Epilogo

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Cuando murió su madre no hubo una gran ceremonia, mucho menos una multitud aclamando lo buena que fue y lo poco que merecía ese final.

Solo ella y un viejo sepulturero que, bajo una tenaz llovizna, compartieron una mirada mutua sin un significado en particular.

De reojo pudo observar al patriarca de los Sano observar todo el acto mientras junto a su nieta la miraban con tristeza; con lástima.

Stolas los ignoró.

Sus ojos permanecieron fijos en el genérico cajón de pino que con los restos de su madre desaparecía bajo cada palada de tierra. Eso le hizo pensar mucho.

¿Cuanto valor tenía una vida? Victoria nunca fue particularmente malvada o dañina para con su prójimo. En realidad era bondadosa y amable; pero ¿Eso tenia valor? No había siquiera una flor en su tumba después de todo.

No era como si esperara encontrar millones de personas revolcándose en sufrimiento por ella; No era tampoco una celebridad, pero si amigos y conocidos.

¿Tan poco significado tenía? Era una generica Gaijin como tantas otras en Japón, una mujer entre tantas otras en el mundo.

¿Eso también sucedería cuando ella muriera? Podía estar segura de eso. No había ninguna peculiaridad para recordarla.

_Siento su perdida, señorita..._ Susurró el viejo luego de terminar su trabajo.

Ella asintió y lo vio marcharse con algo de agradecimiento.

Solo el ruido de la lluvia le permitían sentir algo de compañía.

Ahora. La tumba de su madre tampoco sobresalía de entre las tantas otras del cementerio era tan generica y poco memorable como su propia dueña.

Supuso que eso estaría bien.

"VICTORIA LAMPONNE; nunca te olvidaremos".

Ja. Ni siquiera había escogido una dedicatoria para ella.

_Ey... Mamí..._ Susurró acariciando la superficie de granito_ Nunca quise creer que nuestra despedida sería así... Siempre pensé que, bueno, yo estaría en el cajón y tu aquí diciendo "Te dije que no lo hicieras, idiota" o algo así... Nunca pensé que te irías así...

Sus ojos ardieron y se permitió derramar algunas lágrimas que rápidamente se camuflaron con el agua de la lluvia.

_Estoy bien ¿Sabes? Limpie la casa y done tu ropa a la iglesia, aunque no pude deshacerme de esos lindos tacones rojos que solías usar para trabajar... _ Su voz hizo el amague de quebrarse_ También llame a Masato-San y... ¡Carajo! Lo mande a la mierda, Le dije que ya no quería verlo por que me enteré de que le era infiel a su esposa conmigo y que podía irse al diablo... Deberías haber oído como rogaba que no lo dejara... Fue muy patético...

Una risita se arrastró por sus labios de forma dolorosa.

_El oficial Kisuko me dijo que se habían puesto en contacto con Eligor, mi padre... _ Ella apretó los labios con rigidez_ Eso es lo que querías ¿Verdad? Tu querías lanzarme a él como si fuera a recibirme con los brazos abiertos... Pues, cumpliste tu cometido...

Su expresión se contrajo.

_Pues ese bastardo no lo tendrá fácil conmigo..._ Stolas se arrodilló y rodeó la lápida con sus brazos_ Te amo Mamí y... Te perdono...

Con rapidez dejó un casto beso en la superficie rocosa y se puso de pie.

Sus tacones Pump rojo cereza eran lo más llamativo de su vestimenta negra; El vestido camisero negro se pegaba a su figura delgada por la lluvia y los anteojos negros apenas cubría lo demacrado de su rostro.

S H O R T Y  IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora