[JAKE]
Los pájaros trinaban en las copas de los árboles, las risas de los pequeños infantes viajaban con el viento; pudo haber sido una imagen muy hermosa, sino fuera que Gustavo me miraba como si sus ojos fueran a explotar. Gracias, mamá.
-Oye, tranquilo, que sigue siendo mi madre, más respeto por favor.
-Lo sé, lo siento, pero ¿cómo se le ocurre? Eso va más allá de todos los límites.
Lo noticia de lo que mi madre podría hacer si intentaba llevarme a Lidrew de donde se encontraba lo tenía consternado, y ¿cómo no? A mí también me tomó por sorpresa cuando me lo dijo no hace poco.
Dos meses atrás.
-¡¿Qué rayos haces jovencito?!
-Susan está en el hospital, tengo que irme, ¡voy a ser padre!
Revolví los cajones en busca de algo de dinero y tomé la sudadera sucia de sobre mi cama. Mi madre me gritaba lo estúpido que fui al embarazarla, en eso subió Henry enfadado. Lidrew estaba en la escuela.
-¡¿Por qué tanto alboroto?! ¡Estoy trabajando en algo importante, maldita sea!
-Es Jake, que la ramera de su novia está dando a luz y se quiere largar, así, de la nada.
-¡Te he dicho millones de veces que no llames así a Susan!
-¡Eso es lo que es, una RAMERA!
Esto parecía más una pelea verbal para ver quien gritaba más fuerte que un dialogo entre dos personas civilizadas.
Tenía ganas de golpearla, pero me resistí apretando la mandíbula y haciendo bola la sudadera azul marino.
-¡Tranquilos los dos!
Gritó Henry, y con la mayor calma del mundo rodeó a mamá por los hombros y sonrió. Era ese tipo de sonrisa que no avisaba más que malos augurios.
-Si tanto quiere irse puede, después del parto claro, recoger sus cosas y marcharse. ¿Cierto, Elisa?
Estoy seguro que vi un momento de duda en los ojos de ella, pero cuando no vio oposición de parte mía comenzó a asentir con la cabeza, primero temerosa y luego, con firmeza.
-¡Bien!
Fue lo único que salió de mis labios y salí de la casa nublado por la ira. Presencié el nacimiento de mi hija, pero no con todo el gozo que podría haber experimentado cuando recordé que había dejado a mi pequeña en aquella casa. Sola.
Cumplí lo prometido y regresé a con mi madre con un nuevo plan en mente. Llevarme a Lidrew de ahí.
-¿Dónde está Lidrew?
Mi madre leía un libro en la cocina, mientras que Henry, a su lado, escribía informes con gran concentración, ninguno se dignó a siquiera subir la mirada así que volví a formular mi pregunta.
-¡¿Dónde está mi hermana?! Se supone que ya debió de haber regresado.
Mamá inhaló tranquilamente y bajó el libro con delicadeza fijando su vista en la mía.
-Está en casa de Jen haciendo un trabajo.
-Pero no me dijo nada.
-Fue de último momento, llamó para avisar.
Volvió a tomar el libro y reanudó su lectura, ignorándome. Me di la vuelta frustrado y subí a mi recamara, introduciendo todo a una mochila desgastada de mis tiempos en la secundaria.
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>>ISin_TítuloI<<
Teen Fiction-Olvidé mi pluma negra Cierto, su vida no era la mejor de todas y a veces desearía nunca haber puesto pie en esta tierra llena de estereotipos y sociedades manipuladoras, pero esa no fue decisión suya... Lidrew Sykes no es una chica extraordinaria...