⟣ɴᴜᴇᴠᴇ⟢

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-Debes tomarla así, y debes mantenerte firme. No puedes permitir que el disparo te haga perder el equilibrio.

-Ajá. No tengo probelmas. Una pistolita y un tiro no me intimidan. Lo que verdaderamente me tiene nerviosa son tus preciosas y fuertes manos en mi cadera y tu boca susurrándome al oído.

Me ericé cuando su ronca risilla hizo eco en mi oído y suspiré de alivio cuando su cuerpo tomó distancia.

Luego de un largo baño en la playa, había surgido la idea de que JungKook me enseñase a disparar con su "pistola favorita" cuyo nombre o número o el tipo de pistola ni siquiera he hecho el esfuerzo por memorizar. Le causó gracia mi curiosidad por aprender el manejo de un arma, así que, placenteramente, tomó una de las tantas hojas de los libros de mandalas que sí o sí cargo conmigo así vaya al baño de mi casa porque me relaja dibujarlos, y con uno de mis tantos bolígrafos, dibujó una diana la cual ubicó en una de las palmeras clavando la hoja con el mismo bolígrafo.

Sólo entonces se dedicó a enseñarme la posición que debía mantener y todo ese bla bla bla que escuché perfectamente bien pero sus manos paseándose con descaro por todo mi cuerpo me quitaban toda concentración que intentaba utilizar para darle correctamente al blanco.

Cuando finalmente él se desvió a atender el arroz que estaba preparando para el almuerzo, yo pude agudizar mi vista y disparé.

Una, dos, tres y cuatro veces.

-¡Yei!-salté con emoción al notar que, tanto el centro de la diana como sus alrededores más cercanos, habían sido marcados por las cuatro balas.

Estando a una considerable distancia de la diana, era un motivo digno de celebrar.

-¡Wow! Nena, eres peligrosa.

Sus dichos me hicieron reír y corrí hacia él, que se había sentado en uno de los blanquitos con el cuenco donde comíamos (por turnos ya que era uno solo) y me dejé caer de rodillas entre sus piernas, asegurando el arma y dejándola aparte en la arena. Él seguía con su vista en el papel ahuecado.

-No pensé que tuvieras tan buena puntería-volteó a verme y me sonrió. Recosté mi codo en su muslo y la cabeza en mi mano, observándolo con un orgulloso mohín.

-Ya sabes que no soy tan inútil después de todo.

Me miró con su mejor mueca de molestia y del cuenco sacó una cucharada y me la metió en la boca.

-Mastica y deja de decir estupideces.

Mis ojos se abrieron con amplitud y alegría al sentir el sabor y la mezcla del calor del arroz y la fresca temperatura del atún.

Él me sonrió viéndome tragar y besó cortamente mis labios.

-Pareces una niña.

-Entonces eres un pedófilo.

Bufó risueño y volvió a darme otra cucharada.

-Si así fuera el caso...no te veo quejándote, mi amor.

Su mirada juguetona no coincidía con la mía, pensativa.

-JungKook...

-¿Hum?-volteó a verme luego de llevarse la comida a la boca. Internamente estaba chillando porque compartir plato es algo tan íntimo y aún no me creía que estuviésemos compartiendo esos momentos.

-¿Te has dado cuenta de que me has dicho "mi amor" dos veces?

Él también se quedó pensativo por unos segundos y luego se encogió de hombros.

-¿No es eso lo que representas para mí?

Sé que me sonrojé por su tierna sonrisa, pero igualmente sonreí en grande.

Realmente amo a este hombre.

-No me disgusta, créeme-volví a abrir la boca y recibir la cucharada cuando él me la dió. Me estaba alimentando como si fuera una niña...pero no me quejaba-. Pero sí me gustaría tener apodos bien cursis y diabéticos que sólo nosotros sepamos.

-Bueno...¿Ya tienes alguno en mente? Porque yo sí. Siempre que pienso en tí me es un poco difícil sólo decirte Sarah.

-He visto que tus amigos, e incluso yo lo hice en una ocasión, te llaman Kook. Yo también me inventé un nombre con eso-sonreí emocionada. Es que convencer a este hombre de cosas como esas era un poco complicado.

-RaRah.

-KooKoo.

-¡Hey! Me gusta como suena-me sonrió y yo llevé mi mano a mi boca para reír.

-Me gusta el mío. Deberías decirlo con más frecuencia.

-Ah, ah, ah-expresó con tono de negación-. Son secretos y bieeen cursis, así que sólo se usarán en ocasiones especiales ¿De acuerdo?

-Vaaale-bufé y rodé los ojos, pero al final terminé riendo.

Luego de nuestro almuerzo, JungKook se dispuso a seguir enseñándome técnicas simples de defensa personal y a mejorar mi puntería, cosa en la que yo misma le insistí y al final terminamos sacando nuestros celulares (los cuales habíamos mantenido apagados hasta el momento para que les durara la batería pues no sabíamos cuánto tiempo de carga le quedaba a mi cargador portátil) y tomándonos fotos y grabando vídeos por toda la playa hasta que el cielo se nubló y tuvimos que correr para proteger todas las latas de comida que teníamos y guardarlas en nuestra pequeña cabaña. Ya luego me recosté en la hamaca y casi que entro en pánico cuando lo vi subirse en mi encima, pero afortunadamente el peso de nuestros cuerpos no afectó ni al, evidentemente resistente, trozo de tela, ni a las palmeras de las que se sujetaba, prácticamente, nuestra cabaña.

Entonces allí nos quedamos, sintiendo el aire fresco y viendo la lluvia caer.

Estando entre mis piernas, con su cabeza acomodada en mi pecho y sus brazos a cada lado de mi figura, JungKook se quedó dormido y yo, mientras mimaba su cabello y frente con mis dedos de una mano, con la otra revisaba todas las fotos y vídeos tomados desde mi celular.

Me sentía feliz, y eso se veía en las fotos. Él también lo estaba y su imborrable sonrisa lo demostraba.

La fotografía en la que salimos haciendo muecas raras, donde su mano aprieta mis mejillas y colocó mi boca en una extraña posición y donde mi dedo echa su nariz hacia arriba; esa fue la que coloqué de fondo de pantalla. Y de fondo de bloqueo, puse esa donde salía besando mi mejilla haciéndose el romántico pero apretándome una teta también se le salía lo pervertido y yo, pues...estaba descojonada de la risa y sonrojada como tomate.

Aunque idiota parecía yo viendo la pantalla de mi celular con una sonrisa dulzosamente ridícula.

Cuando sentí a mi chico removerse ligeramente, supe que despertaría, así que, ignorando el hecho de estar en el cinco porciento de la batería, encendí la cámara y me dispuse a grabar un video desde el lente frontal donde enfocaba el hermoso puchero que tenían sus labios al dormir y su mejilla siendo aplastada.

Desde la pantalla pude ver cómo fruncía su ceño y luego giró directamente su cabeza en mi dirección apoyando el mentón en mi pecho.

Tenía los ojitos entrecerrados y las mejillas ligeramente abultadas. Sabía que luego de tantos años sin parar de trabajar casi nunca, estaba tomándose veraderamente aquel tiempo que estábamos allí para descansar.

-RaRah-murmuró lentamente y sonreí antes de seguir acariciando su cabello-. Te amo, mucho, mucho, mucho.

No sé si fue el tono perezoso de su hablar, o la alegría que causaban sus palabras y hacían a mi corazón latir tan rápido la razón por la cual reí y besé su nariz.

-Yo también te amo, KooKoo. Mucho, mucho, mucho.

-¿Me vas a dar mimitos?-su puchero me contagió, pero al final terminé asintiendo y permitiendo que su gran cuerpo cayera más sobre el mío cuando su cabeza estuvo a la altura de mi cuello y allí se escondió para seguir durmiendo.

Mis dos manos fueron llevadas a acariciar su espalda y cabeza, y me olvidé por completo de que un vídeo se había estado grabando justo hasta ese momento cuando la batería murió.

⚞Tʜᴇ Bᴏᴅʏɢᴜᴀʀᴅ⚟  ༐ Jᴇᴏɴ JᴜɴɢKᴏᴏᴋ ༐ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora