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"No me abandones, Papá"

No pudo resistirlo, esa emoción serpenteaba en su pecho como si estuviera a punto de vomitar clavos oxidados. ¿Por qué? Un ruido no significaba algo necesariamente malo.

Con dificultad siguió el camino que había recorrido Shinichiro con anterioridad, temblando y con el corazón bombeando en sus oídos como los golpes tambores. Hizo lo posible por no hacer ruidos estridente mientras se desplazaba hasta llegar a la zona delantera del local.

La lúgubre luz de la luna hacia que las siluetas y sombras tomarán un aspecto terrorífico.

Pestañeo un par de veces cuando pudo vislumbrar la espalda tensa de Shinichiro en una de las esquinas más cercanas a la vidriera. El sostenía en su mano la llave inglesa con tanta fuerza que Stolas sintió por un momento que podría romperla, parecía estar a punto de atacar como una bestia a lo que sea que se agazapara frente a él.

_¿Que mierda...? ¿Un ladrón? _ Lo oyó decir con voz gruesa y demandante.

La fémina se acercó un poco más con la mirada cristalina. Su pecho subía y bajaba con dificultad y agitacion; temía que sus pulmones fueran a explotar por el dolor que le generaban al expandirse.

_¡¿A caso sabes de quien es la tienda en la que estas?! ¡¿HUH?! _ Vocifero vivazmente mientras la furia se veía reflejada en sus filosos ojos negros.

Frente a él yacía otra figura más pequeña y menuda; Stolas se paralizó al verlo ¿Estaba temblando? ¿Desde cuando los ladrones tiemblan? Estaba tan confundida.

Lo vio dar torpes pasos cortos hasia atrás como intentando poner distancia entre el colérico ex Black Dragons y el. Era su aura tan Espeluznante que incluso la ojiazul sintió la necesidad de huir de ahí tan pronto como Fuese posible.

_No vas a ir a ningún puto lado ¿Me oíste?_ Cada vez su garganta profundizaba más su voz hasta hacerla oír como el gruñido de un perro rabioso.

Stolas reconoció algo en el ladrón que la hizo palidecer.

_¿Hm? Tu... ¿No he visto tu cara en algún lugar antes...?

Unos aterrorizados ojos ambarinos y grandes colmillos chuecos. En Tokio podrían haber millones de hombres con esas características tan comunes y mundanas, no eran nada especiales después de todo, pero ella podía reconocer al dueño de aquellas peculiaridades en cualquier lado; pues el tenía los colmillos grandes y chuecos más blancos y perfectos de todos y los ojos ámbar más profundos y vibrantes que alguna vez hubiese visto.

_Baji-Kun... _ Susurró en un suspiro que se llevó todo el color natural de sus mejillas, dejando en su rostro sólo el Borgoña de los golpes y el púrpura de las ojeras.

Shinichiro se volteó a verla rápidamente y luego volvió a observarlo ya con más familiaridad.

_¿Keisuke?_ Lo llamó en una sutil pregunta.

_¿Shinichiro-Kun...? ¿Stolas-Chan...?_ Preguntó nervioso zigzagueando sus ojos entre la fémina y el varón_ ¿Por qué...?¿Po-por que están aquí...?.

Shinichiro se veía un poco más relajado, pero su voz aún era en verdad brusca.

_¿Huh? Porque esta es mi tienda..._ Respondió confundido.

Stolas sintió un poco de tranquilidad y procedió a acercarse a ellos. Derrepente el rostro del pelinegro menor se contrajo en una expresión de horror vivido mirando hasia la oscuridad a espaldas del mayor.

Un segundo encapuchado salió de la negrura haciendo que sus pasos chirriantes hicieran eco en el suelo encerado mientras corría en diréccion al Sano.

S H O R T Y  IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora