cuántas veces se sintió perdida? Si no era capaz de acabar con su vida, al menos debía intentar acabar con la de él.

— Yo... No puedo hacerlo — La chica se levantó del sillón e intentó irse a la habitación

— ¿A qué te refieres con que no puedes? No me digas que... ¡¿Eres estéril?! — El chico detuvo a la chica con sus palabras. Su pregunta fue más como una amenaza, así que ella se obligó a decir la verdad

— No quiero hacerlo — Contestó sin ser capaz de verlo

— Todo iba bien hasta ahora, ¿Por qué de pronto vuelves a ser altanera? — El chico suspiró irritado — ¿Cuál es la razón para que me niegues un hijo? ¡¿Cuál es la maldita razón?!

El chico se acercó a la chica quien permanecía de espaldas. Él al estar cerca, puso su mano en el hombro de esta para voltearla y una vez que ella sintió el tacto, se dio la vuelta rápidamente y atacó sin aviso.

Cuando la chica preparaba los pasabocas, armaba al mismo tiempo un plan, tomó un tenedor y lo guardó bajo su blusa, era lo único que podía servirle, ya que los cuchillos fueron escondidos por su abusador... y así, el tenedor fue incrustado en el ojo derecho del chico, lo empuñó con tanta fuerza que quedó clavado como una estaca.

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