"Primeras malas impresiones"
_ ¿Por qué debo hacer esto? Recién llegamos _ Se quejo la pequeña que sostenía una taza en sus manos _ Tienes tres bolsas de Azúcar en la alacena ¿Y quieres que le pida una taza a los vecinos? Estas loca.
La mujer sonrió sobre su hombro y asintió.
_¡Vamos! He visto que en esa casa hay dos niños de tu edad ¿No crees que será divertido tener amigos?.
La niña negó varias veces. Llevaban casi una semana en aquel departamento que estaba habitado por ancianos y ancianas solitarias que solo deseaban un descanso tranquilo al final de sus vidas.
_ No lo será, los niños aquí son extraños _ Se quejo mientras se encaminaba _ ¿Sabes? Una mujer quiso golpearme por hablar en español Esa culiada pensó que la estaba insultando... Vieja conchuda, ojalá se muera...
La mayor se volvió sobre si misma con una de sus finas cejas alzadas y cruzó los brazos.
_Stolas ¿No hablamos de esto? ¿Cuáles son las reglas?.
La pelinegra rodó los ojos pero no rechisto al respecto.
_ Nada de español, nada de insultos y nada de insultos en español... Dios ¿Podría ser esto más ridículo? _ Frabullo mientras arrastraba los pies hasta la puerta _ ¿ Sabes que? ¡Me largo; Iré a pedir azúcar a los vecinos y a ver si quieren adoptarme por que eres una pésima madre...
La mujer le resto importancia a las palabras de la ojiazul. Desde la muerte de su padre había sido difícil hacerla salir de su cuarto, pero aquí en Tokio, la pequeña infante comenzaba poco a poco a retomar la normalidad de su vida.
Solo que sin amigos.
Stolas gruñó los pocos insultos conocidos en su bocabulario, los cuales pese a ser fuertes no sonaban tan bruscos viniendo de una niña de cinco años. De mala gana cruzó la calle en dirección a la casa de la cual hablaba su madre.
"¿Residencia Sano? ¿Que pija es eso?" Pensó leyendo con dificultad el buzón en la entrada. Sin dar muchas vueltas al asunto golpeó la puerta y espero.
Pasaron cinco minutos cuando un anciano peliblanco de tupido bigote abrió la puerta y la miró con curiosidad. Si bien por dentro la niña era madura e inteligente, eso no cambiaba el hecho de que por fuera ella aún fuese una pequeña frágil y dulce.
Al menos visualmente hablando.
_ Buenos días, Mi nombre es Stolas y con mi madre nos mudamos hace algunos días a la residencia de aquí en frente _ Comenzó a hablar la ojiazul _ Me preguntaba si usted podría regalarme una Taza de azúcar... Porfavor...
El anciano asintió rápidamente.
_ Claro que sí querida, pasa pasa _ La alentó.
Stolas se quitó los zapatos y los dejo junto a la entrada para luego seguir al anciano. La casa se veía bien aunque algo antiguada; el olor a nafta, aceite, cigarrillos y sahumerios era en verdad penetrante para si pequeña nariz y más de una vez se le escapo un estornudo minusculo mientras el anciano buscaba el endulzante en la alacena.
_ Siento incomodar con el olor pero, mi nieto, el deja sus cosas de motocicletas por todos y se pasea por la casa fumando cigarrillos..._ Comentó el viejo _ ¿Sabes? Iré a fijarme en la despensa por que no encuentro el azúcar aquí, ponte cómoda porfavor, ahora regreso...
Stolas asintió brevemente y luego de dejar la taza sobre la mesa se aventuró a observar los papeles que yacía en la puerta del refrigerador sostenidos por imanes. Dibujos deformes con vividos colores que parecían hechos por algún tipo de discapacitado visual.
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S H O R T Y I
FanfictionStolas Shiva, una bohemia niña de corte bob, se ve obligada a dejar atrás su taciturna y dulce niñez para formar parte de una de las tantas peligrosas pandillas que infectan las calles de la ciudad de Tokio. No apto para sensibles. Los personajes y...