Capítulo 24.

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[LIDREW]

No sabía si me gustaba el silencio u odiaba poder escuchar mis pensamientos.
Jake había arreglado el sillón de su pequeña sala, pero por más acogedor que fuera, el sueño no llegaba, mi mente estaba demasiado ocupada como para dejarme descansar.

Pensaba en Dylan y su necesidad de seguir en el hospital, sus ojos perdidos en la nada y su voz lastimada por una cuerda capaz de quitarle la vida.
Pensaba en Audrey y en su débil cuerpo romperse en pedazos, su cabellos cayendo a montones y esos labios... quebrados, secos; el cáncer gobernar su ser hasta dejarla sin latido alguno.
Pesaba en Zamira y su hermosa sonrisa iluminar mis noches oscuras, que nunca regresó de su visita con el Dr. Thompson... en Rinta y Mad-Cat, en Tres y Ximpuh, no quería dejarla, no sin despedirme.
Pensaba en Jen y lo mucho que extrañaba su presencia, en sus hoyuelos al sonreír y su mirada comprensiva, en todo lo que no debía haber dicho, en todo lo que debí haber hecho.
Pensaba en Mitch y aquellos ojos hipnotizantés, en cuanto lo extrañé pero nunca me ponía a pensar en él.
Pero más que nada, y no me explico porque, pensaba en Alek. Reviví la escena del hospital, cuando me exalté y solté todo a un hasta ahora extraño... su casi beso. Desde esa vez no he vuelto a saber de él.

Esta casa es demasiado tranquila, la bebé no llora, Jake no ronca como solía hacerlo antes, sólo se escuchan los susurros del viento golpear la ventana.

Repasé el día de ayer cuando regresé a casa, no sabría decir si mamá se alegraba o le daba igual. La primera noche fuera del hospital tampoco pude dormir, la única luz encendida era la de la cocina, mamá trabajaba en un proyecto para la empresa, eran las 3am y aún no pegaba ojo. Salí de la habitación que ya no se sentía mía e ingresé a hurtadillas al cuarto de Jake. La cama des tendida, ropa sucia en el suelo, libros amontonados en pirámides de conocimiento; la oscuridad me sobrecogía, duré toda la noche con la espalda contra la cama, sentada en el suelo como vil muñeca de trapo. No dormí aquella noche.

Tomo mi mochila buscando el celular –que no sufrió gran daños por el accidente-.

Gracias Nokia<<

La luz azul iluminaba mi rostro haciendo que mis ojos dolieran, pero no me importó. Llamé a Jen.

Sonó cinco veces antes de que contestara, lo cual es considerable teniendo en cuenta que era la 1:24 de la madrugada de un lunes en vacaciones de verano. Aun así, me hizo muy bien oír su voz.

-¿Sí?

Me pregunto cómo estará; acostada boca abajo con los labios abiertos dejando salir la saliva del cansancio, su cabello despeinado de una forma en la que siempre se ve hermosa. Las cobijas en un alguna parte del colchón.

-¿Bueno?

No sé porque aún no decía nada, ahora su voz se escucha más despierta, más alerta, tenía que cerrar los ojos para fingir que se encontraba conmigo.

-Jen... soy yo.

-¿Lidrew?

Escuché la cama crujir al otro lado de la línea telefónica, seguramente se acomodaba en esta para poder hablar mejor; quizá ahora frotaba sus ojos cansados.

-¿Qué haces despierta? Pasan de la una de la madrugada.

-Perdón, yo... necesitaba escuchar tu voz... yo, solo...

Las palabras no salían, mi lengua se enredaba dentro de mi boca haciéndome tartamudear. Comencé a alterarme demasiado sin razón aparente. Jen escuchó mi respiración agitarse y se incorporó con rapidez.

-Bonita, tranquila. ¿Dónde estás?

-Perdón por todo Jen, no es tu culpa que sea una terrible persona, yo... te necesito y te extraño mucho y...

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