5

811 111 23
                                    

"Sonrisas falsas y amistades forzadas"

_¿Cariño? _ Llamo la mujer _ Hija, ya debo ir a trabajar ¿Estas segura de que estarás bien sola? Supongo que a Shinichiro-Kun no le molestara que vayas a jugar con los niños.

Stolas sonrió.

_Estoy bien, mamá_ Respondió _ no te preocupes por mí.

La mujer dudó por unos segundos pero finalmente se alejo de la puerta del cuarto de su hija y se marchó. Ella estaba preocupada; ¿Era posible que luego de romper una ventana jugando y lastimarse, una niña de nueve años, cambiará tanto su comportamiento? Victoria se sentía tan culpable.

Su pequeña se había vuelto tan introvertida y ansiosa, ya no gustaba pasar tiempo con sus amigos e incluso se negaba a ir al colegio. ¿Serán sus Cicatrices? No podía evitar preocuparse, después de todo ella era su madre.

Mientras la mujer caminaba con la mente en las nubes, por otra parte, Stolas yacía parada frente al espejo del baño mirando su rostro. Le daba tanto asco.

Acarició con cuidado las Cicatrices de su mejilla para después deslizar sus dedos hasta la pequeña marca sobre su labio y así después pasar sus dígitos en los cardenales morados que descansaban a un costado de su boca.

Asco.

Sintió el sabor amargo de la bilis en su boca.

No podía dejar de recordar como aquel chico tan querido para ella había destrozado su precioso rostro, lo más preciado que su padre le había heredado; Era tanto el odio y la rabia que estaba a punto de enterrar sus uñas en su piel sana y desgarrarla.

Pero la puerta sonó.

Stolas parpadeo rápidamente y sin perder tiempo se coloco el vendaje sobre la mejilla. No quería que nadie viera esa parte de ella.

Vestida con un pantalón de pijamas suelto y una camiseta de tirantes se apresuró a correr en dirección a la puerta, descansa; Ella creía que su madre había olvidado algo ¿Su billetera quizás?.

Abrió la puerta principal dispuesta a reprocharle cuando un rostro conocido se hizo presente frente a sus ojos. Mirada oscura y cabello rubio y sedoso.

Su sonrisa brillante y amplia junto a su mirada iluminada parecían genuinas. Como si nada hubiera pasado.

Stolas lo miró horrorizada y, temblando, permaneció tan estática que incluso se había olvidado de respirar.

_¡Shorty!_ La saludo y por primera vez su apodo le parecio repugnante _ ¡Vaya, te ves terrible!.

Mikey entró a la casa como si fuese bienvenido en ella y con cinismo fue directamente a la cocina. Del refrigerador sacó una lata de refresco y la abrio para posteriormente sorber su contenido.

_¿Que sucede que ya no me visitas, Shorty? _ Cuestionó mientras divisaba a la chica cerrar la puerta y caminar torpemente en su dirección _ No estarás enojada ¿O si?.

Stolas estaba pálidas, lágrimas gruesas se habían alojado en sus ojos mientras sus labios temblaban. Incluso sus manos no dejaban de sacudirse inconscientemente.

_Yo..._ El no la dejó terminar cuando prácticamente ya la sostenía del cabello, arrinconandola contra la pared.

La pelinegra Chilló de dolor y soltó un sollozo profundo

_No llores... ¡¡NO LLORES, MALDITA SEA!!_ Le gritó directamente al rostro.

Con brusquedad le arranco el vendaje de la mejilla y miró furioso la cicatriz ya casi curada por completo que yacía sobre esta. Era tan aterrador, sus ojos negro la penetraban desgarradoramente y solo Atinó a seguir el ejemplo de Haruchiyo hace semanas atrás.

S H O R T Y  IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora