⟣ᴅɪᴇᴄɪᴏᴄʜᴏ⟢

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Una vez más. Sólo esta última vez, me repetía constantemente esas palabras en mi mente aquella mañana.

Apenas había pasado una semana desde mi...gran, y dolorosa...caída.

Seguía viviendo con JungKook por pura inercia, pero recién aquella jornada había llegado a mí la repentina idea de...intentarlo una vez más.

De probar suerte para que cediera a mí...aunque eso significara fallar a mi propia promesa de dejarlo en paz.

Fue tanta mi fuerza de voluntad, que me levanté mucho antes que él esa madrugada, y comencé a preparar un delicioso desayuno para dos, y al salir de la ducha, viéndolo removerse en la cama, me apresuré a colocarme el conjunto de lencería que tanto había estado pensando durante la noche.

Ese día salía mi vuelo a Japón, a una convención de derechos humanos en la que me habían dejado a cargo del discurso de apertura y aprovecharía para hacer unas cuántas misiones por allá. La cosa es que debía terminar con mi maleta y de paso escoger el conjunto con el que viajaría, que no podía ser cualquiera, de hecho.

Cosas de tener una mejor amiga diseñadora que te inculque la costumbre de siempre querer vestir bien.

Entonces, cuando JungKook despertó, que se sacudió las lagañas y se sentó con los pies fuera de la cama, me apresuré a ocupar todo su campo de visión.

La sonrisa que desde hacía un tiempo no mostraba se instaló en mis labios y, como quien no quiere las cosas, me paseé frente a él, esperando que notase bien mi ropa interior, y con dos conjuntos de ropa colgados en percheros en mis manos, se los mostré y le pregunté:

-¿Cuál crees que deba usar hoy, JungKook?¿Crees que el verde se me vea mejor ahora que me volvió el rubio natural al cabello...o el azul es el indicado?

Ni siquiera me miró.

Ni siquiera abrió la boca para darme los buenos días.

Él sólo se levantó y se encerró en el baño.

De nueva cuenta escuchaba el crujido de mi corazón al romperse, y las lágrimas las dejé caer sin importarme que el maquillaje comenzara a correrse.

Agotada y molesta, lancé la ropa a la cama, y retrocedí a pasos vagos hasta quedar recostada en la pared a un lado de la puerta del baño.

Anbrazándome a mí misma, esperé a que JungKook saliera del baño, y cuando lo hizo, se asustó con mi presencia.

Pero realmente me importaba una mierda.

-¿Hasta cuándo vas a seguir así?

Sus ojos se pasearon por toda mi figura durante un par de segundos, mas lo único que salió de sus labios antes de volver a darme la espalda, fue un suspiro.

-Por favor, JungKook...

Nada.

Lo seguí hasta la cocina, lo vi ignorar lo que había preparado y cómo comenzaba a servirse un tazón de cereal.

-¿Qué tengo que hacer para que dejes de ser así conmigo y me quieras?

Pero nuevamente no obtuve una respuesta.

Con toda la fuerza de mi rabia e impotencia contenida en mis puños apretados, respire profundo una y otra vez, sequé bruscamente mis lágrimas y esta vez fui yo quien le dio la espalda.

Tomé el primer conjunto que encontré (rezando para que Leiah no me quisiera matar en caso de que no fuera el adecuado) y me encerré en el baño para vestirme, maquillarme otra vez y peinarme.

Saliendo yo, entró él, y cuando terminé de organizar mi maleta, él ya estaba más que listo para irnos.

Ni la cama tendí, ni el desayuno probé.

Pero no importaba. Nada me importaba más que mi trabajo en ese momento.

El vuelo se me hizo largo y tortuoso. Me sentía claustrofóbica y tenía unos inmensos deseos de salir por la ventana con tal de alejarme de JungKook...Pero tratándose de mi escolta, sabido era que no podía alejarse de mí por mucho tiempo.

Maldije el momento en que había dejado a JiMin con Leiah y los niños, pero luego me retracté, ya que ellos estaban muy felices juntos y yo no era nadie para negarles eso.

Después de todo, yo misma me había metido en ese lío. Yo misma había decidido seducir a mi escolta personal y me había atrevido a amarlo aún sabiendo que siempre lo tendría cuidándome las espaldas porque así había ordenado yo que se acordara en un contrato durante siete años.

Yo sola me había puesto la soga al cuello, y debía aceptar las consecuencias.

Mas eso no significaba que no fuera a detener mis impulsos por tenerlo lo mas lejos posible mientras pudiera.

-Señorita, se trata de su escolta y no pueden ir en habita...

-Joven...Kaito-suspiré, apoyándome en el buró del lobby, lo que me daba mejor vista a la etiqueta con el nombre del joven que me estaba atendiendo y queriendo llevarme la contraria-, escuche lo que le diré-aclaré mi garganta. JungKook tenía nuestras maletas y aunque estaba atento a nuestro alrededor, sabía que sus ojos estaban clavados en mí. Le agradecí internamente que no hiciera nada para detenerme de hacer lo que quería esa vez-. Necesito privacidad y es una cuestión grave por la cual necesito tener un cuarto de este hotel aparte del de mi escolta. No me importa si lo meten en un closet o un baño. No lo quiero dentro de mi habitación. De hecho, lo quiero lo más lejos posible de mi persona.

El muchacho se me quedó mirando con duda a los ojos, pero bastó con ver la lágrima que no pude detener de bajar por mi mejilla para que asintiera y comenzara a teclear y hacer llamadas.

-Espere un momento, señorita. Esto puede tardar un poco.

Aliviada, asentí, dejando caer mis manos a ambos lados de mi cuerpo, y giré sobre mis talones para encarar a JungKook.

Nuestros ojos coincidieron, pero su mirada vacía no combinaba con la nostalgia en la mía.

Era imposible que mi corazón y cuerpo dejaran de reaccionar a él cuando me sentía tan suya. Incluso con el alma destrozada, cada pedazo roto lo seguía amando y anhelando tocarlo y arrastrarse a sus pies.

Pero, por suerte, mi cerebro había tomado las riendas y había reprendido a mi corazón, advirtiéndole que por mucho que la herida doliera, no volveríamos a caer en la trampa de ese hombre que nos había rechazado sin siquiera una palabra de por medio.

-Señorita Cain-volví a centrar mi atención en el joven recepcionista, y su cálida sonrisa me contagió un poco-. Bienvenida a nuestro hotel-me extendió tres tarjetas y un caramelo-. Estas son las dos tarjetas de las habitaciones, una contigua de la otra porque sigue siendo su seguridad. También tiene el número de la recepción y el gerente en caso de presentar alguna queja, y este caramelo es para endulzarle el alma. Son famosos en este hotel por siempre sacarle una sonrisa a nuestros clientes.

Y en efecto. Ni siquiera me había comido el dulce y ya estaba sonriendo, incluso si JungKook había tomado los cuatro objetos que me daba el muchacho para revisarlos. Me pareció muy amable ese gesto por parte del chico y del hotel.

Fue ahí cuando mi corazón entendió a mi cerebro.

Aún tenía una misión en el mundo que debía ser cumplida.

⚞Tʜᴇ Bᴏᴅʏɢᴜᴀʀᴅ⚟  ༐ Jᴇᴏɴ JᴜɴɢKᴏᴏᴋ ༐ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora