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— Voy por mi equipo de maniobras — dijo la castaña. Hange asintió firme.

— Estaremos en el salón. No tardes.

Asintió. A pasos rápidos, se dirigió a la habitación donde tenían los equipos de maniobras. Tomó el de ella, aquel que estaba en la esquina superior izquierdo en los estantes de la pared derecha.

Tenía un presentimiento, ese detestable sentimiento se volvió a hacer presente en su ser después de 5 años. Olvidaba esa desesperación en su pecho, olvidaba el sudor intenso bajar por su frente, el mareo y su cabeza dar vueltas. Tanto así, que tuvo que sostenerse de la pared de enfrente.
Algo malo estaba a punto de suceder, y sabía que ella iba a estar bastante involucrada en eso.

Logró recuperar el equilibrio, respiró hondo y terminó de sujetarse el equipo a su cintura. Con su muñeca, se secó el sudor de la frente. Nuevamente volvió a respirar profundo, esta vez, para salir y dirigirse hasta donde se encontraban todos sus compañeros. En el salón.

Al momento de poner un pie en el lugar, todas las miradas se posaron sobre ella. No la juzgaban con la mirada, era lo que menos quería; sino, trataban de asimilar la situación. Al darse cuenta de eso, miró las hojas que su hermana llevaba en la mano. Algo tenía que ver con ellas.

— ¿Qué sucede? — preguntó, finalmente.

— Ava.

— ¿Capitán?

— ¿Podemos confiar en ti? — interrogó, acercándose a ella. Por la seriedad en la que le hizo dicha pregunta, bajó la vista hasta sus botas — ¿Eres capaz de admitir tus propios pecados?

— Puedo admitir mis pecados... — respondió, en un susurro. Tomó una bocanada de aire, levantó la cabeza para ver a los ojos de Levi — Pero no pueden confiar en mí. Reconozco que no soy una persona de fiar ciegamente... — su comentario se vio interrumpido cuando recibió una patada en el rostro por parte del Capitán. Ella cayó al suelo, golpeándose los brazos y lastimando sus manos contra un par de cajas que estaban en el salón.

— Ca-Capitán... Levi — llamó Armin, pero fue ignorado por el mayor.

— ¿Tú sabías que Reiner, Berthotld y Annie eran titanes cambiantes así como Eren?

— Sí — contestó, sentándose sobre las maderas rotas. Las manos le llegaban a sangrar ligeramente —. Porque vengo del mismo lugar que ellos.

— ¿Entonces tú también te puedes transformar en titán?

— No. Yo soy completamente humana.

— ¿Pretendes que me crea eso?

— Mire mis manos — le mostró las palmas de sus manos, habían salido lastimadas al momento de que cayó sobre las cajas —. Si fuera Titán, en este momento me hubiera convertido en uno.

— ¿Con qué intención hicieron todo eso? — bajó la cabeza — Responde.

— Para llevarse al Titán que Eren porta — respondió, mirando al hombre. El chico se puso tenso por tal respuesta —. Fue demasiado tarde hacerle ver a esos tres que ustedes no son demonios. Yo fui salvada por un hombre que le hacian llamar demonio, conocí a su hija, lo que más me dolió fue que la pequeña jamás podrá conocer a su padre todo por la estupidez cometida hace 5 años.

— No puedo creerte.

— Capitán, Ava no miente — intervino Armin, siendo objetivo de las miradas de sus compañeros —. Cuando ella miente, lleva su mirada hacia abajo mientras habla. Esta vez, ella lo estaba mirando directamente a los ojos.

— ¿Demonios? — preguntó Levi, ahora caminando hasta una Ava que aún estaba en el suelo sentada — ¿Nosotros somos demonios? — la sujetó del cuello de su camisa.

«Why So Lonely»; Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora