-Vamos princesa, hay que preparar la merienda,- le dijo Horacio a su hija levantándose con ella en brazos y haciendo que la niña arrugara su rostro y sonriera ampliamente, le encantaba que le llamara así.
Tenía toda la colección de películas de Dysney mas todos los vestidos y complementos de las princesas que aparecían en ellas, le encantaba ponérselos y maquillarse para luego imaginar que vivía en un reino muy lejano y vivir aventuras creadas por ella y su padre, ya que Horacio jugaba muchas veces con la pequeña.
Pasaban muchas tardes pintándose las uñas y maquillando sus rostros, la niña era muy coqueta y tenía un sinfín de ropa, al igual que el de cresta. Eso hacía que por las mañanas, a la hora de arreglarse para ir al colegio, tardaran mucho más tiempo del necesario y siempre debían correr para llegar a tiempo.
-Papá, quiero galletas de estrellas,- pidió Nadia mientras llegaban a la cocina donde prepararían todo.
-¿No prefieres las de chocolate?-
-¿Me das dos de cada?,- preguntaba la menor con un puchero.
-No bebé, sabes que solo te daré dos galletas, fruta y leche pero, ¿quiéres una de cada?,- le ofreció su padre.
-¡Vale!-Horacio preparó la merienda para ambos, dos vasos de leche, uno de ellos también con café para el mayor, fruta para ambos y galletas para la pequeña. Colocó todo en una bandeja y lo llevó hasta el salón donde comerían juntos.
Ambos se sentaron en el sofá y, cuando Horacio iba a encender la televisión para poner alguna película o serie de dibujos para entretener a la menor mientras merendaba, la niña le quitó el mando y le miró frunciendo el ceño.
-Quiero que sigas contándome la historia, no has terminado y quiero saber si el chico del pelo azul encontró a su novio-
-¿Tanto te gusta esta historia?, no salen princesas, ni dragones, ni príncipes guapos, ni brujas,-
-¡Si!, el chico de la cresta azul es muy guapo, es un príncipe y su novio también y tiene el pelo de plata, y el hombre malo es la bruja- bufó Nadia haciendo reir a su padre.Horacio miraba con asombro a su hija, desde que la conoció cuando tenía dos años, supo los valores que quería inculcarle, le enseñó el respeto y la educación hacia los demás, le enseñó que había familias que tenían dos madres o dos padres y que eso estaba bien, le enseñó lo que es el amor entre personas iguales y desiguales, él realmente había educado muy bien a su pequeña, con ayuda claro.
La niña tenía claro que quería seguir escuchando aquel cuento, le fascinaba como su padre le narraba como se conocieron aquellos chicos cocinando, le gustaba que le describiera los platos que cocinaban, como el hombre malo intentaba separarlos y quería saber si volvieron a encontrarse.
La historia que estaba contándole, era su propia historia, su vida, su relación con otro hombre, la cambiaba transformándola en un cuento para niños, no les puso nombres a los protagonistas, solo descripciones, pero la niña había cogido cariño a esos príncipes, como ella misma los había bautizado y él tenía que terminar de contarle esa historia, aunque con ello lo pasara mal.
-Si quieres cuando acabemos de merendar podemos ir a escoger un vestido y una corona para ti, ¿quieres?,- ofreció Horacio mientras la menor le miraba con los ojos muy abiertos.
-¡Sii!,- chilló emocionada,- hoy quiero el amarillo-
-Hoy irás de Bella entonces, así que tendremos que recoger tu pelo también-
-Lo tengo muy corto, además me falta la bestia, no está,- dijo la niña formando un puchero.
-Yo puedo hacer de bestia si quieres bebé, a mi me gusta ponerme también caretas feas,- intentó convencerla.
-Echo de menos a papi...- soltó una lágrima mientras lo decía.
-Eh, venga, no llores,- le susurraba mientras limpiaba su blanquecina cara, -lo pasaremos genial, además te seguiré contando el cuento que tanto te ha gustado, ¿vale?,-
-Vale,- contestó abrazándose a su padre mientras era rodeada por sus tatuados brazos y un beso era depositado en su frente.
-Yo también echo de menos a papi hija...-
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Érase una vez...
RandomHoracio cuenta un cuento a su hija, es la historia de como Viktor y él se conocieron y pasaron por muchas dificultades hasta poder acabar juntos. Presente y pasado entremezclados para llegar a un final...¿feliz?.