Cap.11

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-Buenos dias chico guapo,-
Viktor besaba el rostro de Horacio, le encantaba ver como le costaba despertarse y ponía esa carita frunciendo el ceño pidiendo quedarse un rato más entre sus brazos con suaves quejidos.

-Venga, hay que levantarse, hoy nos espera un dia duro e importante y hay que hacer muchas cosas,-
-Un minuto más, en un minuto nos levantamos,- se acurrucaba más en su pecho impidiendo que el mayor se moviera apretándolo con un fuerte abrazo.
-Está bien,- le volvía a consentir.

Más de cinco minutos pasaron y Viktor tuvo que sacar al chico de la cama tirando de una de sus piernas haciendo que se levantara antes de caer de ella, riéndose ambos ante la situación.

Se ducharon juntos, se vistieron y prepararon sus uniformes perfectamente planchados y doblados, bajaron a desayunar y una vez listos, se pusieron en marcha. De camino al restaurante donde dejaría al nuevo chef, fueron hablando de como iban a afrontar el día, Viktor tendría las cosas más fáciles gracias a que no era directamente el responsable del servicio, aunque ahora le tocaría aprender rápido y estar a la altura del puesto. Horacio era quien estaba realmente nervioso, llevar una cocina no era tarea fácil, había muchas cosas de las que tenía que encargarse además de tener a dos personas nuevas a su cargo y se sentía desbordado.

-Escúchame, va a salir todo bien, ¿vale?, eres un gran cocinero y vas a ser un gran líder, amas lo que haces y eso es clave para que todo funcione,- le animaba Volkov.
-Gracias, me ayuda mucho tener tu apoyo, me encantaría tenerte a mi lado hoy, pero bueno, espero que a tí te vaya también genial bebé,- contestó agarrando con fuerza la mano de su pareja.

Llegaron al restaurante y antes de bajarse, Horacio dejó infinidad de besos en los labios del ruso quien los devolvía gustoso.
-Cuando acabe vengo a recogerte, terminaré antes que tú porque también debes de hacer los pedidos diarios así que esta tarde nos vemos, pasaremos lo que queda de dia juntos y nos contaremos lo bien que ha ido el servicio, además esta noche puedes quedarte en casa conmigo,-
-Me acabas de alegrar el dia, te quiero,- dejó otro sonoro beso en sus labios, -te veo esta tarde, mucha suerte,-

Horacio lo despidió con la mano viendo como el coche se alejaba. Antes de entrar al restaurante cerró los ojos y suspiró, quería quitarse los nervios de encima pero no lo conseguía, hasta que se encontró a Alanna que le esperaba en la entrada con una gran sonrisa.

-Buenos dias jefe,-
-Buenos dias, no me llames así, me da verguenza...aún no lo asimilo, -decía con una sonrisa nerviosa.
-Venga corazón, vamos adentro que va a ir todo muy bien, ya verás,-
-Eso espero,- volvió a suspirar.

Entraron hasta las taquillas donde se cambiaron, una vez salieron con sus uniformes perfectamente colocados, se encontraron a Greco junto con dos personas más en la cocina.
-Buenos dias, os presento, estos son Mia y Jhon, ayudantes del chef, -los nombrados saludaron, -y ellos son Horacio, el chef encargado del local y Alanna, segunda al mando,- Horacio miró a su compañera sorprendido ya que no le había contado que había subido también de rango.

-Bienvenidos, entrar por aquí que os voy enseñando la cocina,- les invitó la chica.
Ambos cocineros la siguieron dejando a Horacio y Greco hablar tranquilos.
-Bueno, ¿nervioso?,- preguntó el de barba con una sonrisa al muchacho ya que le veía frotar sus manos ansiosamente.
-Un poco, la verdad,-
-Vamos Horacio, llevas un año aquí, sabes cómo funciona esta cocina, sé que vas a hacer un buen trabajo.-

Ante esas palabras el chico se estiró, infló su pecho cogiendo aire y se dispuso a cambiar su actitud por una de seguridad, su jefe confiaba en él dejando en sus manos su preciado negocio y tenía que demostrarle que no se equivocaba haciéndolo.
Con un apretón en el hombro del de cresta y dejando en su mano las llaves del local, Greco se despidió y se marchó.

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora