Orfanato Esperanza

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Orfanato Esperanza es un lugar apartado de la ciudad y ubicado en la punta de un risco que da hacia el mar. Esta institución apenas se conoce y solo se sabe que es un orfanato. Ni siquiera es exacto el número de niños que están dentro de los muros, o si en verdad está en uso, aunque a nadie le importa porque está apartado de la ciudad y no recibe tanta atención. Solo las empleadas del lugar saben cuántos infantes hay bajo su cuidado, pero, a veces, el número puede ser un poco confuso.

Alex es un niño huérfano que perdió a sus padres en un accidente automovilístico, cerca del orfanato y que, para su tristeza, no tiene otro familiar que pueda cuidar de él. La buena directora de la institución le ofreció vivir en el orfanato, hacer amigos, tener educación gratuita, comida todos los días y, por supuesto, la posibilidad de que una nueva familia lo adopte, aunque, sin tener muchas opciones, tampoco puede negarse.

Es así como llegamos al primer día de Alex, quien está en el piso, recibiendo patadas de otros niños de su edad: entre los ocho y diez años. Nunca fue agresivo. De hecho, siempre se consideró tímido y con dificultades para hacer amigos, pero ahora eso no importa. Solo puede llorar por la paliza que está recibiendo, por pedirle un poco de comida a uno de sus compañeros: montones de la misma se sirvió en una mesa, como si los niños fueran simples animales de granja, y todos se acercaron en estampida para comer y guardar toda la comida que pudieran. Incluso se arrebataban los alimentos en completa desesperación, intentando acaparar tanto como sus bolsillos o brazos les permitían.

Alex se acercó al que parecía más tranquilo y al que, extrañamente, nadie molestaba. Al momento de preguntar por un poco de comida, obtuvo la atención de la mayoría. El niño al que le preguntó se dio la vuelta, mostrando sus pupilas azules ardiendo en ira junto a una cara amargada.

—¡Eres un idiota! ¡Consigue tu comida, inútil! —gritó y golpeó a Alex en la panza.

En consecuencia, un grupo de niños comenzó a patearlo, aprovechándose de la situación. Es así como llegamos a esto, con Alex recibiendo una paliza en el piso, manchándose la ropa y la piel con tierra y algo de sangre. Todos los niños están alojados en un patio, con apenas unas casuchas de madera en pésimas condiciones, teniendo solo pura tierra y barro como piso.

Alan, el niño que golpeó a Alex, detuvo la paliza para seguir pegándole él solo. Así por un buen rato, hasta que se aburrió y guardó su comida, que nadie se atrevió a tocar.

Ninguna empleada del lugar apareció en todo el día, como si solo lo hubieran tirado en su jaula y se hayan ido a almorzar. Pasaron horas para que Alex se vuelva a levantar, porque el dolor lo dejó inconsciente, quedando él solo en el lugar del almuerzo. Se arrastró hasta una esquina para apoyarse contra la pared y ocultar sus ojos verdes. En posición fetal, mientras llora en silencio, se pregunta por qué la vida lo está castigando.

Un niño rubio se asoma por donde Alex llora, es el mismo que lo agredió: Alan. Éste se le acerca con el rostro amargado y amenazante. Alex se acurruca más en la esquina, temiendo que lo sigua golpeando. Curiosamente, Alan le informa cómo funciona el Orfanato Esperanza: la comida que sirven no basta para alimentar a todos y siempre habrán varios que se quedarán sin comer, es por eso que los niños buscan desesperadamente guardar toda la que puedan y solo el más fuerte sobrevive.

Las leyes son altamente injustas y tristes para Alex. Él no quiere tener que pelear para comer, solo quiere tener una familia. Información que comparte con Alan, quien solo frunce el ceño y se da la vuelta.

—Acá nunca encontrarás una familia, solo el infierno mismo. Así que adáptate rápido, inútil. A menos que quieras morir de hambre. —Las palabras de Alan fueron duras y directas, pero hasta podría considerarlo un favor, porque por lo menos le advierte qué debe hacer. —Nadie vendrá a salvarte.

Antes de irse, le tira una bomba de papa, su único rasgo de piedad que le dará en toda su estancia en el orfanato. La noche fue fría y triste, pero Alex consiguió dormir con algo en la panza.

El día siguiente vino con griteríos y palizas entre los niños, debido a que Alex durmió hasta el mediodía, encontrándose con la escena del almuerzo. Él no sabe qué hacer; no desea pelear, pero tampoco quiere sufrir de hambre. Intentando dejar su timidez, se para para pensar mejor la situación, pero sus piernas no quieren moverse. Es entonces que escucha un quejido de dolor y ve como Alan está enfrentándose a otro niño, que porta un tubo de metal en su mano. Al parecer, el rubio fue golpeado por este objeto.

—¡Tus comodidades se acabaron, Alan! ¡Ahora yo seré el alfa! —exclama el del arma.

—¡Enfréntame como hombre, cobarde!

—¿Y perder mi ventaja? Olvídalo.

Cuando el retador se lanza contra Alan, una necesidad nace en Alex. Tal vez el rubio de ojos azules lo había golpeado el día anterior, pero también lo ayudó, de una forma particular, pero se preocupó por él. La necesidad de compensar la bondad de Alan lo hizo reaccionar: salta desde la multitud y agarra el tubo de metal del niño, comenzando a forcejear con él, consiguiendo ganarle por un codazo desesperado que deja tumbado al rival.

Seguido de eso, Alex vio como Alan se acercó a él y lo defendió del mismo niño, causando que el rubio se vea bondadoso, un comportamiento que representa debilidad para el resto de niños. Seguidamente, casi todos se lanzan contra Alan y Alex, comenzando una gran pelea y consiguiente paliza.

***

Ambos chicos se encuentran en una esquina con varios moretones.

—¡Eres un idiota! —exclama Alan—. Por tu bondad nos metimos en muchos problemas, ahora tendré que volver a probar que soy el más fuerte.

—Lo siento —responde Alex, agachando la cabeza, pero siendo sorprendido por una bola de arroz frente a él.

—Olvídalo. Me salvaste de ese imbécil, mi orgullo me impedía dejarte solo —agrega, comiendo su bola de arroz—. Pero mejor ve aceptando que, a partir de ahora, seremos amigos. ¿Oíste?

Alex sonríe abiertamente y, sin rechistar, toma la bola de arroz para comer junto a su nuevo amigo.

Historias fantásticas y no tan fantásticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora