Cap.5

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Dex tenía claro su plan, llevarse a Horacio a Nueva York dándole la oportunidad de conocer la ciudad, la gastronomía de allí, darse a conocer como cocinero en la Feria del Gourmet, presentarle a decenas de renombrados chefs de todo el mundo y por supuesto, volver a conquistarle.

Estaba seguro de que el menor no dudaría en decir que si, era un sueño para alguien que aspiraba a mas y, Horacio no era la excepción asi que, ideó un plan para no ser tan obvio, le daría un par de dias antes de invitarle ya que si lo hacía inmediatamente el chico igual dudaría de sus intenciones, demasiada simpatía fingida por un dia, pensó el chef.

Ese dia acabaron su jornada laboral y, despidiéndose de Dex, los tres amigos salieron del restaurante para dirigirse a sus casas a descansar, había sido un dia duro de trabajo y estaban agotados. Despidieron a Alanna que ese dia tenía algo de prisa y salió corriendo hacia el borde de la carretera parando un taxi con la mano levantada.

Horacio quería pasar de nuevo la noche junto a Viktor, estaba seguro de que no podría volver a dormir plácidamente si no era entre los brazos del hombre ruso, había encontrado en ellos la calma, el bienestar, la confianza y el cariño que necesitaba y, ese hombre se lo ofrecía desinteresadamente porque lo amaba.

-Estaba pensando en que hoy podríamos dormir en mi casa, sé que está en el norte y mañana debemos de madrugar mas para llegar bien de hora al trabajo, pero no me gusta tenerla cerrada tantos dias seguidos, ¿qué te parece la idea?,- preguntó Horacio mientras caminaban en dirección a la casa del mayor.
-Por mi está bien mi amor, donde sea que estemos, mientras sea contigo me va bien,- contestó el ruso acercándose al de cresta agarrando su cintura para posteriormente depositar un suave beso en su mejilla.

Caminaron cogidos de la mano hasta casa de Volkov, paseando y disfrutando de la cálida tarde, charlando animadamente mientras compartían miradas cargadas de amor. Acordaron recoger algunas pertenencias necesarias y ropa de casa de Viktor y después cogerían el coche de éste para desplazarse ya que, la casa de Horacio quedaba bastante apartada del centro de la ciudad.

El camino hasta el norte fué tranquilo y silencioso para la pareja, disfrutaban de la tranquila música que les ofrecía la radio mientras que el mayor estaba concentrado en el camino y el mas joven divisaba las montañas y los frondosos árboles que le ofrecía ese paisaje a través de la ventanilla.

Una vez llegaron a la casa de Horacio acomodaron las pertenencias del ruso en la habitación principal, donde ambos dormirían y la cual había pertenecido en el pasado a los padres del de cresta.

La casa era bastante grande, tenía tres plantas, la mas baja contaba con un gran salón perfectamente decorado en tonos marrones y verdes, la cocina era amplia y tenía una isla central con taburetes además de múltiples armarios y cajones. Tenía también un aseo y contaba con un pequeño cuarto con ropero para dejar los abrigos y zapatos.

La planta de en medio contaba con tres habitaciones, cada una con su baño personal, estaban amuebladas pero dos de ellas vacías, ya que éstas habían sido las habitaciones de Horacio y su hermana y el chico, al fallecer su familia, había organizado todo para trasladarse a la habitación principal.

En la última planta solo había una habitación grande que unicamente tenía trastos viejos y recuerdos junto a un sofá cama y un armario donde guardaba fotos antiguas, de vez en cuando subía para recordar los viejos tiempos, no lo solía hacer muy a menudo ya que siempre que subía terminada triste y llorando al recordar a los suyos.

Al joven le gustaba tener siempre flores frescas de su jardín por todas las estancias de la casa incluido en los baños, su madre preparó y cuidó del gran jardín que tenía en la parte trasera de la enorme casa, había muchas flores diferentes que llenaban de color su hogar, por eso mantenía la costumbre de su madre, aparte del agradable aroma que allí se respiraba.

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora