Viktor llegó al trabajo como en estos últimos dias, con una gran sonrisa, su relación con Katia iba genial, la chef resultó ser una persona muy interesante y divertida, aparte de que sabía escuchar. Fué un acierto darle una oportunidad después de acabar su relación con el de cresta.
Fué a abrir la puerta del restaurante pero estaba cerrada, miró la hora en el móvil y comprobó que había llegado bien. Sacó sus llaves y abrió, era raro que Horacio no hubiese llegado aún al trabajo, solía llegar antes que él y ese día no estaba, -¿le habrá pasado algo?, - pensó.
Cuando se cambió de ropa fué hasta la cocina para poder encender todo y ponerse en marcha, los minutos pasaban y el chef no llegaba. Alanna entró apurada disculpándose por llegar algo tarde, ya que Mia y Viktor habían comenzado hace rato a elaborar sus platos y ella los estaba retrasando, miró hacia la zona de las planchas confundida.
-¿Aún no ha llegado Horacio?, - preguntó preocupada, la noche se había alargado hasta la madrugada, habían bebido, bailado y disfrutado mucho. Alanna le había ofrecido al de cresta dormir en su casa pero el chico se había negado y había cogido un taxi hasta su hogar y desde que se despidieron cuando se estaba montando en él, no había vuelto a saber nada más de su amigo.
-No, es muy extraño ya que siempre llega pronto. Le he llamado varias veces y le he mandado un mensaje pero no ha respondido todavía, estoy preocupado por si le ha pasado algo,- contestó el ruso.
-Anoche salimos a tomar unas copas a la nueva discoteca que han abierto cerca de aquí, se fué en un taxi a casa pero no sé nada más de él.--Si ha faltado al trabajo hoy por salir de fiesta, vamos a tener que hablar seriamente,- dijo el peliplata frunciendo el ceño y raspando fuertemente la plancha con la espátula de metal con la que le daba vueltas a la carne.
-Fué culpa mia V yo le insistí en,-
-Basta,- interrumpió el mayor,- es su responsabilidad, si tu no acudes a tu trabajo eres una empleada, pero él es el dueño junto conmigo, tiene que dar ejemplo, además no está enfermo, seguramente solo tiene resaca,- dijo serio.La puerta de la cocina se abrió de golpe dejando ver a un Horacio hecho un desastre, entraba abrochando su chaquetilla, tenía la cresta despeinada, el maquillaje de la noche anterior corrido y los ojos muy rojos, se veía verdaderamente mal. Viktor al verlo, le indicó a Alanna que se ocupara de terminar de preparar todo junto con Mia y se llevó de allí al chico cogiéndolo del brazo y arrastrándalo parcialmente hasta el despacho.
-¿Qué coño haces Viktor?, - se quejó el chef.
-¿Dónde estabas?, ¿has visto a la hora que llegas?,- inquirió el ruso muy enfadado mirando de arriba a abajo al chico y soltándole el brazo.
-Llego una hora tarde, ni siquiera habéis empezado aún el servicio,-
-Vayas pintas traes, ¿te has duchado acaso?,-
-¿Tienes hoy ganas de tocarme las narices?, porque si es así, no tengo el día,- respondió el peliazul intentando salir por la puerta, algo que fué imposible ya que el mayor se puso delante cortándole el paso.-Sabes que nos jugamos mucho en este negocio, pero es mas importante para tí salir de fiesta que cumplir con tus responsabilidades por lo que veo,-
-¿Me estás diciendo eso en serio?, en un año jamás he faltado al trabajo, me he quedado muchas horas de más aquí metido, me he dejado el culo por este restaurante y, porque un solo día llego tarde, ¿no estoy cumpliendo con mis responsabilidades?, ¡Já!,- soltó muy enfadado el chico.-Si Horacio, porque si hubieras estado enfermo, o te ausentaras por algo grave lo entendería, pero por salir por ahí a restregarte con sabe dios quien, no, no lo entiendo,-
-¿Cómo has dicho?,- Horacio se acercó a Viktor hasta estar casi pegados, le miró fijamente a los ojos con el ceño muy fruncido y respirando entrecortadamente,
-repítelo, vamos,- le retó.El mayor le devolvió la mirada tambien enfadado, en su cabeza no entraba que el chef descuidara su negocio por causas tontas e irresponsables y cada uno pensaba que llevaba la razón, se pusieron a discutir a un volumen bastante alto durante un buen rato haciendo que Alanna se dirigiera al despacho para intervenir, estaba dispuesta a entrar para decirles que se calmaran y que fueran a la cocina a comenzar el servicio cuando lo oyó.
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Érase una vez...
De TodoHoracio cuenta un cuento a su hija, es la historia de como Viktor y él se conocieron y pasaron por muchas dificultades hasta poder acabar juntos. Presente y pasado entremezclados para llegar a un final...¿feliz?.