36.

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— Es absurdo.

Ymir y Ava miraron a Eren. Este veía a ese par de hombres con demasiado odio.

— ¿Por qué finges ser la víctima?, ¿Qué pretendes?, ¿En qué demonios pensabas cuando hablaste con nosotros aquel día? Dime, Berthotld. Te hablo a ti, segundón. Lo conté todo delante de ustedes. Conté cómo se comieron a mi madre viva.

Intercambiaba su mirada; de estar en Eren pasaba a Berthotld, de Berthotld a Reiner y nuevamente a Eren. No sabía qué era lo que más le estaba haciendo sentir mal, la confesión de Jaeger o la impotencia de hacer algo por él.

Pero... Ya es tarde. 5 años tarde.

— Lo oíste, ¿Verdad? — siguió hablando —. Un trozo de puerta que pateaste, impactó en mi casa y mi madre no pudo huir. ¿Lo recuerdas? Te lo conté — Berthotld mandó su vista a ese castaño que estaba entrando en desesperación — ¿Qué sentiste? ¿En qué estabas pensando cuando te lo dije?

— Aquel día — comenzó, nuevamente llevó su mirada al frente con la intención de no ver a Eren —, me sentí mal por ti.

El ambiente se inundó de un gran silencio. Ymir miró a Ava, esta estaba buscando una manera de poder desatarse de aquellas sogas. Quizás también estaba ideando un plan para irse.

— Claro — dijo Eren, con su voz temblorosa —. Ustedes... Ustedes no son ni soldados ni guerreros. Son simples asesinos. Son asesinos de masas que mataron a cientos de personas inocentes.

— ¿Crees que no lo sé? — alzó su voz con demasiada molestia aquel rubio que salió de sus pensamientos — ¡No necesito que me lo digas!

— ¡Entonces no finjas tener emociones como nosotros! — exclamó Eren bastante molesto — ¡Ustedes no son humanos! ¡Por su culpa, nuestro mundo es un infierno! ¿Entienden, asesinos?

— ¡¿Y qué esperas de estos asesinos?! — atacó Reiner, mirando con más enojo a Eren — ¿Que nos arrepintamos?, ¿Que nos disculpemos?, ¿Te satisfaría eso? ¡No somos quiénes creías que éramos! Si gritar te hace sentir mejor, ¡Entonces grita todo lo que quieras!

Simplemente permanecieron con la cabeza baja por dicha discusión. Asesinos. Queriendo y no, ella también lo era. Pudo no haber asesinado a ninguna persona de la Isla; sin embargo, la cantidad de personas que asesinó a temprana edad cuando vivían en Marley e iban a la guerra, la hacia sentir lo suficientemente asqueada de su persona.

— Es verdad — dijo Eren —. Todavía soy tan ingenuo. Debo hacer todo lo que pueda, para que ustedes sufran y mueran de la peor forma posible.

— No — dijo Ymir, Eren la miró —. Por favor, Eren, si sigues diciendo esas niñeces, no puedo contar contigo.

— Tú no — dijo, captando la atención de aquellos con los que estaba compartiendo la rama —, pero yo sí. Yo estoy con Eren.

— Ava...

— No pude haber asesinado a ninguna de las personas de este lugar y todo se lo debo al hombre que me dio la capa que estoy usando en este momento. Gracias a él, me enteré de que estas personas no son como siempre nos hicieron creer, aunque... Yo tenía una corazonada. Así que, al conocerlo y después de ver su sacrificio y seguir aquí con ustedes... Sabía que a quién debía de proteger no era aquel lugar donde nací, sino, el lugar donde vine. Aquí. Asesinos... — musitó — Sí, eso... Eso es lo que siempre he sido desde hace años. Una asesina. Asesiné a miles de hombres que luchaban por su país, en ese momento... Ni siquiera se me ocurrió pensar en su familia, en sus amistades, en su vida; sólo quería cumplir con mi objetivo para después... Ser libre. Pero... — murmuraba, alzaba y bajaba la cabeza. Ya ni siquiera sabía qué decir — Soy un asco. Debería estar muerta. Todo por la estúpida libertad que me quitaron hace años.

«Why So Lonely»; Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora