A la mañana siguiente, intentando despertar a Sarah, nos mandó a callar a mí y a los niños.
-¡Ya déjenme en paz, coño!¡Que estoy de vacaciones!
-¿Vacaciones?
De repente, tanto Tim como JiMin y Leiah entraron a la habitación de Sarah, que fue donde dormimos junto a los niños de hecho.
-¿Y esto qué es?-adormilada, rió. Todos los ojos sobre ella-¿Acaso ya es mi velorio?-chasqueó la lengua-¡Qué lastima! Yo que quería hacer el am...
Alarmado para que no soltara una barbaridad, me lancé sobre ella en la cama y cubrí su boca con mi mano.
-Ya. Nos quedó claro-sentí las risas de fondo de mis contrarios y la amortiguada de Sarah que, una vez clamadas, ambos nos sentamos.
-Bien-asintió Tim-¿Cómo es eso de las vacaciones?
-JungKook y yo nos merecemos unas buenas vacaciones-procedió a explicarse, y ahogué un jadeo cuando rodeó mi cabeza con sus brazos y me hizo quedar en una incómoda posición con mitad de mi torso sobre ella-. Ninguno de los dos ha podido dormir bien estos últimos meses y hemos estado trabajando duro, así que debemos tomarnos un descanso. Ayer hablé con mis respectivos jefes y los de él para ello.
-¿Y eso cuándo fue?-fruncí mi ceño, y ella se encogió de hombros.
-En algo debo entretenerme mientras cago ¿no?
-¡Iugh!¡Qué asco, tía!
Los gritos de horror de los menores fueron acompañados de la risa de nosotros los adultos, comenzando así lo que sería un buen y relajante día.
Abandonando más tarde la mansión, paseamos en auto por varias tiendas cercanas en busca de rellenar la nevera pues, en palabras de Sarah, "no saldríamos de casa por lo que quedaba de semana".
-¡Quiero hacer una comida compleja esta noche!-sonreía mientras revisaba, según lo que vi, recetas en su celular-. Voy a prepararte algo que te guste y lo quiero probar yo también ¡Será comida coreana!
Contagiado con su entusiasmo, estiré una de mis manos y acaricié su muslo.
-Respetaré que quieras cocinar algo de mi tierra, pero te sugiero que hagas algo más que sea del gusto de ambos. En caso de que no te guste la comida coreana, o no te salga bien, no nos podemos morir de hambre.
-¡Oye!-con una mueca de ofensa, palmeó con algo de fuerza mi brazo a manera de regaño, y yo reí-. No soy tan experta como tú, pero me defiendo bien con la sartén, y lo sabes-su mirada cargada de supuesta amenaza se quedó puesta en mí, pero al ver que no dejaba de soltar pequeñas risillas, se unió a las mismas y siguió buscando recetas-. Pero tranquilo, que tomaré tu recomendación y haré unos spaguetiis con salsa Alfredo.
-¿No es mejor algo de carne?
-Spaghettis a la bolognesa.
-¿Tiene que ser obligatoriamente spaghettis?
-Sí. Necesito tener de plan B algo sencillo que no me canse mucho en caso de que el plan inicial falle.
Por enésima vez en el día, reía de sus ocurrencias (y ella conmigo), y terminé asintiendo mientras me concentraba en conducir en lo que ella se centraba en su mundo de cocina.
Sin embargo, cuando llegamos a mi pequeño departamento, luego de haber dado largos recorridos por varios mercados y de haber tenido que esperar en una larga fila para almorzarnos unas hamburguesas (que he de admitir sabían riquísimo), apenas llegamos a acomodar todas las compras en la despensa, el refri y la taquilla del baño (porque al final terminamos haciendo una especie de compra general para la casa), nos quitamos la mayor cantidad de ropa posible y terminamos lanzándonos de golpe sobre la cama.
Fue gracioso vernos rebotando sobre el colchón por la fuerza con la que nos dejamos caer.
Ambos boca abajo, nuestras manos nos mantenían unidas. Nos echamos a reír por la repentina bobería en la que habíamos caído, y mi chica terminó recostándose sobre mi espalda, atrapando ahora sí mis dos manos a cada lado.
Los dulces besos que repartía por mis hombros, y las caricias de sus dedos a los míos, me tenían bobo, pero cuando fueron bajando hasta mi espalda baja, realmente me sobresalté a las mordidas que le dio a mis nalgas.
-¡Yah!¡Sarah!
Sus estruendosas risas terminaron contagiándome, y pronto volvió a la misma posición que tenía antes de hacerme aquella travesura.
-Te dije que algún día te mordería yo a tí-canturreó contenta, volviendo a mimar mis hombros y manos.
-Sí, sí. Admito mi derrota-solté una última risita cansada.
Estando allí, con ella, tan tranquilo y relajado, fui consciente de todo el peso de mi buen tiempo sin descanso cuando mis ojos comenzaron a pesar y toda la fuerza abandonaba mi cuerpo.
-Descansa, mi amor. Te lo mereces.
-¿Y tú?-con la escasa fuerza que me quedaba, apreté sus manos y alcé un poco mi cabeza para que chocara con la suya en una suave caricia. Parecíamos gatos-. Duerme conmigo, por favor. Tú tampoco has descansado como se debe.
-No me moveré de aquí, grandote-sentí su ligera risilla y su cabeza empujó la mía, mejilla contra mejilla, hasta dar con la almohada-. Descansa, KooKoo.
Y eso fue lo último que escuché antes de caer rendido como roca.
Para cuando mis cinco sentidos volvieron a estar activos, lo primero que despertó fue mi olfato.
Me olía muy familiar, pero mi concentración no estaba en saber qué era aquella comida, sino la mujer que la estaba preparando.
Mi RaRah estaba metida de lleno en cortar alimentos, revisar etiquetas de especias y salsas, y verificar cada tanto la receta que seguía desde su celular.
Aproveché su distracción, y en silencio me acerqué hasta sorprenderla abrazándola por la espalda.
Se asustó, y casi deja caer el salero, pero terminó riendo y acariciando mis brazos, echando su cabeza hacia atrás hasta chocar con mi pecho.
Besé su frente y nariz, y le sonreí, así como ella a mí.
-Buenas noches, grandote. No has dormido casi nada.
Parecían ser las ocho o nueve de la noche, así que en definitiva sí había dormido unas pocas horas a comparación de todas las que en verdad quería dormir, pero estaba bien con eso. Tenía energía suficiente ya para estar con mi mujer.
-Tú tampoco dormiste tanto, así que no tienes mucho que reclamar-su puchero me sacó otra sonrisa y besé esta vez su coronilla-. Ahora, cuéntame ¿Qué platillo de mi tierra estás preparando? Huele delicioso.
Sus mejillas se sonrojaron y bajó un poco su cabeza para luego darse la vuelta en mis brazos y apoyar su barbilla en mi pecho, abrazándose a mi espalda.
-De verdad espero que quede bien. Estoy muy emocionada porque es la primera vez que cocino algo tan elaborado, y además lo hago para tí.
-Te quedará bien. Vas a ver que sí. Yo te voy a ayudar un poco-asintió repetidamente, muy contenta-. Dime ¿qué puedo hacer?
Quizás para personas ajenas a nos, sería algo bobo que me sintiera tan pleno sólo pasándole los sazones a mi novia mientras ella me placticaba sin parar y preparaba una deliciosa cena, pero momentos así con ellas los había estado soñando desde hacía mucho, y habían superado mis expectativas con creces.
Me quería golpear a mí mismo por haberla hecho sufrir durante tanto tiempo, pero al mismo tiempo me felicitaba por haber vencido aquella parte testaruda de mi cerebro.
Si bien estar lejos de mis padres y mi tierra natal deja un hueco en mi pecho, Sarah se encarga de taparlo por momentos y ocupar el resto de los espacios.
Es mi lugar seguro y yo soy el suyo.
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⚞Tʜᴇ Bᴏᴅʏɢᴜᴀʀᴅ⚟ ༐ Jᴇᴏɴ JᴜɴɢKᴏᴏᴋ ༐ ✓
Fanfic-¡J!¡U!¡N!¡G!¡K!¡O!¡O!¡K! ¡JungKook, JungKook! -Señorita Cain, deje de hacer porras hacia mi persona sin motivo aparente. Concéntrese en su trabajo. -Es que no puedo concentrarme cuando tengo un escolta tan lindo y caliente ¡Compréndeme, JungKook! E...