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VOL. ONE; CH. TWELVE ༄ ——— ¿no es poético?
Los dos Creoles se detienen en la orilla de uno de los arroyos más pequeños. Kalen se aferra al árbol que tiene delante, con un resoplido seco que sale de su boca mientras intenta recuperar el aliento. Sus ojos parpadean por el suelo delante de él, como si tratara de encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera sabe cómo empezar a formular. Elodie está a su lado, con las manos en las caderas mientras intenta recuperar el control de su propia respiración. Su mirada recorre el bosque a su alrededor, examinando los árboles en busca del más mínimo indicio de peligro.
Elodie se recupera con bastante rapidez y se pasa una parte de su coleta por encima del hombro mientras se gira para ver a su hermano llevarse una mano a la cara, con dedos temblorosos y prominentes. Se toca la cara con suavidad, pero retira la mano rápidamente como si le hubiera quemado, la sangre de Sylvia cubriendo las yemas de sus dedos. Se tambalea hacia atrás, apoyándose en el árbol mientras una respiración temblorosa pasa por sus labios.
Sus ojos se mueven rápidamente, sin asimilar nada. Elodie resopla con incredulidad. Llevaban casi dos semanas en los juegos, ¿y ahora decide que no puede soportar la muerte? Con un movimiento de cabeza, deja caer las mochilas de sus hombros y se acerca a Kalen, tomando su mano en la suya y limpiando la sangre en su pantalón. Elodie comienza entonces a embarrar la sangre de su cara en un intento de limpiarla cuando, en realidad, solo la estaba mezclando con la sangre que tenía en sus propias manos.
Sin embargo, sus golpes son bruscos y la cabeza de Kalen acaba sacudiéndose ligeramente con el movimiento, lo que hace que Elodie murmure un — No te muevas —. Una combinación de ambas cosas parece sacarlo de su trance.
Kalen mueve su mirada hacia la de Elodie, con los ojos nublados por la confusión y algo que Elodie únicamente puede describir como culpa.
— Yo... —, tartamudea Kalen al comienzo de su frase. Elodie lo mira expectante, con las manos aún agarrando su cara. Él rompe el contacto visual y sacude la cabeza como si quisiera organizar sus pensamientos. — Acabamos de dejarla.
Elodie no sabe de qué está hablando durante un segundo, y entonces los gritos de Tessa vuelven a resonar en su cabeza. La cara de Elodie se endurece, los labios en una línea recta, — Sí .
— ¿Si? — Kalen se burla, los ojos volviendo a los de ella y la respiración volviendo a acelerarse, — ¿eso es todo? ¿Si?
— ¿Qué quieres que diga, Kalen? Si no fuera por eso, los dos estaríamos muertos ahora mismo. Estos juegos no son para salvar vidas.
