6.

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Quería ser un guerrero. Quería cumplir el deseo de mi madre y vivir junto a mis padres. Felices los 3.

Pero mi padre no deseaba eso.

Mi madre persiguió un sueño que sabía que era imposible. No debí ser un guerrero. Se supone que debí haber muerto hoy.

¿Por qué te disculpaste? ¿Por qué me salvaste? No quiero que se acabe aquí. ¡Aún no entiendo nada!

Con lentitud, fue abriendo sus ojos. Aún se encontraba en aquella casa, afortunadamente, los titanes se habían esparcido por todo el distrito.
Se puso de pie, lista para salir de aquel hogar. Todo estaba completamente destruido, los titanes buscaban en las casas por comida, y si ella seguía ahí, iba a ser el pequeño banquete de uno de esos gigantes.

Comenzó a correr, tanto como lo de sus pequeñas piernas daban. Alcanzó ver a un soldado con el uniforme similar al que portaba Conrad.

— Mira — dijo un hombre. Vieron a la niña acercarse a ellos — ¿Qué haces aquí, pequeña? Todos están en la muralla María.

— ¿Dónde está el comandante Erwin? — preguntó, nerviosa. El par de hombres se miraron entre si.

— Probablemente esté en la muralla María — respondió uno de ellos —. Veo que traes una capa de la Legión.

— El soldado que me salvó me la dio — contestó, con un nudo en la garganta. Uno de esos soldados respiró hondo.

— Mira — apuntó a un barco, estaban pocas personas subiendo —. Ese barco te llevará a la muralla María, en donde se encuentra un pequeño refugio para las personas del Distrito.

— Muchas gracias — contestó. Se fue caminando hasta ahí, con su cabeza baja.

Su cabeza no dejaba de recordar el momento en que vio morir a Conrad. Se sacrificó por ella y por su bienestar. No pudo evitarlo más y se puso a llorar mientras subía al barco, donde se refugio en una esquina para desahogar todo su malestar.

— Debí haber muerto yo... — susurró — ¿Por qué lo hizo? — negó, ocultando su rostro con sus manos.

Al llegar a la muralla, siguió a las personas que iban al refugio. Entró en ese edificio, encontrándose con varias personas descansando en el suelo, otras cuantas lamentándose o con miedo, pocas de ellas estaban tranquilas.

Pasó al lado de un pequeño grupo de tres niños, con su cabeza baja y sus pasos pesados. Logró ver a un soldado caminando por ahí, asegurándose de que las personas estén bien.

— Disculpe — llamó en voz alta mientras se acercaba a él. El soldado se detuvo para verla acercarse.

— ¿Ava? — preguntaron Reiner y Bertholtd al escuchar. Annie trataba de ubicarla pero había varias personas que se le hacia difícil.

— ¿Pasa algo? — preguntó el soldado.

— ¿Sabe dónde se encuentra el comandante Erwin? — preguntó con más nervios que antes. El soldado se puso en cuclillas frente a ella.

— Seguramente está ocupado allá afuera. Soy el capitán Levi. ¿Sucede algo? — respiró un poco triste, pero, al menos era un puesto cerca del comandante, también tenía ese logo de alas en su chaqueta.

— El soldado Conrad... Se sacrificó por mí... — respondió débilmente. Levi suspiró profundo.

— Tranquila, ten por seguro que su sacrificio no será en vano — acarició su cabeza.

— Me dio su capa, creo que yo no debo de traerla... — pensaba quitársela pero el mayor la detuvo poniendo una mano sobre la de ella.

— No, pequeña. Él te la dio a ti. Quedatela y recuerda que estás bien gracias a él. Podrás ser una mujer fuerte si tomas eso como motivación para seguir adelante — perpleja, miraba a los ojos grises azuladodel capitán. Su mirar era firme pero algo dulce, ocasionando que ella se sonrojara ligeramente —. Ve a descansar.

«Why So Lonely»; Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora