Cap.20

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Alanna llamó a la puerta, un Horacio serio la recibió, llevaba un traje negro al igual que Viktor quien estaba sentado en el sofá con su hija en brazos, ambos esperaban a su amiga ya que se quedaría con Nadia esa mañana, la pequeña no iba a ir al entierro de su madre por obvias razones, no tenía ni la edad ni el conocimiento para asistir a esa clase de eventos aún y no era una situación a la que el ruso la quisiera exponer.

La pelirroja entró y cogió a la niña en brazos, Viktor se levantó y junto al chef se fueron en el coche del mayor hacia el cementerio donde esperaban amigos y familiares de Katia para darle el último adiós. La ceremonia fué corta, unas emotivas palabras por parte de algunos presentes y de Volkov y poco después le dieron sepultura.

Horacio no soltó la mano del mayor en ningún momento, se dedicó a acompañarle silenciosamente y a pasar su mano por su espalda en señal de apoyo cuando éste se derrumbaba intentando tranquilizarle. Le dolía verlo así pero desgraciadamente era algo por lo que tenía que pasar.

Cuando terminaron, Viktor propuso al de cresta pasar por su casa, necesitaba coger unos papeles para hacer las gestiones pertinentes en los próximos dias, aunque no estaban casados, el peliplata se ofreció ya que era la madre de su pequeña y a él no le importaba hacerlo.

Cuando llegaron, metió la llave en la cerradura pero fué incapaz de girarla, muchos recuerdos se agolpaban en su mente y le costaba entrar. Fué Horacio quien abrió la puerta y entró primero, esperando a que el ruso estuviera más tranquilo. Encendió las luces y abrió las ventanas para ventilar un poco, el mayor pasó y miró todo incrédulo, hace unos dias tenía una familia y hacían vida en aquel hogar que ya no no lo era para él.

Poco a poco fué entrando hasta la habitación principal de la mano del peliazul que no lo dejaba solo en ningún momento, abrió los cajones, cogió lo necesario e hizo un par de maletas con cosas de su hija y suyas.
-Horacio,- le llamó sentándose en la cama y mirando a la nada,- voy a vender esta casa.-
-¿Por qué?, solo necesitas tiempo,- dijo sentándose junto a él.
-Este ya no es mi hogar, no quiero volver nunca aquí,- frunció el ceño,- si no te importa que nos quedemos un tiempo en tu casa hasta que encuentre algo..-
-Mi casa es la tuya, como si os quedais para siempre, yo estoy feliz de poder ayudarte y sabes que no sois una molestia, todo lo contrario,- le interrumpió.

-Gracias por todo lo que haces por nosotros, gracias de verdad,- apretó su mano mirándole fijamente.
-Vamonos a casa Viktor, tienes que descansar,- se levantó soltando su mano, se sentía mal por notar su corazón acelerado cada vez que juntaba su mano con la del mayor, él acababa de perder a su pareja y madre de su niña y sentía que no era lo correcto. Le iba a costar bastante lidiar con sus sentimientos hacia el cocinero pero necesitaba ayudarle y darle todo su apoyo.

Salieron de la casa, dejaron todo lo que Viktor necesitaba en el coche y fueron hacia casa de Horacio. El camino fué silencioso, el mayor tomó la mano del chico de nuevo, como solían hacer antes, cuando eran pareja, pero ahora era diferente al menos para el más alto, era señal de agradecimiento y de necesidad de saber que estaba ahí y que no le iba a dejar solo pero para el chef, al final se había vuelto incómodo ya que él si sentía cosas por el otro pero aún así la aceptó.

Cuando llegaron Alanna los recibió, les informó de que Nadia dormía, se había quedado muy tranquila después de comer así que estaba en su cuarto descansando. Los chicos la invitaron a comer pero se negó, tenía que ir al restaurante, había permanecido cerrado y había cosas que preparar para la apertura al dia siguiente.

Horacio recordó lo hablado con Greco, no quería dejar su restaurante, era su sueño cumplido pero tampoco quería dejar a Viktor y a sus compañeros tirados en esta situación, el ruso iba a necesitarle y sabía que con él al lado todo sería más fácil para él.
-Voy a volver al restaurante,- dijo mientras se cambiaban de ropa y sin mirarle.
-¿En serio?, - sonrió y se acercó rápidamente al chef cogiéndolo por los hombros y mirándolo con sus ojos comenzando a aguarse.
-Si, Greco me lo ofreció ayer y bueno, lo he estado pensando y creo que es lo mejor,- contestó cabizbajo

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora