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VOL. ONE; CH. ONE ༄ ——— solo un juego.
Los delgados dedos de Elodie se cierran con fuerza alrededor del mango del único cuchillo arrojadizo que le queda. El peso del metal se ajusta con naturalidad en su mano mientras esquiva otra rama. Su cuerpo se mueve con naturalidad sobre las raíces que sobresalen de la tierra pulida en la cual crecen.
Elodie ha estado entrenando en estos bosques–la única zona boscosa del Distrito Cuatro–desde que tiene uso de razón. Los caminos y las inclinaciones de la tierra están grabados en su memoria; conoce cada bache y cada curva como la palma de su mano. Sus pies se mueven con facilidad por el escabroso terreno mientras miraba fijamente cómo se adentraban sus perseguidores en la vegetación.
El día de la evaluación siempre ha sido el favorito de Elodie. Por supuesto, eso podía deberse al hecho de que se le daba muy bien. Una vez al mes la academia celebraba una pequeña competencia amistosa, una imitación de los verdaderos Juegos del Hambre, pero con la única parte que importaba: el combate. Los entrenadores y asesores de la academia evaluaban a cada "tributo" tomando notas sobre sus diferentes tácticas de armas y formas de combate a lo largo del juego. Consigues una clasificación más alta y más puntos si duras más y consigues más muertes, así como si asesinas a la gente rápidamente. Por supuesto, no hay muertes reales, eso lo garantiza el chaleco negro que lleva cada aprendiz.
Como la propia Elodie es muy buena en el día de la evaluación, siempre es considerada un objetivo superior a los ojos de los demás aprendices. Nadie más se sentía seguro mientras un Creole estuviera acechando entre la vegetación.
Así es como Elodie se encontró en su posición actual, zigzagueando entre los árboles con tres aprendices pisándole los talones. Sabía que habían estado planeando esto durante todo el mes, siempre lo hacían. Ellos, los tres que la seguían, pasaron las semanas previas al día de la evaluación tratando de encontrar los puntos débiles de Elodie. Intentan determinar su estrategia para poder eliminarla. Su único problema es que Elodie nunca utiliza la misma táctica dos veces.
Elodie se deslizó meticulosamente por debajo de las ramas perdidas y por encima de las raíces que salpicaban su camino. Empezó a guiar a sus perseguidores hacia la derecha, hacia el claro que sabía que estaría delante lleno de mentores.
Impulsando sus piernas, Elodie se acercó al claro. Sus manos se agitaban ante la idea de lanzar su cuchillo. Elodie había sido criada para ser la mejor de las mejores, y si tenía que eliminar a tres de sus compañeros para conseguir la alta calificación que ansiaba, no había posibilidad de detenerla.
El claro se abrió a su vista y pudo ver a otros aprendices que se esparcían por la zona abierta, todos tratando de llamar la atención de los mentores que se encontraban dispersos con portapapeles y miradas juzgadoras. Sin embargo, cuando Elodie atravesó la línea de árboles, se perdió cualquier esperanza de que los otros aprendices le prestaran atención.
