Cap.2

268 26 7
                                    

Viktor caminaba hacia su casa junto a Alanna, la cual vivía a unas calles de él, los dos cerca del céntrico restaurante. Habían salido a cenar a una hamburguesería después de salir del trabajo, había sido mas bien una cena silenciosa ya que la situación que habían vivido horas antes les había dejado un mal cuerpo a ambos.

Estaba perdido en sus pensamientos, después de consolar a Horacio nuevamente y de hacerse mutuamente la promesa de pedir un traslado de restaurante, el chico había vuelto a "solucionar" las cosas con Dex durante la jornada de trabajo. Con solo unas palabras de ese hombre, las cuales no pudo oír por estar lejos de ellos en ese momento, la sonrisa había vuelto al rostro de Horacio y el ruso pudo comprobar con tristeza como el chico  había vuelto a la normalidad con su pareja.

-Viktor, ¿estás bien?, preguntó Alanna preocupada, ya que sabía el cariño que el ruso guardaba por Horacio.
-Bueno...he tenido dias mejores- respondió el mayor con desgana y soltando un suspiro.
-Sé que te importa mucho Horacio pero si él no vé las cosas por su cuenta...poco puedes hacer tú amigo.
-Lo sé, pero no puedo simplemente ignorar esta situación, conocemos a H desde hace un año y sabemos todo por lo que ha pasado. Dex no es bueno para él, ni siquiera se ven apenas fuera del trabajo y cuando están juntos en la cocina casi siempre ocurren situaciones como las de hoy, él le trata mal, Horacio llora, y con dos palabras le vuelve a engatusar. No sé como no se da cuenta de lo especial que es, él merece a alguien que lo valore..-
-¿Alguien como tú?- le contestó la castaña con una sonrisa y levantando sus cejas.
Viktor la miró sorprendido y giró su rostro avergonzado sin mediar palabra.
-Venga...sé de sobra que ese chico te gusta mucho. Cómo lo miras, como le tratas, como sonries cuando estás con él...es innegable lo que sientes por Horacio.-
-Eh...verás..yo si que, bueno..si que siento algo por él, es una persona increíble, es divertido, cariñoso, muy profesional, me encanta cuando me sonríe y me mira con esos ojos bicolores llenos de alegría, me encanta su personalidad...- Suspiró ante sus palabras. -Si Alanna, estoy muy jodido, le quiero desde hace unos meses, desde que empezamos a ir con frecuencia a su casa y él empezó a venir a las nuestras para cenar juntos los tres, pasar tiempo con él y conocerle es lo que me ha llevado a enamorarme de él, pero sé que es imposible, admira y quiere demasiado a Dex, a pesar de que ese hombre no lo merece.-
La compañera solo asintió, sabía que poco podía decirle a su amigo respecto a sus sentimientos.

Siguieron caminando sin mencionar una palabra mas, en la esquina de la calle de Alanna, Viktor se despidió de ella, al día siguiente el restaurante cerraba por descanso de los empleados y habían quedado para cenar juntos como solían hacer en sus dias libres, asi que sin más, acordaron la hora y el mayor se encaminó hacia su hogar cuando la muchacha había ya entrado en el suyo.

Absorto en sus pensamientos llegó hasta la puerta de la que era su casa, algo humilde en un barrio residencial cerca del centro. Al intentar insertar la llave en la puerta tropezó con algo, o mas bien alguien.

-¿Horacio?-, dijo sorprendido al ver al menor sentado en el suelo con la espalda apoyada en la puerta. Era ya tarde y la oscuridad que reinaba le había impedido ver al muchacho.
-Ho...hola, perdón por molestarte a estas horas pero...eeeh, no sabía a donde ir.- dijo el chico levantándose del suelo y sacudiendo su pantalón manchado de la tierra que había allí.
-No te preocupes, no me molestas...pasa adentro anda.- le contestó preocupado Volkov abriendo la puerta con prisa, invitandolo a entrar posando suavemente su mano en la cintura del chico y empujandole levemente para que pasara.

No era la primera vez que Horacio estaba en esa acogedora casa, ya que solían cenar Alanna, Viktor y él varias veces a la semana y cada vez organizaban esa cena en una casa diferente, pero si era la primera vez que se presentaba sin avisar y estaba un poco avergonzado parado en el salón sin saber bien qué hacer ni qué decir.

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora